domingo. 30.06.2024
Giuseppe Mazzini
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@Montagut | Los lectores y las lectoras seguramente conocerán a Giuseppe Mazzini como un intenso defensor del nacionalismo liberal y uno de los inspiradores de los principios republicanos en el Risorgimento, pero Mazzini, personaje fascinante donde los haya en un siglo de personalidades acusadas como fue el XIX, fue más allá porque desarrolló una clara dimensión europeísta y una acusada preocupación social. Intentemos ofrecer algunas claves, al respecto. 

El político italiano escribió en el verano de 1846 una serie de artículos, destacando el último de ellos porque intentó aplicar su defensa de la democracia a la política internacional. La idea pasaba por la asociación de los países para buscar la paz, y que los pueblos siendo libres e iguales, debían ayudarse mutuamente.

Giuseppe Mazzini desarrolló una clara dimensión europeísta y una acusada preocupación social

Mazzini no creía que la unificación italiana se pudiera desvincular de la necesidad del triunfo de las libertades para otras nacionalidades oprimidas. Como es sabido, fue un declarado enemigo de la Europa dominada por las potencias absolutistas según el modelo de la Restauración, establecido en el Congreso de Viena y en la Europa de los Congresos. En contraposición, debía formarse una Europa de naciones libres. Así pues, no le bastaba con su Joven Italia, sino que había que crear la Joven Europa, para difundir las ideas nacionalistas liberales y hasta democráticas, y con el fin de coordinar los esfuerzos. Por ello mismo su organización fue perseguida, fracasando. Pero, aunque esto sería asumido por el propio Mazzini también es cierto que consideraba que las ideas no estaban muertas. La lucha por las independencias nacionales debía desembocar en la creación de una futura unión donde las naciones colaborarían para asegurar la paz, el triunfo del derecho y la justicia, además de para el intercambio de ideas y conocimientos, sin olvidar la dimensión económica de esa especie de unión.

Las naciones europeas que formarían dicha unión serían fraternas entre sí, libres e iguales con el fin de constituir una Alianza republicana de los Pueblos. Las ideas de Mazzini terminarían con el tiempo ejerciendo una clara influencia no sólo en la difusión de la democracia, sino también como inspiración de la integración europea. En este sentido, resulta significativo que el destacado político italiano, Giovanni Spadolini, llegara a afirmar en el Congreso de la Joven Europa, que tuvo lugar en Suiza en 1984, que esta organización había marcado el inicio del proceso de integración europea.

Mazzini no fue socialista, su gran preocupación fue defender la causa nacionalista italiana republicana y progresista, pero, insistimos, no fue socialista. Aún así, no cabe duda que este pensador y político tuvo preocupaciones sociales.

En Mazzini encontramos influencias del socialismo utópico, de Saint-Simon y de Fourier, así como una profunda crítica al comunismo y a Proudhon. Sentía una especial aversión hacia el materialismo, pero era consciente del creciente protagonismo de los obreros en el tiempo en el que vivió. En 1841 organizó una sección obrera en la Joven Italiana. Defendía la idea de que las revoluciones, en realidad, eran sociales. También creía que los obreros debían organizarse autónomamente sin tutelas o paternalismos foráneos.

Mazzini no creía en la lucha de clases, sino en la lucha política del pueblo italiano para la construcción de Italia, de ahí que intentara organizar a los obreros en la Joven Italia

Pero conviene también matizar estas últimas ideas que, en principio, parecen muy avanzadas. El concepto de obrero que tenía Mazzini era muy personal. Los obreros serían todos los trabajadores manuales, pero del ámbito urbano nada más. Mazzini nunca tuvo mucha afinidad con el mundo rural, por desconocimiento de su realidad y porque nunca quiso que se cuestionase la propiedad rural, algo, por otro lado, fundamental en un país como Italia.

Mazzini no creía en la lucha de clases, sino en la lucha política del pueblo italiano para la construcción de Italia, de ahí que intentara organizar a los obreros en la Joven Italia para el objetivo que pretendía. La lucha de clases llevaría a la guerra civil. Por otro lado, este encuadramiento en la causa nacional evitaría que los obreros abrazaran la causa socialista. La lucha debía dirigirse, pues, contra los enemigos de Italia: el absolutismo borbónico en el sur, el dominio papal en el centro y la presencia austriaca en el norte. Eso no era obstáculo para que se construyese una Italia en la que se consiguiese la justicia social, pero siguiendo más los métodos de los utópicos, es decir, a través de la persuasión. Tampoco era nada radical en relación con la propiedad porque, como hemos comentado anteriormente sobre el campo, era aceptada, como el derecho de herencia. Eso sí, era partidario de las cooperativas de producción y consumo. Cuando Mazzini fue elegido en marzo de 1849 triunviro de la República romana intentó emprender reformas sociales. Anteriormente, en el exilio londinense, en 1841, fundaría una escuela italiana para pobres.

Mazzini fracasó en este empeño de subordinar lo social a la lucha política, y en su misticismo sobre la liberación de los pueblos, pero en el seno del movimiento que creó terminaron por surgir figuras que, siendo disidentes, pueden ser consideradas como pioneras del socialismo en Italia.

Un Mazzini poco conocido: europeísta y con vocación social