MEMORIA HISTÓRICA

Identificados los restos de Modesto Manuel Azcona

Modesto Manuel Azcona

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El Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos, Gogora, ha identificado los restos mortales de Modesto Manuel Azcona asesinado por los fascistas en el cementerio de Bayas (Burgos) en 1936. Una noticia que debe servir de acicate animoso para quienes en España siguen en la lucha por recuperar los restos de los familiares asesinados en 1936 y que permanecen abandonados en los lugares más inverosímiles de la geografía, por culpa de unos facinerosos.

Sirvan estas líneas para recordar quién era Modesto Manuel y cómo se llevó a cabo su asesinato en 1936.

Era hijo de Manuel Azcona y de María Goicoechea. Nació en Villafranca (Navarra) el 24 de febrero de 1891. Casó con Felisa Irriguible Clavería, natural de Corella (Navarra). El matrimonio tuvo dos hijos, María Felisa y Julio.

Una noticia que debe servir de acicate animoso para quienes en España siguen en la lucha por recuperar los restos de los familiares asesinados en 1936

El padre de Modesto Manuel fue uno de los vecinos fundadores de la Caja Rural Católica de Villafranca, el 15 de julio de 1906, institución que pertenecía al movimiento cooperativista impulsado en Navarra por el Obispo de la Diócesis con el apoyo del carlismo de la época. Cuando la Caja fracasó por razones de un desfalco que no viene al caso explicar, la familia abandonó el pueblo, instalándose en Bilbao. La vida en la capital norteña no fue lo próspera que hubieran deseado, así que la familia se trasladó a Álava, a una pequeña población de nombre Saracho. Manuel y Felisa desempeñaron sus actividades más afines con su temperamento y preparación. Felisa ejerció como maestra en la escuela pública y tanto Manuel como su esposa se integrarán en el partido Unión Republicana. Tanto Modesto Manuel como su esposa Felisa pertenecieron a Unión Republicana. 

Precisamente, será en las elecciones de febrero de 1936 cuando fue nombrado gestor provincial de la Gestora de la Diputación de Álava en la ampliación/renovación del 11 de marzo del 36, figurando como “Manuel Azcona de Amurrio, miembro de Unión Republicana”.

Recordaba su nieta María Jesús Fuertes que, cuando intervenía en algún mitin, las fuerzas nacionalistas del PNV lo llamaban maketo. Modesto Manuel, en lugar de enfrentarse al insulto, recitaba los ocho apellidos vascos que llevaba adosados a su espalda genealógica.

El golpe de Estado lo pilló en Vitoria, viviendo con su hija María Felisa de catorce años, estudiante de bachillerato, en una pensión, mientras que su padre, ya anciano, su esposa y Julio, su otro hijo, se encontraban en Saracho. En la noche del 18 al 19 de julio, la dueña de la pensión, despertó́ al padre y a la hija diciéndoles que unos policías vestidos de paisano preguntaban por Manuel Azcona. Este se levantó de la cama. Los policías le pidieron que los acompañara al Gobierno Civil. Transcurrieron unos días. Unos amigos notificaron a su hija que su padre había sido encarcelado. 

El matrimonio y los dos hijos,
María Felisa y Julio

Mientras tanto, la población de Saracho, ocupada por los fascistas, obligó a su esposa Felisa a desaparecer del lugar. 

Mientras Modesto Manuel estuvo en la cárcel, lo visitaba su hija y fue, en uno de estos encuentros, cuando el padre aprovechó para darle un mensaje escrito en un papel y que introdujo en la cacerola donde le traía la comida: “Sé siempre una buena y valiente republicana”. Añadiendo: “No vuelvas más por aquí́ y mañana no salgas de casa en todo el día”. Ese día, la aviación del gobierno republicano bombardeó el polvorín donde, supuestamente, los sublevados golpistas almacenaban el armamento. 

Después de que la aviación republicana sobrevolase Vitoria, fueron asesinados once personas: el presidente de la Diputación, Teodoro Olarte, de Izquierda Republicana (IR), tras ser brutalmente torturado en el propio gobierno Civil. La saca fascista se llevó por delante a los comunistas Daniel Díaz de ArcayaAntonio Díaz MorenoServiliano Etcheverry (farmacéutico de Laguardia), los socialistas Primitivo Herrero (portavoz municipal y máximo dirigente local), el también diputado provincial Casto Guzmán, junto con Columba FernándezBenedicto LunaRicardo Ibáñez y Modesto Manuel Azcona. Fue la primera de varias sacas consecutivas que se efectuaron en Vitoria hasta el 22 de septiembre.

En lugar de enfrentarse al insulto, recitaba los ocho apellidos vascos que llevaba adosados a su espalda genealógica

El Gobernador Militar enviará un aviso al jefe de la prisión preventiva de la capital (Vitoria), para que admita en la misma a Modesto Manuel Azcona y Garaycoechea (sic). La fecha del oficio es del 19 de julio de 1936. Pero Modesto Manuel jamás fue ingresado en dicha cárcel. El mismo día de la saca, día 18 de julio, fue conducido con el resto de los compañeros a Bayas, donde fue asesinado.

La misma falsedad circuló sobre su ingreso en el fuerte de San Cristóbal (Pamplona). Su hija, María Felisa, a pesar del consejo de su padre, volvió a la cárcel a visitarlo. Fue, entonces, cuando le dijeron que lo habían trasladado al fuerte de San Cristóbal en Pamplona. Uno de los primos que tenía la familia en Navarra, Manuel Menéndez Azcona, comprobó por un carcelero del Fuerte que a Modesto Manuel nunca lo ingresaron en dicho Fuerte. 

Mientras tanto, su esposa Felisa y su hijo Julio, marcharon en un barco fletado por el Gobierno Vasco a Inglaterra con una colonia de niños, hijos de republicanos y nacionalistas.

A Manuel Azcona Goicoechea lo “enterraron” en el cementerio de Bayas, territorio de Miranda de Ebro (Burgos). Su nieta María Jesús Fuertes contaba que, el día 22 de diciembre de 2006, algunos familiares de estos asesinados concertaron una entrevista con F. Truchuelo, natural de Bayas, cuyo padre habida sido el alcalde de esta población en 1936. Recordó́ que aparecieron los cadáveres de seis personas en el borde de la carretera antigua y que su padre dio la orden de que se los condujera en un carro tirado por bueyes para inhumarlos en el cementerio, cosa que hizo el enterrador de entonces, apodado el Mosca

Dichos cadáveres se inhumaron en una única fosa, la primera al lado derecho de la puerta del cementerio. Añadió́ que se dio la orden de dejar a Teodoro Olarte, presidente de la Diputación, en el extremo superior de la fosa, con la intención de sacarlo en fechas posteriores. Como quiera que la forma de inhumar en Bayas consistía en que, cuando una fosa estaba ocupada, se exhumaban previamente los restos que hubiese en ella y se depositaban en el osario de dicho cementerio, se concluyó que sería imposible que los restos de las personas buscadas, entre ellas la de Manuel Azcona, estuvieran donde fueron enterrados en 1936. Por lo tanto, localizar los restos de estos alaveses y de este navarro de Villafranca, enterrados en el cementerio de Bayas, se consideró tarea imposible. Felizmente, después de casi veinte años se ha visto que dicha tarea sí ha sido posible.

Modesto Manuel Azcona Goicoecha tendrá junto con su esposa Felisa Irriguible el lugar de descanso final que siempre desearon

Modesto Manuel Goicoechea fue una persona intachable, de una bondad insuperable, asesinado únicamente por ser republicano. Nunca le atribuyeron delito alguno. 

Me gustaría añadir que su recuerdo quedaría incompleto si no se evocara la figura de su esposa Felisa Irriguible, compañera inseparable, una mujer fuerte, valiente, republicana, socialista, estuvo afiliada a la FETE-UGT. Fue depurada del magisterio tras el golpe, acusada de “no ir a misa cuando vivía en Saracho “y de ser una “incendiaria de iglesias”. 

Cuando regresó de Inglaterra, no sabía lo que le esperaba. Existía una Orden fechada el 30 de diciembre de 1939 por la que se le depuraba del magisterio. 

Conseguir su reingreso fue un calvario. En 1952, siendo ministro de educación Joaquín Ruiz Giménez, se levantó su expediente de expulsión con la coletilla de que “se la reintegre al magisterio con la sanción de traslado durante cinco años e inhabilitación para el ejercicio de cargos directivos y de confianza”.

Felizmente, Modesto Manuel Azcona Goicoecha tendrá junto con su esposa Felisa Irriguible el lugar de descanso final que siempre desearon.

Siempre en la memoria.