BALLET

El lago de los cisnes en versión Alicia Alonso

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Laura Ayar |

Se abre el telón y observamos la belleza incomparable del lago con un castillo al fondo en algún lugar de Alemania. Nos preparamos a disfrutar de un clásico maravilloso como pocos, el ballet que se acaba de estrenar en el teatro EDP Gran Vía (curioso nombre para un teatro el de una compañía eléctrica originalmente portuguesa).

Se trata esta pieza de un clásico del ballet escrito entre agosto de 1875 y abril de 1876, de una suerte de cuento de hadas-ballet estructurado en cuatro actos, encargado en 1875 y estrenado en 1877. La música fue compuesta por el gran Chaikovski; fue su op. 20 y el primero de sus ballets.

La obra se divide en cuatro actos en el original:

El primer acto se sitúa en el jardín de palacio, dónde el príncipe Sigfrido celebra su cumpleaños. Los asistentes bailan un vals cadencioso que es el más conocido de este primer acto. La reina, madre de Sigfrido, acude a la fiesta, regala a su hijo una ballesta y le recuerda que ya ha llegado el momento de elegir esposa. La reina y sus damas de honor se retiran y los cortesanos bailan (pas de trois) y una polonesa de final de fiesta. Finaliza el acto con Sigfrido partiendo a la caza con sus amigos.

El segundo acto ocurre en un claro junto al lago en el bosque, en una noche iluminada por la luna. Sigfrido se separa de sus amigos y ve llegar una doncella de gran belleza que pide al príncipe que interrumpa la cacería puesto que los cisnes son, en realidad, doncellas sometidas al maleficio del brujo Rothbart y que sólo pueden recuperar su forma humana entre la medianoche y el alba. Sigfrido y Odette se enamoran y acuerdan que Odette asistirá al baile y Sigfrido la hará su esposa con lo que el hechizo se romperá. Entran las compañeras de Odette con forma humana y bailan un vals. Una cadencia de arpa introduce la larga escena entre Odette y el príncipe, donde destaca un solo de violín. A continuación, cuatro cisnes entrelazados por las manos avanzan bailando una pequeña pieza. Le sigue un solo de Odette para acabar el acto con la danza conjunta de todos los cisnes. Al llegar el alba, Odette y sus compañeras vuelven a perder la forma humana convirtiéndose de nuevo en cisnes. 

El tercer acto ocurre en una sala de palacio, presidida por la reina, durante el gran baile de gala en el cual se espera que Sigfrido escoja esposa. Éste baila un vals con todas las doncellas invitadas, pero no tiene ningún interés en escoger ninguna ya que sólo piensa en Odette. Un nuevo invitado, el caballero del Cisne negro (que no es otro que Rothbart disfrazado) acompañado de una doncella de gran belleza en la que el Príncipe cree reconocer a Odette aparece. A continuación, se suceden una serie de danzas: un bolero español, una danza napolitana, una mazurca polonesa y unas czardas húngaras. Finalizadas las danzas, Sigfrido baila con la doncella a la que confunde con Odette y acto seguido pide a Rothbart la mano de la doncella y éste le pide que jure fidelidad eterna a la joven que tiene delante. Justo en ese momento llega la auténtica Odette vestida de blanco que se marcha desesperada creyendo que el príncipe la ha traicionado. Rothbart revela entonces la identidad de la falsa Odette: es Odile, su propia hija, y con esto ha conseguido evitar que el príncipe salve a Odette del maleficio. El príncipe al oír esto abandona la fiesta. La reina se desmaya y la corte queda sumida en la confusión.

El cuarto y último acto transcurre a orillas del lago donde Odette llora la traición de Sigfrido y las doncellas-cisne tratan de consolarla. Acto seguido Sigfrido se reúne con su amada y le ruega perdón. Sigfrido y Odette se enfrentan al brujo y éste muere, pero el maleficio continúa, Odette está condenada a seguir siendo un cisne por lo que se suicida ahogándose en el lago y Sigfrido elige morir también en lugar de vivir sin ella. El sacrificio de ambos rompe a maldición y los cisnes recuperan su forma humana para siempre. Una historia al más puro estilo Romeo y Julieta.

Esta pieza clásica de la danza se apoya en la música de Chaikovsky, que juega un papel clave en la obra y representa el triunfo del bien

El final cuenta con distintas versiones, desde el romántico hasta el trágico. En el ballet original de 1877, Odette y el príncipe se ahogan en el lago pero también hay versiones con un final feliz en las que consiguen casarse después de vencer al brujo y romper el hechizo, por ejemplo.

En la versión de Alicia Alonso para el ballet que ahora dirige su hija Laura existen dos actos claramente diferenciados antes de la pausa de quince minutos: la introducción y el baile de los cisnes, y en los 45 minutos finales las escenas en la corte con la reina vestida al más puro estilo de la de Cuento de invierno (Shakespeare) y un desenlace feliz.

Moraleja

Esta pieza clásica de la danza se apoya en la música de Chaikovsky, que juega un papel clave en la obra y representa el triunfo del bien (Odette, el cisne blanco) sobre el mal (Odile, el cisne negro).   

Si lo pensamos veremos que se trata del argumento más racista de la historia pues para mí la obra debería haber acabado antes del receso cuando Odette se va con el cisne negro. El argumento chirría sobre todo ya que la mayor parte de los bailarines son negros. Eran otros tiempos. A simple vista parecería que no hay demasiada conexión entre unas princesas-cisne y unas danzas internacionales en el palacio pero la estructura fue creada originalmente así ya que las princesas sufen un maleficio que las transforma en cisnes durante el día. No obstante, se trata de una fábula y todos los cuentos de hadas tienen una moraleja, y este es un asunto recurrente en el teatro y en el cine hasta casi nuestros días.

La autora

Y en un emotivo final tras las brillantes actuaciones del cuerpo de baile y en especial de la pareja protagonista pudimos ver a Laura Alonso (directora de la pieza y del ballet en la actualidad) y a su madre, la gran Alicia Alonso, cuyo ballet Nacional de Cuba dirigió durante años y ahora tras la batuta de Laura, que, cómo no, ha contado con el beneplácito de su madre ya que se trata de la versión de esta última la que pudimos disfrutar ayer entre ovaciones y ramos de flores que se les entregaran a la bailarina protagonista y a estas dos damas del ballet, Alicia y Laura Alonso, madre e hija unidas por el ballet hacia el final de la pieza. Chapeau.