Abintestato

El Sr. Rodríguez Zapatero, políticamente hablando, ha muerto. Debo decir que inicié este artículo escribiendo: Zapatero ha muerto… políticamente. Pero me dije ¿y si alguno no llega a los puntos suspensivos, se queda en lo de ‘Zapatero ha muerto’, sale a la calle vociferando y altera aún más a los indignados? Y cambié la entrada por la que figura.

El Sr. Rodríguez Zapatero, políticamente hablando, ha muerto. Debo decir que inicié este artículo escribiendo: Zapatero ha muerto… políticamente. Pero me dije ¿y si alguno no llega a los puntos suspensivos, se queda en lo de ‘Zapatero ha muerto’, sale a la calle vociferando y altera aún más a los indignados? Y cambié la entrada por la que figura. Dicho esto, y partiendo del suceso aseverado y cabal del óbito, se me han abierto  interrogantes que expongo sin propuesta alguna de solución, antes bien en demanda de ellas…

La primera es si dejó o no testamento. Crucial la pregunta ya que si murió, políticamente, abintestato, hay que instar el correspondiente procedimiento notarial para la adjudicación de la herencia a quien corresponda. Sabido es, y juristas leerán estas líneas para refrendarlas, que si existen herederos directos, esto es y simplificando: ascendientes o descendientes, suya es. En caso contrario, y para quienes se piensen merecedores de la misma, habrá que acudir a la vía judicial y, de darse el supuesto, ya apunto desde aquí que sus señorías no pueden recurrir a ‘esto no es mío’  o ‘problema de conciencia’. Cada toro se lidia en su plaza.

Trabajando sobre la hipótesis del abintestato, y siendo obligado hacer inventario de todos los bienes, y servicios prestados, podría aprovecharse la venida a nuestro país de los auditores externos, los de allende los Pirineos que, sabedores que son de la crisis que nos afecta, no cobrarán nada o quizás por trueque de casa y comida.

Una vez sabido el monto, se determinan los heredero, se reparte y a otra cosa.

Mi postura personal, por si sirve de alerta a otros navegantes, y sin ánimo de desairar al Sr. Rodríguez y allegados, es que he manifestado ante notario, escribano y juez que si resulto ser uno de los agraciados renuncio a la parte que me toca o, como alternativa, acepto la herencia a beneficio de inventario. Por razón muy simple que quien me conoce refrendará: nunca he sido interesado en los bienes terrenales y no voy a empezar ahora con la edad que tengo. ¿Laus deo o que Dios nos pille confesaos?

(Y gracias, José Antonio GM, por la idea)