APUNTES DE HISTORIA

La revuelta de los Bóxers en China

El Socialista, número 782 (01/03/1901) Soldados bóxers (1900)

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@Montagut | El levantamiento de los bóxers en China a finales del siglo XIX debe enmarcarse en la reacción ante la creciente presencia extranjera con fines de dominación y explotación económicas, y que tuvo marcados tintes de xenofobia. 

En el norte de China surgió en la década de los años noventa del siglo XIX un fuerte sentimiento de xenofobia. Los bóxers eran miembros de una sociedad secreta denominada “Puños de Justicia”, que realizaban una suerte de ejercicios que, supuestamente, les hacían inmunes a los disparos. Comenzaron a tener mucha importancia gracias al caldo de cultivo que suponían unas condiciones sociales muy deterioradas. Su presencia se canalizaba a través de acciones esporádicas contra los extranjeros en Shantung a partir de 1898. Los bóxers criticaban claramente a los Ch’ing, pero la situación cambió cuando la emperatriz viuda Tz’U-hsi y el príncipe Tuan decidieron pactar con ellos en 1899. La emperatriz lanzó a los bóxers contra los enclaves extranjeros de Pekín y Tientsin en el mes de junio de 1900, y declaró la guerra a las potencias extranjeras. Estos asaltos se saldaron con la vida de unos 250 extranjeros y multitud de chinos cristianos. El asedio de las embajadas causó unos 75 muertos. Muchos recordarán la versión cinematográfica de los 55 días en Pekín, rodada en España.

La emperatriz lanzó a los bóxers contra los enclaves extranjeros de Pekín y Tientsin en junio de 1900, y declaró la guerra a las potencias extranjeras

Las potencias extranjeras organizaron una expedición de castigo y ayuda a sus legaciones en ambas ciudades. La emperatriz tuvo que huir a Siam donde tuvo que asentar su corte durante un año. Las tropas expedicionarias liberaron las embajadas y enclaves, asaltaron el Palacio de Verano y lo arrasaron. En los meses siguientes se realizaron diversas expediciones a otras ciudades del norte de China para castigar a los culpables. Se ejecutó a algunos cabecillas.

La desunión y los diferentes intereses de las potencias evito un mal mayor a China, como podría haber sido su desmembración. Al final se firmó el Protocolo Bóxer de 1901. China tendría que pagar una indemnización de 333 millones de dólares, y que debía abonarse en el plazo de cuarenta años.

Es interesante reseñar que la socialdemocracia alemana publicó un manifiesto a principios de 1901 en el que, por un lado, interpretaba lo que estaba ocurriendo en China, y por otro protestaba.

Los socialistas alemanes exponían que en el último medio año las potencias asolaban el Extremo Oriente, robando, matando y violando. La responsabilidad de la guerra no podía recaer en China, como afirmó contundentemente Bebel en el Reichstag. China era la víctima.

La desunión y los diferentes intereses de las potencias evito un mal mayor a China, como podría haber sido su desmembración

El Manifiesto hacía un repaso de la escalada de la tensión hasta el conflicto de las embajadas, que hemos comentado al principio de este artículo. El levantamiento era interpretado como el intento de una China que no quería ser despedazada como un cadáver, defendiendo su independencia y libertad. China estaba en todo su derecho de defenderse porque la guerra habría sido provocada por Europa.

Los socialdemócratas alemanes recordaban los acuerdos tomados en la Conferencia de La Haya que obligaban a las naciones firmantes a no entregar al saqueo una ciudad tomada por asalto, a tratar con humanidad a los prisioneros de guerra, a no herir a un enemigo que se hubiera rendido, a no declarar que no se “daría cuartel”, y a no atacar o bombardear ciudades, pueblos, casas o edificios que no estuvieran defendidos. Pero Francia, Alemania, Rusia, Inglaterra, Austria, los Estados Unidos y el Japón, potencias firmantes, no los habrían respetado: saqueos en ciudades tomadas, fusilamientos, acuchillamientos de prisioneros o muertos a garrotazos, y hasta oficiales y misioneros habían reunido en pocos días grandes fortunas. También se había ejercido violencia contra las mujeres y los niños.

China estaba en todo su derecho de defenderse porque la guerra habría sido provocada por Europa

El SPD exigía que la guerra terminase, alzándose contra los “codiciosos proyectos de los capitalistas”, pero también contra el proselitismo “sangriento” de los religiosos, y la “embriaguez brutal” de los militares.

Las legaciones diplomáticas ya estaban salvadas desde hacía muchos meses y desde entonces China había pedido la paz. Es más, los norteamericanos, japoneses, rusos, austriacos e italianos ya habían retirados sus tropas, pero no Francia, Inglaterra y Alemania.

Los socialistas alemanes reconocían que no tenían aún poder suficiente para hacer triunfar sus propósitos y evitar los conflictos sangrientos que resultaban de la administración “autocrática, monárquica o burguesa” de los estados, pero no por eso dejaba de llamar la atención ante esas administraciones y denunciar las violaciones de sus propios principios.

El manifiesto fue traducido al castellano, y publicado en el número 782 de El Socialista, de 1 de marzo de 1901.