La línea que claramente conecta esos tres tiempos de Rusia es el dominio de un nacionalismo autoritario subyacente encarnado por un Padre, un hombre providencial.
Domina en Occidente la idea de que ‘Ucrania puede ganar’ , pero ello exigirá mantener la cohesión aliada y un esfuerzo continuado de ayuda al país invadido.