Regeneracionismo

En más de una ocasión, he comentado que el mejor amigo de hombre no es el perro, sino el chivo… expiatorio. En los tiempos de crisis, la demagogia crece como la mala hierba. No hay nada mejor, si se quiere ser popular o populista, que recurrir a discursos facilones y culpar de todos los males a algún colectivo. Es un discurso sencillo, basado en boutades, que no aportan valor alguno. Simplemente, se trata de expresar que lo que hay, hay; y eso es lo existente.

En más de una ocasión, he comentado que el mejor amigo de hombre no es el perro, sino el chivo… expiatorio. En los tiempos de crisis, la demagogia crece como la mala hierba. No hay nada mejor, si se quiere ser popular o populista, que recurrir a discursos facilones y culpar de todos los males a algún colectivo. Es un discurso sencillo, basado en boutades, que no aportan valor alguno. Simplemente, se trata de expresar que lo que hay, hay; y eso es lo existente. Lo que es imposible, es imposible; y además, no puede ser. Cierto es que la antítesis de ello no debe consistir en escaparse de la realidad, que ganas no faltan. Pero, en cualquier caso, no podemos percibir la realidad a través de sus imágenes, tal como nos indica el Mito de la Caverna.

Esperanza Aguirre es una maestra de la comunicación. Nunca hay que despreciar al adversario. Sabe como nadie, captar, atrapar, el impulso social. En estos momentos, es consciente del triunfo de las tesis antisistema y las hace suyas. No nos equivoquemos, la lógica antisistema no tiene porque venir exclusivamente desde la izquierda, también proviene desde la derecha. El instalado sistema político que tenemos se resquebraja cada día más y más. La deslegitimación social que existe sobre él presenta unos niveles altísimos. Por ello, Aguirre asume, en estos momentos, el discurso antisistema, consiguiendo ser el centro de atención. Si hacemos un análisis de contenido de los periódicos podremos contemplar, con asombro, como la Presidenta de Madrid se escabulle, con acierto, de su tremendo y oculto déficit generado por ella misma. Compite en titulares con el Rescate (ya con mayúsculas) o la Eurocopa.

Pero la fiebre es síntoma, no enfermedad. Por ello, merece la atención fijarnos en el peligro que tiene soportar estos altos niveles de deslegitimación social, incluso repudio, hacia el sistema político democrático. Si se me permite la figura retórica, la prima de riesgo del sistema político español está muy por encima de los 600 puntos. Por ello, es preciso tomar medidas eficaces y auténticas de regeneración democrática. Medidas que fortalezcan el republicanismo cívico y aseguren niveles de reconciliación social con el sistema. Desplegar instrumentos que potencien la ética pública. La crisis es total, holística, afecta a prácticamente todos los ámbitos: social, moral, político, económico. Si sólo nos empeñamos en fijarnos en la crisis económica, nuestra calidad democrática se debilitará peligrosamente. Por ello, una regeneración democrática, a modo de transición, es ineludible para que el sistema democrático vuelva a recuperar su funcionalidad social.