jueves. 18.07.2024

Rajoy, Aguirre...¿y Gallardón?

PILAR GASSENT
La teoría del vómito ha irrumpido como un vendaval llevándose por delante lo que hasta ahora era sagrado en el PP: las filas prietas ante la adversidad, ya se llame Gürtel o Caja Madrid. Manuel Cobo -¿o Gallardón?- ha puesto el semáforo en verde y lo que hasta ahora ningún 'popular' se atrevía a decir en voz alta, aunque lo pensara, fluye como un torrente incontenible por las bocas de los que hasta ahora callaban y asentían.
> Gallardón mantendrá a Cobo en sus cargos
NUEVATRIBUNA.ES - 30.10.2009

Lo que está consiguiendo la sucesión de declaraciones 'de titular' a la que estamos asistiendo es que se confirme la sospecha: el liderazgo de Rajoy lejos de haberse consolidado tras el congreso de Valencia y los buenos resultados cosechados en las elecciones europeas tiene los pies de barro. Juan Costa, ex ministro de Industria y actualmente diputado del PP, lo ha verbalizado preguntándose si, con la que está cayendo, puede considerarse que el partido y el propio Rajoy son una alternativa creíble de gobierno. Las declaraciones de Costa, herido por el trato que se le ha dispensado a su hermano Ricardo, podrían interpretarse como fruto de la rabia hacia decisiones que considera injustas. El problema, para Rajoy, es que no se trata de un pensamiento aislado, sino de una línea que ya está creando escuela. 

Antes que Juan Costa habló José María Aznar para decir que lo mejor es tener "un partido, y no varios, un proyecto, y no varios, y si es posible un líder, no varios". A lo que añadió una advertencia: "Si los dirigentes políticos no reaccionan, habrá un momento, dentro de muy poco, en que no podrán salir a la calle".Y antes que Aznar habló Juan Vicente Herrera, presidente de Castilla y León, para amenazar con  no volver a presentarse como cabeza de lista en las elecciones de 2011 si no se soluciona el problema en Caja Madrid. Y antes aún, el presidente de Murcia, Ramón Luis Valcárcel, se refirió a los "enfants terribles" que "se tiran los trastos a la cabeza porque les gusta o porque están habituados a esto del pulso por el poder, a ver quién puede más en un momento determinado y cualquier motivo de cierta envergadura puede ser propicio para que aparezcan en un forcejeo".

El denominador común de esta sarta de declaraciones puede resumirse en una palabra: hartazgo. Hartazgo por la pelea de años entre Aguirre y Gallardón que han hecho de Madrid y del PP su particular campo de batalla. De ahí que el mismo lunes, día en el que se publicó la entrevista 'del vómito', en las filas del PP se intuyeran asentimientos casi imperceptibles y aplausos con sordina hacia lo dicho por Manuel Cobo, aunque en público se le reprochara el haberse “pasado tres pueblos". Unas horas después, los susurros se habían convertido en murmullos y, pasado un par de días, en gritos. Ahora, hay un clamor contra la “barbaridad” de querer situar a Ignacio González a los mandos de Caja Madrid y contra la actitud de Rajoy que sigue comportándose como si nada de todo esto tuviera que ver con él. Y lo que en un principio eran sonrisitas maliciosas y exclamaciones monosilábicas ante las afirmaciones de Cobo se ha transformado en un movimiento de complicidad con el autor material del 'coche bomba' que Gallardón ha colocado en plena calle Génova.

Muchos se preguntarán a qué viene la 'perra' de la presidenta regional con Caja Madrid. Es evidente que si quiere ver colmadas sus ambiciones políticas, que apuntan a lo más alto, necesita financiación. Aguirre siempre ha soñado con una caja que sea sólo eso, con minúscula: una ventanilla a la que acudir cuando se acaban los recursos necesarios para seguir acumulando medios que le permitan ejercer su poder. Un ejemplo: leo en el boletín semanal de uno de los sindicatos con representación en la tele madrileña un párrafo que dice "No hay dinero en la caja. Han tenido que pedir una aportación extraordinaria de 30 millones de euros a la Comunidad de Madrid para poder acabar el año". Mientras, los peones de Aguirre en el Ente Radio Televisión Madrid siguen incorporando a gente de su confianza, engordando la lista de directivos con sueldos que, como se dice en el mismo boletín, son “secreto de estado” y contratando la programación con productoras externas, pero afines, que se embolsan salarios veinte veces superiores a los del personal de la casa. Resumiendo, el intervencionismo es caro porque hay que pagar muchas lealtades incondicionales para que sigan siéndolo.

En cuanto a Gallardón, ¿a qué viene tanto encono contra doña Esperanza? Hay un momento clave en la vida de los tres protagonistas de esta historia que marca una inflexión y que determina que lo que era una cordial rivalidad degenere en algo mucho más serio. Puede decirse que el alcalde se la tenía jurada a la presidenta desde la tarde en la que ella se plantó ante Rajoy y le obligó a prescindir de su 'enemigo' para las listas de diputados por Madrid. ”Si él va, yo también quiero ir, aunque tenga que abandonar la presidencia de la Comunidad”. Aguirre, en ese momento, estaba convencida de que gracias al control de "su" televisión de Madrid y de otros medios afines como El Mundo y la COPE, desde los que ha alentado discrepancias y sediciones, podía aspirar seriamente a suceder a Rajoy. El hecho es que tanto ella como Gallardón se quedaron fuera de las listas a las generales. No se atrevió, sin embargo, a presentar su propia candidatura al Congreso de Valencia. Y, después, todo ha ido de mal en peor. El caso del espionaje madrileño, del que aún nos faltan por conocer muchas derivadas, abrió la manzana podrida de Gürtel. Caja Madrid, sobre la que había llegado a un acuerdo con la oposición y los sindicatos, mermando la representación del Ayuntamiento, se ha convertido en otro quebradero de cabeza desde que Génova decidió intervenir. Y Gallardón, que se la tenía jurada, ha visto la oportunidad de tomarse la revancha.

En este momento, toca velar armas de cara a la reunión del Comité Ejecutivo Nacional del próximo martes. Y cada cual lo hace a su manera. Rajoy se va por los cerros de Úbeda hablando del ex ministro Bermejo, como si a estas alturas la polémica cacería pudiera distraer la atención de la que a él se le viene encima. Aguirre, que es buena jugadora de cartas, pone cara de pócker y habla maravillas de todo el mundo salvo de Cobo, claro. ¿Y Gallardón? Pues en Jerusalén, donde asistirá como invitado de honor a la entrega de los Premios Toledano y se entrevistará con el presidente de Israel, Shimón Peres. El más listo de los tres.

Rajoy, Aguirre...¿y Gallardón?