Estulticia Artificial

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La Inteligencia Artificial aparece como la herramienta definitiva para impulsar la actividad de tipo creativo, de eso no cabe duda, lo es, pero sería oportuno detenerse frente a lo obvio y reflexionar sobre las ideas más tópicas y populares que conviven con la IA y su aplicabilidad en distintos campos de la creación y su impacto en la sustitución de unas formas de trabajo por otras.

La producción asistida con IA está dominada por la emulación, que no es un proceso creativo en sí mismo. En la emulación el proceso creativo es tangencial, no nuclear. Por supuesto que en la recreación musical o en la elaboración de imágenes generadas con el concurso de la IA hay aspectos que surgen de una creatividad orientada a ello, pero en su génesis el proceso creativo ha sido suplantado por otro de tipo crematístico. Menos verdad y más beneficios.

Una parte de la popularidad de la IA tiene que ver con las posibilidades de utilización de esta herramienta en procesos que son básicamente creativos

Una parte de la popularidad de la IA tiene que ver con esto, con las posibilidades de utilización de esta herramienta en procesos que son básicamente creativos. Posiblemente la composición de un tema por unos inexistentes “Beatles” en el año 2023 despertó todas las alarmas, todas las conciencias y todas las expectativas. A partir de ahí la presencia de la inteligencia artificial en la producción final de la industria cultural no ha parado de crecer, habiendo invadido territorios propios de la interpretación en cine y teatro, la escritura de toda clase de textos y narraciones, la impostación de voces y de imágenes personales y hasta de hallazgos científicos.

Ahora una digresión aclaratoria en la aplicación de IA entre imitar y emular. Imitar es buscar la esencia de lo imitado para desbordarlo en una eterna pugna por mejorarlo. Emular es tratar de sustituir lo dado por algo similar pero de menor coste. Sin una intervención activa para frenar sus potenciales contraindicaciones en la aplicación de la IA, corremos el peligro de caer en un uso emulador de la herramienta IA en lugar de explorar sus posibilidades para mejorar, agrandar y potenciar todo lo que de creativo tiene.

La inteligencia artificial debe su fortaleza al proceso de recuento de datos. Éstos, los datos, una vez organizados asemillan el engranaje algorítmico que es el encargado de tomar las decisiones en uno u otro sentido. Por esta razón, por la dependencia vinculante respecto de los datos, las decisiones en IA están limitadas por una suerte de predeterminación que se encuentra en la propia organización factual. Si los datos responden al resultado de un proceso determinado, la información generada a partir de estos datos será forzosamente también predeterminada, suero que inhibe la creatividad.

¿La revolución que supone la aplicación de IA es de carácter humanista o simplemente una vuelta de tuerca más del capitalismo?

Aquí está la clave para resolver la pregunta que pende sobre el uso de la IA y el futuro de la productividad humana. Todos nos preguntamos si la IA ha venido para liberarnos de parte de las cargas del trabajo o para sustituir nuestras habilidades por capital técnico, por máquinas dotadas de IA, vaya. ¿La revolución que supone la aplicación de IA es de carácter humanista o simplemente una vuelta de tuerca más del capitalismo? ¿El fenómeno productivo preñado de IA va a potenciar las fuerzas creativas o va resultar regresivo a la búsqueda de la mera utilidad marginal? Es difícil responder a estas preguntas, pero sí sabemos que la creatividad ha sido un viento de popa para impulsar las sucesivas revoluciones tecno culturales y también sabemos que la creatividad está conectada a la indeterminación con que se presentan los datos que la hacen viable.

Con la aplicación de IA se persigue un proceso de toma de decisiones más rápido y preciso en el entorno de los procesos de tipo industrial dominados por la estimación previa de resultados (predeterminación). Pero es posible que estemos tocando el techo de la aplicabilidad de IA y sobre todo es posible que estemos discriminando y renunciando a aprovechar procesos de mayor riqueza. Determinación e indeterminación son estrategias compatibles y complementarias, pero por razones que suponemos de orden epistemológico, la primera se impone sin condiciones a la segunda.

Si lo que deseamos es darle una oportunidad a la IA para que colabore en la expansión del humanismo vía enriquecimiento de los procesos productivos, hemos de apostar por reforzar los métodos de la actividad creativa que nace y se desarrolla en entornos indeterminados. Hay que potenciar la indeterminación y que la IA organice la lógica dispersión de los datos, no al contrario.

Hacerlo, reducir la complejidad de los datos para facilitar el entrenamiento de la IA, algo que ya denuncian a gritos los científicos de esta especialidad, es adiestrar las máquinas a trabajar en entornos estériles, alejados de la indeterminación que es propia de la creatividad humana, es aproximarnos a la aplicación de la estulticia artificial.