La estrategia de la mentira goebbeliana no es legítima en un Estado democrático, es propia de personas, partidos y países poco desarrollados éticamente que añoran formas de organización autoritarias y clasistas
No dejemos que las fuerzas castrantes y brutales del pasado impongan su ley. De momento son los que más gritan, aunque sus aullidos parecen salir de una cueva del Monte Sinaí.