VISITA DEL MANDATARIO ARGENTINO A BRASIL

Milei, un presidente tóxico que colecciona enemigos en todo el mundo

Milei, con periodistas en la Casa Rosada, sede del Gobierno argentino.

El mandatario participa este fin de semana en una cumbre de la ultraderecha latinoamericana en Brasil.

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@jgonzalezok |

Nadie podía imaginarse una crisis diplomática entre Argentina y España como la actual, pero Milei lo logró. Si hay dos países en los que siempre hubo una extraordinaria sintonía han sido España y Argentina. Incluso cuando en la época de los Kirchner se estatizaron importantes empresas con capital español, como Aerolíneas Argentinas e YPF, que habían sido adquiridas en la década del 80 del siglo pasado por Iberia y Repsol, respectivamente, nunca se estuvo ni de cerca ante un panorama bilateral como el presente. Lo más que sucedía eran ciertas prácticas de descortesía o mala educación, como llegar tarde a las citas de anfitriones o invitados, que tanto gustaba a Cristina y Néstor Kirchner. Pero ante lo que está haciendo Javier Milei con el país que sigue siendo el segundo mayor inversor en el país, sus antecesores pueden ser calificados de finos diplomáticos.

Javier Milei está cruzando líneas rojas, envenenando el patio con su errática política exterior

Elegido a fines del año pasado, no se puede decir que el presidente argentino no hubiera avisado de sus formas. Pero está cruzando líneas rojas no solo con España, también con países vecinos, envenenando el patio con su errática política exterior. Con el presidente de Brasil, Luiz Inázio Lula da Silva, tiene una vieja pendencia, anterior a su elección, al calificarlo de corrupto y comunista (sic). Ahora, viaja a Camboriu, sur del país, para asistir a una reunión de la extrema derecha, sin comunicar su viaje al gobierno brasileño, como sería reglamentario, y renovando sus insultos al mandatario brasileño. “Dinosaurio idiota” y “zurdito con el ego inflado” fueron sus últimas ocurrencias para referirse al presidente del país que es el primer socio comercial de la Argentina y principal destino de las exportaciones industriales.

Es más, Milei no asistirá a la cumbre del Mercosur en Paraguay, alegando problemas de agenda. Manda en su lugar a la ministra de Relaciones Exteriores, Diana Mondino, para evitar encontrarse cara a cara con Lula y con el presidente de Bolivia, Luis Arce, su último enemigo, mientras él se reúne en Brasil con el clan Bolsonaro y el chileno José Antonio Kast.

La lista de injuriados es cada vez más alta. Brevemente recordemos algunos: el papa Francisco, al que llamó representante del maligno en la tierra; al presidente Petro de Colombia le dijo comunista asesino; ignorante a López Obrador, de México. Y sobre el presunto intento de golpe de Estado en Bolivia, respaldó la idea de un autogolpe, lo que motivó la llamada a consultas del embajador en Buenos Aires.

Y en momentos en que Argentina negocia con el Fondo Monetario Internacional, uno de sus dardos fue uno de sus altos funcionarios, el director del Hemisferio Occidental, el chileno Rodrigo Valdés, al que calificó de izquierdista y simpatizante del Foro de São Paulo. “Decirle comunista a Rodrigo Valdés me parece un insulto”, dijo el argentino Claudio Loser, que trabajó 30 años en el Fondo.

La política exterior de la Argentina es imprevisible. Lo que ahora hace con Brasil, ya lo hizo con los EE.UU., ya que viajó para entrevistarse con Donald Trump, un día después de reunirse con el secretario de Estado, Antony Blinken. Y con España, donde fue a un acto de Vox.   

El experto en relaciones internacionales argentino Juan Gabriel Tokatlian, escribió esta semana en Clarín: “Los periplos de Milei no parecen tener como objetivo estimular y optimizar los lazos inter-estatales. Viaja para asistir a eventos partidistas, a conferencias variadas y encuentros informales, así como a citas con algunos hombres (casi nunca mujeres) del mundo empresarial y personajes políticos. Son contados (en número y en tiempo) los diálogos directos con mandatarios y se desconoce si en los realizados obtuvo avances significativos en materia comercial, por ejemplo”.

Es evidente que Milei usa sus peleas para distraer a la platea

Es evidente que Javier Milei usa sus peleas para distraer a la platea. Los argentinos sufren una situación angustiosa en el día a día. No se conoce todavía oficialmente la tasa de pobreza del primer semestre del año, pero hay especialistas que estiman que puede llegar al 55%. Se espera que este año el PBI caiga en torno al 3,5%. El consumo en el supermercado cayó estrepitosamente, incluso en artículos esenciales. La leche, por ejemplo, sufrió un descenso en los tres primeros meses del año del 18,7 %. Y no podrá ampararse durante mucho tiempo en la “herencia maldita” recibida.

Su condición de insultador serial también la dirige a distintos sectores dentro del país. Llamó “nido de ratas” al Congreso y “ensobrados” (corruptos) e ignorantes a numerosos periodistas que tienen criterio propio. Individualizó sus ataques contra periodistas, especialmente mujeres, pero también atacó a FOPEA, el Foro de Periodismo Argentino. Esta organización profesional hizo público un documento al cumplirse los primeros 100 días de su gobierno en el que afirma que Milei “descalifica, insulta, acusa y agrede verbalmente a la prensa”. Y que el 40% de los ataques a la prensa denunciados en ese período procedían del propio gobierno.

A pesar de todo, encuestas recientes indican que el índice de popularidad del presidente argentino se mantiene en cotas altas, entre el 45% y el 50%. Eligen creer que hay algún futuro después de esta fase de sangre, sudor y lágrimas. Por otra parte no hay ninguna alternativa política en el país, con el peronismo hundido en la peor crisis de su historia. No solo fue humillado en las urnas, sino que también se descubrieron casos de corrupción que ponen en duda algunos mitos peronistas. El más asombroso es el que tiene que ver con la ayuda a los más necesitados, al descubrirse comedores populares fantasma, manejados por dirigentes peronistas y de la izquierda trotskista, que recibían dinero y alimentos del Estado, pero que no existían.