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Keir Starmer ni vence ni convence

Keir Starmer

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Menos de 100 días ha necesitado Keir Starmer para batir records negativos de pérdida de popularidad y apoyo público.

Desde las elecciones generales de junio el primer ministro británico ha experimentado una notable caída en su popularidad y a principios de este mes de septiembre, su índice de aprobación se redujo a un 32%, una disminución de 6 puntos con respecto a agosto.

Si la popularidad ha disminuido, su índice de desaprobación aumentó al 46%, igualando su nivel más alto registrado durante su liderazgo del Partido Laborista y este retroceso demuestra la falta de confianza y el creciente descontento entre ciertos sectores del público, aunque sigue siendo visto de manera más favorable que el Partido Conservador, algo para nada difícil de conseguir tras el desgobierno de Rishi Sunak y predecesores.

Estos indicadores negativos se podrían relacionar con una percepción compartida por muchos de que el país está tomando un rumbo incorrecto y no parece dirigirse a una mejora que se esperaba tras las elecciones y son un 55% de los encuestados los que opinan de esta manera. A pesar de que el Partido Laborista aún conserva una ventaja sobre los conservadores en cuanto a la percepción general, las expectativas sobre los cambios prometidos parecen estar afectando la imagen del gobierno de Starmer tras su llegada al poder.

Menos de 100 días ha necesitado Keir Starmer para batir records negativos de pérdida de popularidad y apoyo público

La apatía hacia Starmer se la está ganando a pulso él solito, con sus acciones y los votantes laboristas no ven con buenos ojos muchas de sus últimas declaraciones hacia la política ultraderechista como es Giorgia Meloni.

Keir Starmer hace unos dias expresó interés en la política de inmigración de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, especialmente en la cuestión de sus políticas hacia la inmigración ilegal. 

Durante su visita a Roma, elogió los logros de Meloni en la reducción del número de inmigrantes que cruzan las fronteras en el Mediterráneo, pronto anunció la retirada de los planes de mandar a inmigrantes a Ruanda pero no le ha costado demasiado acercarse a los postulados de un gobierno que debería estar en las antípodas de lo que un líder laborista debería plantear.

 Aparentemente busca conocer mejor la estrategia italiana, que se centra en la cooperación con los países de origen y tránsito de inmigrantes, así como en la lucha contra la mafia del tráfico. 

Starmer, que como sabemos canceló los planes con Ruanda sin embargo expresó interés en un acuerdo entre Italia y Albania que permitiría que los inmigrantes sean procesados en centros en Albania mientras se toman decisiones sobre sus solicitudes de asilo.

 Aunque Starmer no ha adoptado aún ninguna estrategia clara, ha dejado claro que está dispuesto a considerar todas las medidas eficaces, demostrando una postura flexible, y muy alejada de lo que mayoría de su electorado estaría dispuesto a asumir.

Starmer tuvo que enfrentarse a las numerosas críticas por su decisión de recortar el subsidio de combustible de invierno, destinado a ayudar a los pensionistas a pagar sus facturas 

Este enfoque ha enfrentado críticas por parte del Partido Laborista, y algunos miembros argumentan que no deberían aprender de un gobierno que consideran de extrema derecha, basado en la ideología de Meloni que no contempla los derechos de los inmigrantes. 

Si esta semana la noticia era su encuentro con Meloni, la semana anterior Keir Starmer tuvo que enfrentarse a las numerosas críticas por su decisión de recortar el Winter Fuel Payment (subsidio de combustible de invierno) destinado a ayudar a los pensionistas a pagar sus facturas de calefacción durante los meses fríos.

Esta medida limitará el pago únicamente a los pensionistas más pobres, aquellos que reciben el Pension Credit, excluyendo a millones de otros beneficiarios que antes recibían la ayuda. El gobierno espera ahorrar alrededor de £1.5 mil millones al año con este cambio, pero ha generado preocupación sobre el impacto en los pensionistas, especialmente debido al aumento del costo de vida y las facturas de energía.

Críticos, incluidas organizaciones benéficas y sindicatos, han advertido que esta medida podría empujar a más personas mayores a la pobreza. Se estima que hasta 100.000 pensionistas adicionales podrían caer por debajo del umbral de pobreza

Además, existe el temor de que el recorte incremente la presión sobre el NHS (Sistema de Salud Británico), ya que los hogares más fríos conllevan mayores riesgos para la salud, especialmente para aquellos con condiciones médicas preexistentes.

A pesar de las críticas, Starmer ha defendido la decisión, describiéndola como una medida necesaria para enfrentar desafíos económicos más amplios y redirigir fondos hacia la reparación de servicios públicos clave, como el NHS y las escuelas, aunque algunos miembros del Partido Laborista han expresado su incomodidad con esta política, Starmer ha enfatizado la necesidad de tomar decisiones difíciles dadas las limitaciones financieras actuales.

Starmer ha prometido reformar el Servicio Nacional de Salud con un plan de 10 años, pero ha dejado claro que no aumentará el financiamiento sin antes llevar a cabo reformas profundas

Keir Starmer igualmente ha sido criticado por su enfoque hacia el NHS (Sistema de Salud Británico) debido a lo que algunos consideran una falta de compromiso claro para resolver sus problemas estructurales. 

Starmer ha prometido reformar el NHS con un plan de 10 años, pero ha dejado claro que no aumentará el financiamiento sin antes llevar a cabo reformas profundas. Afirma que el servicio requiere "cirugía mayor", no solo "parches", y ha señalado problemas como el uso excesivo de personal temporal y la burocracia, los cuales incrementan los costos sin mejorar la atención.

Su enfoque ha generado preocupaciones entre ciertos sectores de la izquierda del Partido Laborista, quienes desean una inversión masiva, que era lo que se esperaba tras su elección, y parece que no habrá mayor garantía de que no habrá privatización. Además, el plan de Starmer de permitir que los pacientes se auto-refieran a especialistas, sin pasar por los médicos de cabecera, ha sido criticado por médicos y sindicatos del sector, quienes lo ven como una posible amenaza al papel central de los GP (médicos de cabecera).

Starmer insiste en que el NHS seguirá siendo gratuito en el punto de uso, pero ha dejado la puerta abierta al uso del sector privado para aliviar las listas de espera y mejorar el acceso a los servicios, lo que ha alimentado el temor de una posible privatización encubierta.

Starmer ganó porque el Partido Conservador era un partido inelegible y era imposible perder, pero sus acciones ni están ilusionando ni parecen que vayan a lograr un cambio en el rumbo de un país a la deriva.