El darwinismo capitalista (XII)

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De todo lo antedicho en el artículo anterior sólo puedo digerir, que el fin que como sentido de la vida hayamos decidido forjar, de optar por desenvolvernos como un Ser primariamente subjetivo, habríamos retrocedido y actuado como aquellos homínidos que, a pesar de poseer una capacidad intelectiva que les permitió valorar, aún no habían conseguido la facultad de utilizar esta valoración para conformar una conducta social en la que ésta estuviera asociada a lo que representa la moral. Es decir, a diferencia de unos Homo Sapiens Sapiens que han recibido una cultura y con ella la capacidad de distinguir entre el bien y el mal, aunque no la practiquen, supuestamente deberían conocer lo que ésta representa. Unos homínidos que a pesar de que carecían la capacidad de diferenciar la relación que se deriva de la utilización del bien y del mal, ya eran conscientes de lo que representaba ser una entidad en la que como Seres, para serlos necesitaban vincularlo con un Tener.

Abundando en la a-naturalidad del darwinismo capitalista considero necesario enfatizar que a diferencia de éste, en el verdadero darwinismo concurren unos Poderes y Contrapoderes que regulan el equilibrio necesario que se tiene que dar en toda evolución sistémica.

Recuerdo haber leído, que como consecuencia de haber llevado los colonizadores unos cactus a Australia, y no existir en este continente un enemigo natural que moderara su reproducción, al cabo de unos años fue tal su proliferación, que sólo se pudo controlar a través de la introducción en este lugar de una suerte de mosquito que al alimentarse exclusivamente de chumberas, logró mantener el equilibrio que se precisa en la Naturaleza.

El darwinismo capitalista no es ni siquiera un darwinismo; ya que no sigue las pautas de la evolución

El darwinismo capitalista no es ni siquiera un darwinismo; ya que no sigue las pautas de la evolución. Y no puede serlo porque el subjetivismo que lo impregna sólo tiene en cuenta un presente que está vinculado subjetivamente con el futuro. Por estar investido con la consumación de una objetividad subjetivada, es extraño al desarrollo del darwinismo. Y es que la evolución no se encuentra sometida a unas reglas; ni objetivas, ni subjetivas. Tan solo es la manifestación de unas transformaciones con las que lo biológico se ha llegado a liberar provisoriamente de la direccionalidad espacio-temporal cosmológica a la que, debido a la entropía se encuentra sometido.

El darwinismo capitalista personifica una antítesis de lo que representa el verdadero darwinismo. Evidencia una acentuación del empobrecimiento y la utilización de todo aquello que siendo dependiente de una objetividad subjetivada, lo evolutivo se ha personificado como una involución.

Cuando vemos que ese emporio de riquezas (representado por una sobreproducción), origina un alto en el proceso productivo; cuando observamos que para que las empresas puedan seguir creando, ha sido necesario que se haya destruido una parte substancial de lo que existió como riqueza; cuando constatamos que para que esas empresas prosperen, su principal tendencia es conseguirlo a través del empobrecimiento que dimana de unas reducciones salariales; no podemos esperar que ese Contrapoder que actúa en el proceso evolutivo darwiniano, en el capitalista se encuentre demarcado a idéntico proceso de transformación.

El darwinismo capitalista “es” porque ha sido conformado, es el resultado de un proceso dirigido

El darwinismo capitalista “es” porque ha sido conformado. Es el resultado de un proceso dirigido, que al no ser evolutivo solamente da como producto una acumulación en manos de quienes explotando a los demás, no sólo detraen de la sociedad lo que debería ser comunitario; se produce una situación en la que se excluye a los que no son necesarios para seguir incrementando las riquezas.

El darwinismo capitalista utiliza invariablemente la detentación de lo común, para establecer una selección no necesariamente de los más capacitados, sino de aquéllos que han acumulado sus fortunas a través de la alienación del trabajo asalariado; cuando la ha heredado de quiénes llevaron a cabo idéntico proceso; o cuando la han conseguido como consecuencia de las mil y una manera con la que el capitalismo se enriquece fraudulenta y criminalmente.

Y lo curioso del caso es que este capitalismo propala como un axioma con el que ignominiosamente trata de embaucarnos, que para afianzar el Estado del Bienestar de los trabajadores, es necesario que la economía funcione de una forma óptima; que tanto los patronos como los obreros se impliquen en la mejora de los resultados que se puedan alcanzar en las empresas. Cuando lo que en realidad vemos es que, si no hubieran existido coacciones por parte del sector laboral, jamás hubiéramos conseguido alcanzar unas migajas de los beneficios que con nuestro trabajo marginal hubieran obtenido las empresas. Acerca de este tema me viene a la memoria aquella frase de un ínclito empresario español que afirmaba que con sus empresas le daba de comer a un elevado número de trabajadores.

¿Es darwinismo (sin calificativos), el desarrollo que han experimentado multitud de empresas, especialmente las que ejerciendo el mayor poder que les concede la acumulación, están fagocitando aquéllas que por el mayor número relativo de trabajadores que tienen que utilizar, no pueden ser competitivas? ¿Es darwinismo (sin calificativos), que debido a esa menor necesidad de mano de obra, este darwinismo esté conformando una evolución que está determinando lo que haya de ser de los que tengan que buscar un puesto de trabajo?

¿Qué darwinismo es éste? ¿El que efectúa una selección de explotadores, usureros y ladrones que desde su 1% pretenden justificar las excelencias del Capitalismo y la validez de esta selección?

Las dos únicas transformaciones que en nuestra línea filogénetica está facilitando el darwinismo capitalista, son a mi entender la de convertirnos en cyborgs controlados por la Inteligencia Artificial, o la de convertirnos en un algo. Una realidad indeterminada cuya identidad ni se conoce ni se necesita.

En lo que se refiere al primero de estos cambios de naturaleza, hace ya tiempo que insipientemente se han venido produciendo. Los tenemos en criaturas en las que se complementan tanto elementos orgánicos como dispositivos físicos; como pueden ser un marcapasos, un audífono o una extremidad mecánica. Con lo cual, si no controlamos la utilización de estos avances tecnológicos, podríamos incluso alcanzar con la inserción de implantes, hasta la inmortalidad; una existencia indefinida que debido a ir siendo sustituidos todos y cada uno de lo que como conjunto de organismos anteriormente nos estuvo conformando, habríamos dejado de ser lo que somos, para convertirnos en algo que sería extraño a lo que los mortales contemplamos como un sentido de la vida. En cuanto al segundo, todos sabemos que lo que habría de ocurrir consistiría en que habríamos dejado atrás (si se me permite utilizar un “habríamos” que como consecución es inconsecuente con lo que trato de decir), el Punto Omega que, siendo según el jesuita Pierre Teilhard de Chardin el punto más alto de la evolución de la consciencia, habríamos adquirido las alas con las que elevarnos a lo que no sería ni siquiera la contemplación de un sentido de la vida. Como una paloma con la que en la iconografía religiosa se representa al Espíritu Santo, sin llegar a ser espíritus, habríamos dejado atrás hasta lo que representa la capacidad de razonar.