viernes. 27.09.2024

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A los seres humanos nos gusta la paradoja y la hemos desarrollado en innumerables elementos culturales. Casi todos los ejemplos que se me ocurren son literarios o cinematográficosUna cuestión de tiempoRegreso al futuroEl jardín de senderos que se bifurcan o La biblioteca de Babel. También hay paradojas matemáticas, algunas refutadas por el desarrollo más actual de la disciplina -como la de Aquiles y la tortuga, que propuso Zenón de Elea-, otras por la lógica que resolvió una falacia, otras son sólo aparentes, como algunas de carácter geométrico.

Geométrico y literario es el laberinto que el rey Minos mandó diseñar a Dédalo (tristemente célebre por la muerte de su hijo Ícaro, demasiado ansioso en su afán de liberarse), lugar de aventuras hermosas y terribles, de sacrificios, de confinamiento y de viaje interior. También otro personaje de la literatura, Alice, entra tal vez soñando en un Mundo de las Maravillas que es una paradoja constante, en el espacio y el tiempo, y un laberinto en donde lo más difícil no es superar las pruebas, sino mantener la cordura. 

Este concepto, el de la cordura, tan manoseado por la moral y las costumbres sociales en cada época, es a su vez un laberinto humano que ha servido para confinar y aislar a personas cuya identidad se ha dejado sistemáticamente en los márgenes porque no encajaban en la cuadrícula de normas que “nos” hemos ido dando, a pesar de que su etimología en realidad tiene que ver con una víscera que desde hace más de doscientos años disociamos de la lógica y el pensamiento racional: el corazón. 

Es lamentable descubrir que hay fuentes que cifran el fracaso en realizar un trámite administrativo por medios informáticos en un 70%

En fin, toda esta reflexión para intentar entender cómo es posible que no haya hilo de Ariadna ni alas de cera y plumas para lograr superar esa odisea que es tratar de realizar trámites en nuestro sistema burocrático, y cuál es el objetivo de planificarlo como un laberinto de laberintos en que las web y los tutoriales y los pdf de las administraciones estatales y locales se enredan hasta convertir los certificados digitales, las aplicaciones de firma y los formularios en madejas desordenadas que no pueden afrontar minotauros ni muros infranqueables. La lista de procesos digitales, telefónicos y presenciales es tan extensa e intrincada, que se la voy a ahorrar. Solo diré, para que sea más ameno y no pierdan ustedes la cordura, la de verdad, la del corazón y la fe en el ser humano, que lograr una cita en el SEPE es semejante a un té desbordando en una taza junto a una liebre desquiciada y a un sombrerero loco, en un laberinto de sillas y platos vacíos, en donde siempre son las cinco de la tarde, pero a donde paradójicamente una siempre llega tarde. Todo lo relacionado con el laberinto señala a la muerte o la destrucción: la misma palabra, del griego labrys, hacha de doble filo; o los laberintos de césped británicos conocidos como “ciudad de Troya” -ya sabemos cómo acabó esta increíble ciudad-. 

Solo troleando al sistema y enfureciendo a la reina de corazones se puede finalmente salir de la madriguera, que es también como renacer. Es lamentable descubrir que hay fuentes que cifran el fracaso en realizar un trámite administrativo por medios informáticos en un 70%, y que ese fracaso sea ocasionado por trabas tecnológicas y falta de organización, coherencia y simplificación en la planificación de los procesos por parte de la administración.

A falta de alas de cera, dan ganas de quemar el ordenador, el móvil y el lector de DNI, y vivir como una eremita. Eso sí, el viaje interior ha sido digno de los versos de Cavafis.

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