BATALLA CULTURAL

¿Qué es una democracia cruel?

Isabel Díaz Ayuso y Javier Milei

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Tengo la costumbre de recurrir a medios sudamericanos, por varias razones. Siempre he tenido especial querencia hacia esa tierra por vinculaciones históricas; y, también, porque aquí se genera mucho, profundo y novedoso pensamiento político. Suelo leer con cierta asiduidad la revista digital, Anfibia, nacida en 2012 en el programa Lectura Mundi de la UNSAM (Universidad Nacional de San Martín), orgullosa de pertenecer a una universidad pública del conurbano bonaerense y con el apoyo de la Fundación Gabo. En ella aparece un artículo que firma Ezequiel Ipar con un título muy sugerente Desquiciados, compilado por Alejandro Grimsom, LA DEMOCRACIA CRUEL, con la siguiente entradilla, a modo de resumen del artículo:

Menem decía que el país necesitaba cirugía sin anestesia. Milei reemplazó la precisión de ese bisturí por la brutalidad de la motosierra. Para combatir la crisis económica, el gobierno libertario insiste con una batalla cultural que busca normalizar prácticas y discursos crueles que cosifican, humillan y provocan deliberadamente sufrimiento a sus víctimas. En “Desquiciados”, compilado por Alejandro Grimson y editado por Siglo XXI, Ezequiel Ipar analiza la actualidad de la crueldad en el discurso político de las derechas radicales.

Menem decía que el país necesitaba cirugía sin anestesia. Milei reemplazó la precisión de ese bisturí por la brutalidad de la motosierra

He tratado de recabar información vía online, ya que no he podido adquirir todavía el libro de Desquiciados Los vertiginosos cambios que impulsa la extrema derecha. Lo que sí he podido es visionar la presentación del libro en el IDES, Instituto de Desarrollo Económico Social, accesible en la red, en la que intervienen diferentes autores del libro, que supone una buena descripción del libro, ya que dura sobre 1 hora y 44 minutos. Es sabido que los argentinos son prolíficos conversadores.

Tal como informa la editorial Siglo XXI el contenido del libro es el siguiente

Cuando Javier Milei asumió como presidente en 2023, la Argentina se convirtió en un experimento a cielo abierto. La crisis de representación que venía incubándose por el fracaso de los dos gobiernos previos abrió la puerta a un líder disruptivo, que inmediatamente dio vuelta el tablero político. Sometidos al bombardeo cotidiano de medidas que reformatean la economía y a un gobierno que insulta a feministas, zurdos, piqueteros, artistas populares, referentes políticos y periodistas, todos estamos en estado de shock, fuera de quicio, tratando de esquivar los golpes y salvar lo que se pueda. ¿Cómo salir de la impotencia? ¿Qué es esta derecha extrema y cuál es su proyecto? Eludiendo el psicologismo y la mirada escandalizada o irónica sobre los exabruptos del presidente, Alejandro Grimson y un equipo formidable de autoras y autores iluminan el fenómeno desde todos los ángulos para captar en qué se diferencia y en qué se parece a otras fuerzas de derecha en la Argentina y a líderes globales como Trump o Bolsonaro. Examinan hasta qué punto, aun cuando tiene legitimidad de origen, la ultraderecha puede erosionar la democracia y ponerla en riesgo al naturalizar la violencia, el sadismo y la crueldad. Se preguntan también por las transformaciones subjetivas que explican el voto a Milei y por la reacción conservadora ante la ampliación de derechos civiles, la agenda de género y el reconocimiento a las minorías sexuales. Poniendo el foco en los militantes y adherentes libertarios, que se piensan como individuos autosuficientes capaces de sobrevivir en la selva del mercado, exploran si estamos o no ante una derecha movimientista dispuesta a defender sus ideas en la calle. En medio de una impactante desarticulación intelectual y política, este libro es un aporte imprescindible para empezar a entender cómo es que la Argentina, a cuarenta años de haberle dicho "Nunca Más" al terrorismo de Estado, parece haberle dicho Nunca Más a la inflación. Y es también una herramienta para trazar un camino realista que se haga cargo de la desilusión social.

El rechazo a la crueldad en la política contemporánea se apoya en la memoria de la conmoción que provocó el horror absoluto de los crímenes de lesa humanidad

Paso ahora a resumir las principales ideas del artículo, Democracia Cruel del citado Ezequiel Ipar. Una vez expuestas, incorporaré las mías propias. Especialmente mostraré cómo esa conceptualización de democracia cruel, es aplicable a otros políticos, como Trump, Bolsonaro e Isabel Díaz Ayuso.

Tras las tragedias del siglo XX y sus devastadores efectos sobre la población civil, entre 1948 y 1987 se sancionaron diferentes normativas contra las prácticas crueles y deshumanizadoras. La Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), El Pacto Internacional sobre Derechos Civiles y Políticos (1966) y La Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes (1984). Cabe destacar, para entender el espíritu de estas normas, que en la declaración de derechos humanos la prohibición de las prácticas crueles en su art. 5. Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradante, viene inmediatamente después del art. 4. Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre, la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidas en todas sus formas. Para proteger la dignidad inalienable de todos los seres humanos, se comienza por prohibir la esclavitud y la crueldadEl rechazo a la crueldad en la política contemporánea se apoya en esas normas y en la memoria de la conmoción que provocó el horror absoluto de los crímenes de lesa humanidad en la conciencia moral de la población. Hubo que añadir más tarde en 2008, el Comité contra la Tortura de la ONU declaró que los Estados deben prevenir y castigar los actos crueles no cometidos por los gobiernos, entre otros la violación, la violencia doméstica, la mutilación genital femenina y el tráfico de personas.

Para reparar la propia crisis de la economía neoliberal global arremeten con un tipo de batalla cultural que busca normalizar prácticas y discursos crueles

No obstante, determinadas prácticas de violencia de género, trata de personas, explotación sexual o acoso, explotación laboral, entre otras, se llevan a cabo en los márgenes de nuestra sociedad, reconociendo su normalidad, aunque estén prohibidas. Lo novedoso hoy es que tales prácticas crueles se erigen como un ideal y una ley comunitaria que busca reponer jerarquías perdidas en el proceso de modernización jurídica y culturallo que se consigue a través de un discurso público. Tal discurso de la crueldad, se expresa tanto de manera vertical, en las palabras utilizadas para amedrentar y aleccionar a las víctimas, como de manera horizontal, para invitar e incitar a otros a integrar la comunidad de posibles cómplices. La crueldad como discurso es una invitación a formar parte de un grupo de seres humanos inmorales e impiadosos.

Tal discurso de la crueldad lo implementan con auténtico frenesí a nivel político las derechas radicales, usando una retórica contra una multiplicidad de grupos vulnerables: los migrantes, las diversidades sexuales, los pobres y las clases trabajadoras que ocupan las últimas posiciones en la sociedadEn sus discursos se hace explícita la invitación a transgredir las normas que protegen derechos universales y a conformar una cofradía de individuos impiadosos: la comunidad de los que tienen la fuerza para impulsar la intolerancia en todos los aspectos de la vida social. Lo auténticamente perverso y peligroso es que estos discursos crueles pueden inscribirse dentro del funcionamiento del Estado democrático y someterlo a una profunda transformación.

En la Argentina se hizo célebre la expresión del expresidente Carlos Menem para legitimar democráticamente programas de ajuste ortodoxo: “El país necesita cirugía mayor sin anestesia”. La metáfora del cirujano crea la imagen de un dolor no intencional, aplicado por un experto que usa su racionalidad técnica para remediar enfermedades económicas. El texto de esta justificación reconoce que se trata de un tratamiento doloroso, pero garantiza un resultado benéfico para el conjunto de la población. Es esta forma de legitimar el neoliberalismo.

El dolor que infligen al cuerpo social ya no se justifica como un efecto no deseado; ahora se lo legitima desde el poder atribuyéndoles características culturales negativas a quienes lo padecen

La metáfora que popularizó Javier Milei durante su campaña electoral exhibe alegóricamente la diferencia de la nueva política de las derechas radicales. Ahora ya no se trata de un cirujano que opera sine ira et studio,sino de un economista iracundo que amenaza con una motosierra a las víctimas del ajuste fiscal. La precisión del bisturí es reemplazada por la brutalidad de la motosierra. En este sentido, la organización política y la legitimación ideológica de las derechas radicales revela una alianza con clases dirigentes capitalistas que ya no confían en los automatismos de la modernización económica ortodoxa. Para reparar la propia crisis de la economía neoliberal global arremeten con un tipo de batalla cultural que busca normalizar prácticas y discursos crueles que permanecían en los márgenes de la cultura. Y lo hacen forzando su inscripción dentro del espacio donde se forman las opiniones y se toman las decisiones en el Estado democrático. Por esto mismo, la democracia cruel es un régimen político relativamente diferente de las democracias neoliberales, por más que encontremos allí algunas de sus causas más representativas. Del mismo modo, el dolor que infligen al cuerpo social ya no se justifica como un efecto no deseado; ahora se lo legitima desde el poder atribuyéndoles características culturales negativas a quienes lo padecen. En un contexto de múltiples crisis, los partidos de derecha radical han usado este tipo de estrategias de legitimación para presentar a las políticas que promueven la justicia social y los derechos humanos como responsables de los malestares subjetivos que genera la crisis, y han logrado con relativa eficacia despertar adhesión hacia posiciones ideológicas autoritarias. La fase política que comienza en la Argentina con la presidencia de Milei es el resultado de esta transformación y de este asedio sobre las democracias que vemos desplegado a nivel global.

Según el autor de las ideas precedentes Ezequiel Ipar, las cuatro condiciones básicas para reconocer una democracia cruela) redireccionamiento discriminatorio de las políticas públicas; b) deterioro de los derechos individuales orientado por motivaciones ideológicas; c) transformación en el modelo de ciudadanía, que comienza a alentar —directa o indirectamente— la idealización de prácticas y discursos crueles; d) desgaste de la cultura política democrática asediada por la polarización excluyente y la oficialización de los discursos de odio

Ahora la pérdida de las capacidades estatales se organiza para obtener legitimación política por medio del sufrimiento que esa retirada del Estado produce en determinados individuos o grupos sociales

Un inciso para alcanzar  la expansión de este discurso cruel y como secuela una democracia cruel, juegan un papel fundamental las redes sociales. Lo explica muy bien otro artículo de esta revista Anfibia, titulado ¡Viva la libertad de excreción, Carajo! de Diego Iglesias y Marta Elizagaray Estrada. Ahí va un pequeño extracto muy clarificador: A Daniel Parisini, conocido como @GordoDan, esta semana lo premiaron con un Martín Fierro Digital por ser “El más influyente en X”. Es el troll más destacado de un gobierno de trolls. En la alfombra roja full pesificada declaró sobre la red social: “Es una cloaca, hay que bancársela porque cualquiera puede decir cualquier cosa”. Protegido bajo la idea de defender la libertad de expresión, ese poder “decir cualquier cosa” es el principal activo de la estrategia digital de los libertarios: libertad para atacar, humillar, denigrar y mentir sobre cualquiera que critique al profeta Milei o a sus lesivas políticas. Libertad infantil, caprichosa, sin pagar consecuencias por las barbaridades que dicen. 

Retorno a las ideas de Ezequiel IparSi el concepto de posdemocracia servía para diagnosticar ciertas impotencias del Estado democrático. En las democracias crueles esa impotencia se vuelve explícitamente selectiva. La incapacidad del Estado ya no toma la forma de una fría indiferencia burocrática que no percibe o no puede responder a los padecimientos de las clases subalternas rezagadas en la fase actual del capitalismo global. Ahora la pérdida de las capacidades estatales se organiza para obtener legitimación política por medio del sufrimiento que esa retirada del Estado produce en determinados individuos o grupos sociales. Los discursos publicitarios de los partidos de derecha radical son explícitos en sus propuestas para suprimir las políticas de protección contra la violencia de género, la asistencia a migrantes o el sostenimiento de las necesidades básicas de los pobres. Estos recortes no están pensados para reducir el déficit fiscal (ya que representan una proporción marginal de este), sino para ofrecerle a una parte de la ciudadanía culpables ideales y necesarios a los que se pueda transformar en enemigos de la sociedad. 

No voy a detenerme en las políticas de Bolsonaro y Trump, a las que se les podría aplicar con total nitidez el concepto de democracia cruel. Si quiero hacer alguna alusión a las políticas de Isabel Díaz Ayuso. Y ustedes podrán calificar la democracia de IDA. Lo más grave ocurrido durante la pandemia fueron los protocolos de la vergüenza (PV) en la Comunidad de Madrid (CM), que eran de obligado cumplimiento para todo el personal dependiente de Sanidad. Produce auténtico pavor el pensar en la muerte que tuvieron algunos de estos ancianos, al no ser llevados a los hospitales. Este hecho lo han denunciado. El periodista Manuel Rico en su libro ¡Vergüenza! El escándalo de las residencias analiza lo ocurrido en las residencias en la primavera de 2020, desvelando los fallos estructurales del modelo de residencia. Las administraciones ni regularon adecuadamente, ni inspeccionaron ni castigaron a las empresas, que, movidas por el exclusivo beneficio, incumplieron la legislación vigente. Y también menciona los PV de la CM, que, según Médicos Sin Fronteras, provocaron que algunos ancianos «encerrados bajo llave, golpeaban la puerta o se dejaban morir».

Díaz Ayuso ha arremetido contra la justicia social, el “invento de la izquierda”, que sólo promueve “la cultura de la envidia, del rencor y de buscar falsos culpables”

Y el libro Morirán de forma indigna de Alberto Reyero, exconsejero de Políticas Sociales de la CM por Cs. La portada es una esquela, acompañando al título de por sí ya impactante. Repasa las directrices seguidas en uno de los mayores escándalos de nuestra historia política, al dejar tirados a miles de personas abandonadas sin atención médica. Reyero ya criticó, durante la primera ola de la pandemia, los PV de la CM. De ellos dijo que le parecían poco éticos y posiblemente ilegales, y por estos desacuerdos morales con las decisiones del Gobierno de la CM, presentó su dimisión como consejero, el 2 de octubre de 2020. En la Cadena Ser en el programa de Hora 25, Aimar lo entrevisto durante 26 minutos. Su audición estremece. Mas, Isabel Díaz Ayuso ha vuelto a negar en la Asamblea de Madrid que su Gobierno elaborase los PV. Y sobre este tema cabe recordar sus recientes palabras de: Había muertos en todas partes, en las casas, en los hospitales, en las residencias, todo colapsado. ¿Y sabe lo que sucedía también? Que mucha gente mayor, cuando iba a las residencias, a los hospitales, también falleció. Porque cuando una persona está gravemente enferma, cuando una persona mayor está gravemente enferma con el Covid-19, con la carga viral que había entonces,no se salvaba en ningún sitio”, concluía durante la pregunta parlamentaria Ayuso, apostillando a Bergerot que, en la izquierda, "sin ningún tipo de humanidad, niegan la verdad a todas las personas fallecidas en España entera".

IDA ha arremetido contra la justicia social, el “invento de la izquierda”, que sólo promueve “la cultura de la envidia, del rencor y de buscar falsos culpables”. En este tema coincide plenamente con Javier Milei. considerando aberrante la «justicia social», como una ocurrencia socialista o un rasgo de perroflautas desocupados.

Nunca estos portavoces del neoliberalismo salvaje lo han dicho tan claro y rotundo sin que se produzca una reacción contundente. Estos mensajes cosechan bastante éxito, no entre las élites a las que sirven, sino entre las víctimas de esta doctrina económica, cuyo mensaje es el «Sálvese quien pueda». Es decir, la ley de la selva. Puro darwinismo social. Resulta un sarcasmo observar en políticos que alardean de constitucionalistas y de sus creencias cristianas, el desprecio a la justicia social.

Termino haciendo una recomendación a aquellos que hayan tenido la paciencia de llegar hasta aquí. Traten de examinar las políticas de IDA y evaluar si a ellas se les pueden aplicar las cuatro condiciones básicas para reconocer una democracia cruel, que ha expuesto antes Ezequiel Ipar.