El PSOE se deshilacha

Las relaciones entre PSOE y PSC no pasan por su mejor momento. La crisis no ha sido causada por el incumplimiento del programa de Zapatero o por una reforma exprés de la Constitución que sacraliza el pago de la deuda aun a costa de la pobreza de los ciudadanos, el distanciamiento público empezó con la petición de Pere Navarro, secretario del PSC, de la abdicación del rey y ha alcanzado su cenit con el voto de los socialistas catalanes a favor del

Las relaciones entre PSOE y PSC no pasan por su mejor momento. La crisis no ha sido causada por el incumplimiento del programa de Zapatero o por una reforma exprés de la Constitución que sacraliza el pago de la deuda aun a costa de la pobreza de los ciudadanos, el distanciamiento público empezó con la petición de Pere Navarro, secretario del PSC, de la abdicación del rey y ha alcanzado su cenit con el voto de los socialistas catalanes a favor del derecho a decidir.

En esta situación de crisis múltiple no creo que ninguna de las dos cuestiones sea prioritaria para la ciudadanía, por eso se entiende menos la reacción de algunos dirigentes del PSOE. No sé cuál es el problema de pedir el fin del reinado de Juan Carlos I -está totalmente amortizado y cada día que pasa debilita más a la casa real- de no ser que Rubalcaba, en un arrebato republicano, apueste por que el desprestigio creciente del rey termine hundiendo a la monarquía.

Más violenta ha sido la respuesta a la apuesta del PSC por el derecho a decidir, a la celebración de un referéndum, con todos los requisitos legales, para que los catalanes se pronuncien sobre su futuro. Cuando la mayoría de nuestros problemas solo tienen solución en el ámbito internacional, dedicar energías a cuestiones identitarias puede parecer una pérdida de tiempo si no un claro error pero, aun sin apostar por la independencia, buena parte de la sociedad catalana reclama el derecho a decidir como un derecho democrático. Y esto es algo que ni los políticos catalanes ni los del resto de España pueden despreciar.

Al convencimiento del PSC de que la salida a la crisis política no está en el escenario institucional diseñado hace 35 años, y el intento de los socialistas gallegos de incrementar la participación de la afiliación, organizando primarias para elegir al secretario general, la dirección del PSOE no es capaz de responder más que exigiendo disciplina (lo que también hace el PSC) y el cumplimiento de los estatutos.

Mal lo tienen en Ferraz. Que personajes como Alfonso Guerra sigan anclados en los años 70 puede ser comprensible, pero que la dirección del partido defienda a ultranza, como si fuesen dogmas, los pilares sobre los que se asientan los acuerdos de la Transición…

No valen los viejos esquemas, urge renovar el acuerdo de convivencia con un estado federal, democratizar el funcionamiento de los partidos, cambiar las formas de entender la política, articular procesos de participación ciudadana en las decisiones…

Y, fundamentalmente, hacer del bienestar de las personas el centro de toda intervención política. Si no reacciona pronto, el PSOE corre el riesgo de, además de perder el apoyo de los ciudadanos, comenzar a deshilacharse.