APUNTES DE HISTORIA

La tendencia pro-eslava en la Rusia zarista

Mijail Katkov y Konstantín Pobedonóstsev

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@Montagut | La historia de la Rusia zarista ente los siglos XIX y XX está recorrida por la confrontación de una corriente eslavófila contra otra occidentalista. La primera planteaba un proyecto histórico basado en la defensa de las características y supuestas virtudes del mundo eslavo, es decir, con un encendido nacionalismo, sobre las corrientes de pensamiento y costumbres que provenían de Occidente. No se trataría automáticamente de un enfrentamiento entre conservadores o tradicionalistas y progresistas, aunque, en algunos aspectos, sí podría ser así, sino de algo más complejo, porque entre los eslavófilos ciertamente había planteamientos muy tradicionalistas al servicio del zar y del sistema que defendía el poder de la oligarquía rusa junto con otros de carácter liberal al principio, y luego de fuerte calado revolucionario y que conectarían con el populismo y el nihilismo revolucionario. Entre los occidentales estarían los liberales, muchos intelectuales y escritores, y, en cierta medida también el movimiento obrero de signo socialista.

La historia de la Rusia zarista ente los siglos XIX y XX está recorrida por la confrontación de una corriente eslavófila contra otra occidentalista

En esta pieza nos centraremos en la primera de las dos corrientes, la eslavófila.

En tiempos del zar Nicolás I comenzó en Rusia a desarrollarse una importante literatura nacional que tendría un protagonismo indiscutible durante toda la centuria, y con destacadísimos protagonistas que ocupan ya un lugar de honor en la historia de la literatura universal. En estos inicios la pujanza del ruso por su literatura y porque cada vez se publicaban más periódicos en ruso convivió con la persistencia de los viejos usos de la aristocracia y de la Corte que empleaban el francés como vehículo de expresión.

El primer planteamiento en favor de lo eslavo se fraguó, en realidad, en el incipiente liberalismo ruso, que aunaba el mismo con un acusado nacionalismo. En este sentido, el Diario de Moscú sería su vehículo de expresión, dirigido por Mijail Katkov, un fundamental eslavófilo de la primera mitad del siglo XIX. Pero a partir de la década de los años sesenta el liberalismo entró en una fuerte crisis, atacado por muchos intelectuales, y sobre todo, a raíz del levantamiento polaco. El nacionalismo eslavófilo se fue acercando de forma evidente hacia lo más conservador, a la defensa de la autocracia zarista.

La corriente eslavófila se iría haciendo muy fuerte en la Corte y en el aparato administrativo del sistema zarista. En este sentido, Rusia se convirtió en el adalid de la causa de los eslavos contra el Imperio turco por su independencia en los Balcanes, y especialmente a partir de 1877-1878. La corriente eslavófila desarrolló en el último tercio del siglo XIX una verdadera exaltación de las que se consideraban las esencias de lo ruso, y que se encontraban en el campo, con el mujik, con la forma arcaica de cultivar, con la vida en la aldea, el cristianismo ortodoxo y un acusadísimo nacionalismo. Rusia tendría una especie de misión salvadora en Europa y muy especialmente en los Balcanes contra los turcos.

Rusia se convirtió en el adalid de la causa de los eslavos contra el Imperio turco por su independencia en los Balcanes

Por otro lado, la tendencia eslavófila es uno de los rasgos fundamentales del populismo, la corriente revolucionaria genuinamente rusa basada en el protagonismo de la vida rural y de los campesinos que tendrían derecho a las tierras. El populismo fue, en todo caso, muy diverso, aunque desarrolló una fuerte crítica a la influencia occidental. Encontramos, por ejemplo, a un Dostoievski defensor de la “Santa Rusia” o a un Herzen cuando proclamó que era necesario que Dios salvara a Rusia de la burguesía. Pero había autores mucho más radicales, como Chernyshevki con su novela ¿Qué hacer?Nechaiev y su Catecismo revolucionario, o Pisariev y su defensa de la escuela popular. Una corriente del populismo derivaría en una suerte de nihilismo revolucionario con prácticas terroristas. Por fin, estaría la figura mayúscula de Tolstoi, que podemos incluir en el amplio mundo del populismo, y que siempre defendió al campesino ruso.

Por su parte, el nacionalismo eslavófilo que hemos visto desarrollarse a finales del siglo XIX derivaría en un extremismo paneslavismo y de defensa de la autocracia zarista. Uno de sus principales teóricos fue Pobedonostzef, que defendería la unión entre autocracia, cristianismo ortodoxo, raza y nacionalismo. En el año 1906 se fundaría la Unión del Pueblo Ruso, integrada por aristócratas, cortesanos, altos funcionarios, militares, clérigos e intelectuales del patriotismo. Era el momento, también de las “Centurias negras”, bandas terroristas extremadamente reaccionarias y violentas.