sábado. 20.07.2024
Marine Le Pen
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Es incontestable que estamos inmersos en una oleada de extrema derecha. Se podrá discutir su alcance. Se puede especular si es un fenómeno transitorio o estamos al principio de algo más duradero. Pero la oleada de la extrema derecha es el primer dato que destaca de las elecciones europeas. En lo inmediato, urge definir qué hacer, cómo lidiar con el fenómeno ultra.

La oleada de la extrema derecha interpela, sobre todo, a los partidos conservadores tradicionales porque pone en cuestión su existencia misma o al menos el papel que han venido jugando hasta aquí.

En EE UU, Trump ha colonizado el Partido Republicano a tal punto que se puede decir que el PR tradicional ha dejado de existir, transformándose en otra cosa. El transito se ha producido merced a la influencia de grupos ultra operando desde dentro del PR, primero el Tea Party y luego MAGA. La reciente proclamación de Trump como candidato republicano le corona como un autentico caudillo, es decir, como única autoridad del partido.

La oleada de la extrema derecha interpela, sobre todo, a los partidos conservadores tradicionales porque pone en cuestión su existencia misma

En España el camino de la extrema derecha ha sido otro. En lugar de organizar el asalto al poder desde dentro del partido, Vox se crea como una escisión del PP, convirtiéndose en la tercera fuerza política del país en muy poco tiempo. Últimamente da claros síntomas de estancamiento, aunque ha resistido el intento del PP de Feijoo de absorber su espacio, como si que hizo con Ciudadanos. El crecimiento de la extrema derecha viene por el lado de otro grupo ultra, el de Albize, que viene a complicar el ya complicado espacio político de la derecha patria.

Algo parecido sucede en Alemania, donde la CDU resiste el avance de AfD. En Alemania los conservadores tradicionales mantienen un cordón sanitario respecto de la extrema derecha, al contrario que aquí, donde el PP ha pactado con Vox gobiernos regionales y locales.

En Francia los conservadores tradicionales han terminado siendo casi marginales. El principal partido de la derecha son los ultras de RN. La crecida de estos en las elecciones europeas que les ha colocado en el primer puesto, ha desembocado en elecciones generales anticipadas. Ante el peligro muy real de que, por primera vez desde 1940 la extrema derecha gobernara Francia ha movilizado a los partidos de izquierda y de centro que en unas elecciones trascendentales han derrotado a RN. Tienen más diputados pero han quedado fuera del gobierno. Lo cual explica el titulo de este artículo: la extrema derecha pierde a pesar de que avanza.

En Italia, donde la DC hace tiempo que se extinguió, FdI capitanea al resto de las derechas, que en la práctica se subordinan a Meloni. La coalición de gobierno de Italia es el modelo por el que suspira Abascal.

En el Reino Unido, los conservadores han sufrido una catástrofe y ha visto emerger con fuerza Reform, un partido identificado con Trump. Hay que advertir que el asombroso resultado de los laboristas se debe no tanto a una incremento de sus votos como a la debacle de los conservadores. También aquí la extrema derecha avanza pero no gobierna ni tiene trazas de llegar al gobierno. 

El ascenso de la extrema derecha, en unos países, reduce el papel de la derecha tradicional y en otros, la obliga a cambiar sus posiciones políticas tradicionales

Es indudable que el espacio político de la derecha se ha fragmentado y que en todas partes, la extrema derecha es la fuerza emergente. El ascenso de la extrema derecha, en unos países, reduce el papel de la derecha tradicional y en otros, la obliga a cambiar sus posiciones políticas tradicionales asumiendo, al menos en parte, el ideario ultra.

¿Por qué este ascenso? Es una buena pregunta y difícil de contestar, entre otras cosas, porque hay causas distintas en cada país. En España, tengo para mí que el ascenso de Vox tiene mucho que ver con el procésque despertó el nacionalismo español dormido desde hace largo tiempo. Añádase a ello la notable incompetencia con que el PP de Rajoy gestionó la crisis catalana para dar con un ingrediente importante en el ascenso de Vox. 

Solo en ese contexto de ascenso de la ultraderecha se puede valorar el hecho de que la elección de los principales cargos de gobierno de la UE ha venido precedida por negociaciones entre conservadores, socialistas y liberales. La extrema derecha, a pesar de que tiene una representación mayor que los liberales en el Parlamento Europeo, ni siquiera ha sido llamada a sentarse a la mesa del diálogo donde se ha establecido el reparto del poder europeo. La extrema derecha, la fuerza política que más ha crecido en estas elecciones, se llamaba a la parte en el reparto del poder europeo. No es ningún secreto que los ultras aspiraban a sacar del poder a los socialistas sustituyendo el viejo consenso entre conservadores, liberales y socialistas por otro entre conservadores y ultras. Pero los números no daban para eso, quedándose en un objetivo menor: estar en el reparto. O, como se dice popularmente, sacar cacho. Obviamente, socialistas y liberales se oponían a esto. Por eso lo verdaderamente significativo es que los conservadores, después de algunas dudas y con posiciones diferentes entre ellos, han aceptado pactar solo con socialistas y liberales, con exclusión de la extrema derecha. De ahí el enfado de Meloni y otros conmilitones que pueden decir que han tenido una victoria estéril. Han ganado votos pero no han ganado poder.

¿Significa esto que los conservadores han fijado una política de alianzas caracterizada por no pactar con la extrema derecha? No. Con todo, es un hecho de gran importancia el pacto europeo de conservadores, socialistas y liberales. Tengo la impresión que ese pacto ya ha tenido una influencia positiva en España.

Es un hecho de gran importancia el pacto europeo de conservadores, socialistas y liberales. Tengo la impresión que ese pacto ya ha tenido una influencia positiva en España

¿Por qué el PP se ha allanado, precisamente ahora, a acordar la renovación del CGPJ? Creo que hay dos factores que explican el cambio de posición de Feijoo. En primer lugar, está el anuncio del gobierno de que, si a final de mes no había acuerdo, procedería a una reforma de las atribuciones del CGPJ. Los jueces conservadores preferían un acuerdo antes que perder poder por la vía de la reforma. Por eso han presionado a Feijoo a que se aviniera a la renovación del CGPJ. Lo que algunos llaman el “partido judicial” se ha manifestado claramente por esa salida. En segundo lugar está el acuerdo europeo, donde, al ponerse de acuerdo socialistas y conservadores (incluidos los españoles) en algo tan importante como el gobierno europeo dejaba en fuera de juego la posición de no pactar algo mucho menos importante como es la renovación del CGPJ. De algún modo, ha habido una presión europea hacia el PP.

Ha sido un acuerdo PP–PSOE como ha quedado claro en la foto de Bruselas. En términos taurinos, Vox queda fuera de cacho. Y eso es lo verdaderamente noticiable de ambos acuerdos: que una extrema derecha en ascenso no ha logrado ninguna cuota de poder. Por ahora. A la espera de lo que pase en noviembre en EE UU.

La dinámica política europea tiene un eje principal: la lucha entre los nacionalismos reaccionarios y las fuerzas europeístas y progresistas. Claro que esta dinámica no agota otras confrontaciones como es la confrontación derecha–izquierda. Pero, en términos estratégicos, aquella es la contradicción en primer plano. La cuestión que subyace tras esa contradicción es que es lo que viene después del neoliberalismo. Sobre eso volveré en próximas reflexiones.

La extrema derecha gana. La extrema derecha pierde