La costa mediterránea fue alguna vez un paraíso sin urbanizar donde el paisaje era un vergel de almendros y algarrobos, bajo el cielo azul, y el horizonte verdeaba mientras los pulmones se henchían con el aroma que desprende la eterna primavera en el monte. Lo sabemos porque aún es posible encontrar vestigios de aquel mundo pretérito donde las líneas marítimas conectaban los puertos alicantinos con los gaditanos para sacar la almendra hacia los destinos europeos. Uno de ellos lo encontramos en el Valle de Pop, en un pueblito casi equidistante de Dènia (24 km) y Xàbia (28 km), con un dulce nombre de resonancias centenarias: Alcalalí.
Mariví y Ángel, Ángel y Mariví, abrieron en noviembre de 2007 este remanso de tranquilidad que es el Castell de la Solana a las afueras del pueblo, en una finca rodeada de naranjos (el embrujo del aroma del azahar) y olivos que había pertenecido a la familia de él. Seguir leyendo en Eco-Viajes.com