Plan B

Banca del PP en el Congreso de los Diputados.

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Habría que ser ciego para no darse cuenta de que las elecciones europeas han marcado un antes y un después en la estrategia de la (ultra)derecha. Hasta el 9 de junio, la apuesta era cortoplacista: vapulear al Gobierno de coalición para luego exigir su renuncia. Se aplicaron a ello con toda la energía, todo el radicalismo y la brutalidad de que fueron capaces. Y fracasaron.

Y entonces, en menos de un mes, el panorama cambia: el irrecuperable poder judicial se convierte de pronto en el principio de una nueva amistad, se abren negociaciones que todos niegan pero todos prosiguen en todas las mesas, se llega a acuerdos en la conferencia sectorial que reúne a todas las comunidades autónomas, se rompen los gobiernos de coalición con Vox.

He dicho “se rompen” porque no está claro quién ha roto qué. Formalmente y en público ha sido Vox, pero en el mismo acto Abascal acusa a Feijóo de esa ruptura. Todo esto coincide -coincide, al parecer- con que se archiva el caso Tsunami tanto en la Audiencia Nacional como en el Supremo, en lo que supone un paso de gigante para la aplicación de la ley de amnistía a más personas, y coincide también con que la “desconfianza” del PP hacia el tribunal constitucional deja abierta la puerta a que no recurran ante él dicha ley. Con un poco de suerte, a lo mejor hasta se nos olvida lo de las cuestiones prejudiciales ante el tribunal de justicia europeo. De repente Estrasburgo está muy lejos.

Alguien está cambiando de caladero en el que pescar votos y de plan para llegar hasta ellos

¿Es esto un Plan B, una vez fracasado el Plan A? Lo que parece claro es que Vox era y es un obstáculo para pactar con el PNV… y con Junts, ese demonio al que se le empieza a acortar el rabo y a pulir los cuernos, y que podría ser más eficaz que otros a la hora de acortar la legislatura y traer las ansiadas elecciones generales. Si a eso sumamos la aparición de Alvise en el panorama, no tardamos en llegar a la conclusión de que Vox no solo resulta igual de molesto que antes, sino muchísimo menos útil. Y eso sí que es grave en política.

Los próximos pasos serán interesantes. El presidente del Gobierno ha deslizado desde Washington que el partido socialista hará una oposición constructiva en las autonomías que ahora gobierna en solitario el PP, veremos a ver si nos encontramos con una respuesta igual de “constructiva”. El nombramiento del ministro Escrivá como gobernador del Banco de España será una interesante piedra de toque.

Alguien está cambiando de caladero en el que pescar votos, y de plan para llegar hasta ellos. A lo mejor son otros los que ahora hacen de la necesidad virtud, y descubren de pronto que las políticas hasta hoy satanizadas tenían una razón de ser que, llegado el caso, hasta podrían llegar a compartir. La vida da muchas vueltas.