domingo. 30.06.2024
Félix Bolaños y Esteban González Pons en la firma del acuerdo
Félix Bolaños y Esteban González Pons en la firma del acuerdo

Necesitamos tu ayuda para seguir informando
Colabora con Nuevatribuna

 

Llegó el presidente, y mandó parar. Ese es el contenido de la sentencia que pone fin al eterno pleito del poder judicial. Lo demás no son más que considerandos. Porque los hechos probados dicen que al día siguiente de las europeas el presidente Sánchez puso un ultimátum que expiraba el 30 de junio para poner fin a toda esta comedia y las partes llegaron a un acuerdo sin agotar el plazo. 

Los antecedentes de hecho no están, me temo, en los argumentos épicos que la derecha, vencedora en mil combates, ha intentado servir a sus huestes durante todos los días siguientes al hundimiento de la armada invencible que encabezaba González Pons. Probablemente todo es mucho más prosaico. Feijóo ha dicho que ha recibido muchas presiones, pero lo que no ha dicho es que probablemente no se refiere solo a las de su irreductible núcleo de prehistóricos, sino a la de un buen número de jueces que veían acercarse la jubilación sin haber catado jamás la contante y sonante gloria de ser vocal del poder judicial o presidente de un tribunal superior de justicia, y que ante el ultimátum del presidente comprendieron muy bien su contenido: que un cambio en la Ley no hubiera ido en la dirección de reducir las mayorías necesarias para elegirlos, sino de reducir sus competencias, especialmente en materia de nombramientos. 

Feijóo ha dicho que ha recibido muchas presiones, pero lo que no ha dicho es que probablemente no se refiere solo a las de su irreductible núcleo de prehistóricos

Esto tiene muy poco que ver con la heroica defensa de la democracia. Se parece más bien a la perspectiva de quien por fin acepta que tiene por delante una larga travesía del desierto, y no quiere renunciar a encontrar un oasis de vez en cuando. Un oasis llamado Banco de España, comisión del mercado de valores, consejo de administración de televisión española, un oasis del que llevaban bebiendo los mismos hacía ya mucho tiempo. La sed aprieta cuando se toma conciencia de que la fuente del poder queda lejos. 

Así que seguiremos bastante tiempo escuchando la música de la crispación, el chavismo, el castrismo, la dictadura y todo lo demás, pero con las cosas de comer no se juega. Si además puede uno envolverse en el virginal manto azul de la responsabilidad y jugar a parecer un estadista, mejor que mejor. Pero ya verán cómo no se alcanza ningún pacto pequeño ni grande que afecte a contenidos, ni en la educación ni en la sanidad, en los que las personas beneficiadas sean las que constituyen la ciudadanía. No estamos al principio de una hermosa amistad.

 Tengo curiosidad por ver qué pasa con la financiación de las autonomías, porque son demasiadas las gobernadas por la (ultra)derecha como para que se mantengan al margen del reparto. A lo mejor no quieren una financiación singular, pero firman por una plural. Prepárense a escuchar grandes relatos. Pero aténganse a los hechos probados.

La sentencia