ANÁLISIS

Argelia

Abdelmadjid Tebboune. Imagen: APS (*)
Argelia, una historia peculiar, un régimen peculiar (democracia de partido único), unas elecciones peculiares.

El pasado 8 de septiembre, Argelia celebró elecciones presidenciales con vencedor conocido desde mucho antes de la celebración de las elecciones … el actual presidente Abdelmajid Tebboune. El régimen argelino es lo que podríamos llamar “una democracia de partido único”, porque hay partidos políticos legales y elecciones periódicas, pero al presidente lo elige “el sistema” conformado por dos instituciones, diferentes pero entremezcladas, el Frente de Liberación Nacional (FLN) y las Fuerzas Armadas, vigilado y vigilante, y cada uno con sus correspondientes corrientes internas.

La historia reciente de Argelia es peculiar y diferenciada de los entornos en los que se la puede encuadrar, el Magreb y el Sahel

La historia reciente de Argelia es peculiar y diferenciada de los entornos en los que se la puede encuadrar, el Magreb y, en cierto modo, el Sahel, tanto en lo que respecta a su colonización, como a su proceso de independencia, como a su desarrollo como país independiente. La colonización formal francesa se inicia, con la toma de Argel, en 1830, con bastante antelación en relación con la del resto del continente. En fecha tan temprana como 1865 se concede a los argelinos la ciudadanía francesa (rebajada en 1881 a considerarlos “sujetos franceses”, que no “ciudadanos franceses”), que les obligaba a incorporarse al servicio militar (por un periodo de tiempo más largo y con menos emolumentos que a los conscriptos de la metrópoli). Cuando estalla la la insurrección independentista en 1954 (Guerra de Argelia para los franceses, de la Independencia para los argelinos), la población colona francesa (los pieds-noirs) sobrepasa con creces el millón de colonos, más del 10% de la población del territorio, una proporción prácticamente inalcanzada en ningún otro territorio colonial.

Tras la Segunda Guerra Mundial se inicia lo que se conocerá como la Era de la Descolonización. Por diferentes razones (ambas interesadas) y de diferentes formas, las dos grandes potencias salidas de dicha conflagración, Estados Unidos y la Unión Soviética, rechazan el colonialismo. Además, para entonces, el entonces llamado Tercer Mundo, en su mayoría colonizado política y jurídicamente, además de socioeconómica y culturalmente, ha asumido los valores nacionalistas que presiden las ideologías imperantes en los países colonizadores desde segunda mitad del siglo XIX (Era de los Nacionalismos) y, en el caso concreto de los argelinos, incluso se han visto implicados en la defensa de la “grandeur de la France” en la dos guerras mundiales y en la guerra de Indochina. Y empiezan a reclamar su independencia.

Dadas las peculiares características de la colonización francesa de Argelia, su lucha por ella también será peculiar

Pero dadas las peculiares características de la colonización francesa de Argelia, su lucha por ella también será peculiar: una larga y devastadora guerra encabezada por el Frente de Liberación Nacional, que durará (1954-1962) más que ninguna otra en el continente (exceptuando las de las colonias portuguesas, de mucha menos intensidad en cualquier caso). Para cuando Argelia alcance la independencia (1962), ya todos los demás países del Magreb y del Sahel son independientes y sin que ninguna de sus independencias hubiera provocado un intento de golpe de Estado y una campaña terrorista en el propio país colonizador como la que la clandestina Organización (francesa) del Ejército Secreto (OAS) llevó a cabo (1961 y 1962) tanto en territorio argelino, como en la propia Francia.

Una independencia que hereda el contencioso entre Francia y Marruecos (independiente desde 1956) por el área Tinduf-Bechar-Tuat (rica en fosfatos, carbón, hierro y otros minerales), desencadenando la llamada Guerra de las Arenas (1962-1964), en la que Argelia cuenta con respaldo de la Unión Soviética, la República Árabe Unida (Egipto y Siria) y Cuba; y Marruecos con el de Estados Unidos, Francia y, en cierto modo, España. El alto el fuego se alcanza en febrero de 1964 y el contencioso en la Convención de Rabat de 1972 que declaraba intangibles las fronteras coloniales hasta que se llegara a un acuerdo de delimitación de fronteras.

Desde entonces ha gobernado Argelia el Frente de Liberación Nacional (FLN), en connivencia con las Fuerzas Armadas y vigilado por ellas, superando cuantas pruebas la historia le ha ido presentando a este régimen de “democracia de partido único (FLN)” (y “vigilante único”, las Fuerzas Armadas).

Por ejemplo, la guerra civil desencadenada cuando, tras la “revuelta del pan” de 1988, se inicia un proceso de apertura política, con elecciones locales en junio de 1990 y legislativas a dos vueltas, la primera en diciembre de 1991. En ambas consultas resulta vencedor el Frente Islámico de Salvación (FIS) de ideología islamista. Unos resultados que van a alarmar a los grupos detentadores del poder hasta entonces en Argelia y a los países occidentales, que ven en Argelia la posibilidad de un nuevo Irán. Con la anuencia de los segundos, los primeros reaccionan abortando el proceso electoral con un golpe de Estado (11 de enero de 1992), que sustituye al presidente Benyedid (trece años, cuatro legislaturas, en el poder) por un Alto Comité del Estado, en manos de las Fuerzas Armadas, que acaba nombrando al general Liamín Zerual nuevo presidente del país (1994-1999).

La reacción al golpe es la aparición de dos tipos de resistencia armada. Una de carácter guerrillero que combate a las Fuerzas Armadas y de Seguridad, principalmente representada por el Ejército Islámico de Salvación y sus grupos afines; otra de carácter terrorista, finalmente representada por el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate. El primero acabará pactando con el régimen (Carta por la Paz y la Reconciliación Nacional, aprobada en referéndum nacional en septiembre de 2005 y con efectos legales a partir de febrero de 2006); la segunda, arrinconada en el sureño Sáhara argelino, termina desplazándose al Sahel, adhiriéndose a la nebulosa al-Qaeda (Al-Qaeda en el Magreb Islámico), convirtiéndose en el origen del terrorismo en dicha región e internalizando el conflicto.

Buteflika, el hombre fuerte de Argelia entre la Guerra Civil y el Hirak logró controlar la Primavera Árabe que derribó a tantos jerarcas

Por ejemplo, la conocida como Primavera Árabe, el levantamiento de las poblaciones magrebíes y del Cercano Oriente, que se origina en Túnez cuando el 17 de diciembre de 2010, la policía requisa injustificadamente sus mercancías, imponiéndole una multa, al vendedor ambulante Mohamed Buazizi y éste, desesperado y desesperanzado, se autoinmola. Como un reguero, las protestas se generalizan en Túnez y de ahí se expanden a todo el mundo árabe. Con gran éxito. Las protestas de la Primavera Árabe provocarán la caída de las dictaduras de Ben Alí en Túnez, de Muamar al-Gadafi en Libia, de Hosni Mubarak en Egipto o de Alí Abdulá Saleh en Yemen. Las monarquías árabes (Marruecos, Jordania y las de la península Arábiga) logran controlarlas. En Argelia, asimismo, la rápida reacción gubernamental (presidente Abdelaziz Buteflika) combinando medidas socioeconómicas y de represión y levantando el Estado de Emergencia vigente desde la Guerra Civil (1992-2005) logra controlarla. El presidente Buteflika, el hombre fuerte de Argelia entre la Guerra Civil y el Hirak (2019-2020) había logrado controlar la Primavera Árabe, que derribó a tantos jerarcas árabes. La única República árabe que aguantó, como si hubiese sido una Monarquía más.

Por ejemplo, el citado Hirak (Movimiento Popular en árabe) o levantamiento secesionista bereber (amazigh) que, con antecedente en el Hirak del Rif en Marruecos en 2016, se contagia a Argelia en los años 2019-2020, exigiendo la autonomía amazigh (aunque acabaría siendo un movimiento popular en toda la nación, superando su inicial carácter etnicista) y la renuncia del presidente Buteflika a un quinto mandato en las elecciones de 2019. Buteflika renuncia a su siguiente candidatura presidencial, nombra nuevo primer ministro y acaba dimitiendo cuando las Fuerzas Armadas le retiran su apoyo. La represión se endurece y generaliza hasta prácticamente acabar con el Hirak. Se nombra un presidente interino, Abdelkader Bensalah, y se convocan nuevas elecciones y el 19 de diciembre de 2019, Abdelmadjid Tebboune, un candidato de consenso, asume la presidencia tras unas elecciones con un porcentaje de abstención del 60,07%. 

Abdelmadjid Tebboune encara su segundo mandato tras ser revalidado en las urnas

Abdelmadjid Tebboune, el presidente que acaba de revalidar (de forma, sin duda, también peculiar) la presidencia el pasado 7 de septiembre con el 95% de los votos válidos (5’3 millones de votantes) de unas elecciones con un 52% de abstención (y un 46% de votos no válidos) de los 24 millones de argelinos convocados a las urnas de sus 43 millones de habitantes (es decir, el 20% de los votantes y la décima parte de la población). Y teniendo que ampliar (tres horas antes de que finalizara la jornada electoral) en una hora más el horario de votación, ante el hecho de que en esos momentos sólo había votado el 26% de los convocados, siete puntos menos que a esa misma hora en los anteriores comicios presidenciales de 2019.

Argelia, una historia peculiar, un régimen peculiar (democracia de partido único), unas elecciones peculiares.

(*) Imagen: APS