HISTORIA DE ESPAÑA

Las reformas fiscales en la España del siglo XVIII

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@Montagut | En la época de los Austrias la Hacienda Real sufría tres grandes problemas. En primer lugar, y como factor clave, fue una Hacienda sobre la que pesaba como una losa el excesivo gasto producido por la política militar de la Monarquía Hispánica, provocando periódicas bancarrotas. En segundo lugar, la Corona de Castilla había soportado casi toda la carga fiscal, y dentro de Castilla, los sectores productivos. Los reinos de la Corona de Aragón se protegieron de esta presión gracias a sus ordenamientos jurídicos propios. Los intentos de centralizadores que intentó poner en marcha Olivares en el siglo XVII, especialmente, la Unión de Armas, no terminaron nunca de cuajar, precisamente por la oposición que suscitaron. Y, en tercer lugar, existía un problema de diversidad y complejidad en relación con la administración de los ingresos, como podía ser el arriendo del cobro de algunos impuestos, sin olvidar los privilegios fiscales de los estamentos privilegiados, la existencia de una fiscalidad propia en los señoríos y de la Iglesia.

En el reinado de Carlos III se adoptaron otras medidas con el fin de aumentar los ingresos, ya que la amenaza del déficit volvió a cernirse sobre la Hacienda Real

Los Borbones se impusieron la tarea de afrontar los problemas fiscales y, realmente, introdujeron importantes reformas, aunque limitadas porque el absolutismo nunca pudo o nunca quiso poder terminar con el privilegio fiscal, uno de los pilares de la sociedad estamental.

En primer lugar, el siglo XVIII no se vio afectado por tantas guerras, con lo que el peligro de bancarrota sin desaparecer, porque existió en la segunda etapa del reinado de Felipe V y en el reinado de Carlos III, no fue tan agobiante hasta el reinado de Carlos IV.

Pero donde los Borbones sí plantearon un cambio radical fue en el hecho que los territorios de la Corona de Aragón pasarían ahora también a contribuir, en consonancia con la centralización establecida con los Decretos de Nueva Planta. En este sentido, Felipe V estableció la Contribución de toda la Corona de Aragón. Cada reino tuvo pagar una cantidad a través del Catastro en Cataluña, la Única Contribución en Aragón, el Equivalente en Valencia y la Talla en Mallorca.

Habría que destacar los vales reales, como un modelo de deuda pública para atender el déficit, y que gestionaría el Banco, pagado un interés del 4% anual

En el reinado de Fernando VI se produce el intento más ambicioso de reforma fiscal, aplicado a Castilla. Su inspirador fue el marqués de la Ensenada, que buscaba sustituir los múltiples impuestos que se cobraban por una contribución única, además de perseguir la implantación de un sistema racional y eficaz en el sistema tributario. Para establece la cuantía correspondiente era necesario conocer antes la población que había y realizar un recuento de propiedades. Esta información se recopiló en lo que se conoce como el Catastro de Ensenada, una fuente histórica fundamental para conocer la Castilla de mediados del siglo XVIII, ya que se ejecutó entre 1749 y 1756. Pero la reforma fiscal no se produjo porque, en realidad, podía tocar privilegios fiscales, y una cuestión era obligar a contribuir a los territorios de una Corona vencida en una Guerra y otra muy distinta trastocar los pilares del Antiguo Régimen.

A lo sumo, se consiguió aumentar los ingresos de la Hacienda Real, al recuperarse algunos impuestos que se habían transferido a los señoríos, además de frenarse la venta de bienes de la Corona, una práctica muy habitual en el siglo XVII cuando apremiaba el déficit.

En el reinado de Carlos III se adoptaron otras medidas con el fin de aumentar los ingresos, ya que la amenaza del déficit volvió a cernirse sobre la Hacienda Real, debido a la guerra casi permanente contra Inglaterra. En este sentido, estaría la creación de la Lotería y del Banco de San Carlos en 1782. Por fin, habría que destacar los vales reales, como un modelo de deuda pública para atender el déficit, y que gestionaría el Banco, pagado un interés del 4% anual. La nueva institución se hizo cargo de los pagos de la Hacienda e invirtió en el comercio colonial, pero no pudo evitar la depreciación o devaluación de los vales, porque se emitieron demasiados y hubo incumplimiento de los pagos, por lo que los problemas de la deuda pública no se solucionaron, agravándose a partir del reinado de Carlos IV.