jueves. 18.07.2024
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James Fernández Cardozo |

Los valores, entendidos como aquellas prácticas sociales que nos acercan a nuestras metas y a la felicidad general, pueden verse sometidos a pruebas en el mundo del comercio. Esto es lo que se actualiza en "Wonka", una película de fantasía musical que sirve como precuela de la película de 1971 "Willy Wonka & the Chocolate Factory" dirigida por Mel Stuart y basada en la novela "Charlie y la Fábrica de Chocolate" de Roald Dahl.

En la historia, el joven Wonka busca realizar su sueño de abrir la mejor tienda de chocolate del mundo en las Galerías Gourmet ubicada en una ciudad europea. Este sueño fue inspirado por su madre, quien solía hacer malabarismos con diferentes trucos para impresionarlo. Pero la verdadera magia provenía de ella. A pesar de tener poco dinero, cada semana traía a casa un grano de cacao. Y cuando llegaba el día de su cumpleaños, ya tenía suficiente para hacer una sencilla barra de chocolate.

El conflicto axiológico de base

La búsqueda de Wonka de convertirse en el mayor inventor, mago y chocolatero, se ejerce poniéndose a prueba a los valores de la honestidad, la integridad y la justicia, al luchar contra los antivalores ocultos de la corrupción, la avaricia y la falta de ética representados por los villanos: el cartel del chocolate, la señora Scrubbit y su secuaz Bleacher. Estos antivalores ocultos requieren que Wonka exponga sus acciones ante la sociedad y restablezca la justicia.

Las pruebas a los valores

El viaje de Wonka comienza con la magia y el sabor del chocolate, pero pronto se encuentra en apuros al derrochar sus doce monedas. El primer desafío importante se presenta en las Galerías Gourmet, donde cautiva a la audiencia con sus chocolates mágicos llamados hoverchocs, que hacen volar a quienes los prueban. Sin embargo, también deberá enfrentarse a los tres principales chocolateros de las Galerías: Slugworth, Prodnose y Fickelgruber, quienes han formado un cartel del chocolate con el objetivo de controlar el comercio de manera abusiva.

En el modelo del viaje mítico de Joseph Campbell, una fase inicial de la aventura heroica se conoce como "la caída en el vientre de la ballena", donde el héroe es tragado por lo desconocido y parece haber muerto.

En el caso de Wonka, su ingenuidad lo lleva a encontrarse trabajando en una lavandería junto a otras personas atrapadas por Scrubbit,  y que de entrada en la sala de cine nos evoca prácticas contemporáneas de esclavitud, con modalidades como la trata de personas donde las víctimas son secuestradas o engañadas con falas promesas y luego obligadas a trabajar contra su voluntad, la servidumbre por deudas, en que los individuos quedan atrapados en un ciclo de endeudamiento que los obliga a trabajar para pagar esas deudas, perpetuando así su situación de explotación, o la explotación infantil, una forma de abuso que requiere acciones globales en la actualidad.

La frase repetida por la niña prisionera Noodle, "La codicia abusa de la pobreza. Así es como funciona el mundo", resalta la significancia de estas problemáticas.

A pesar de las circunstancias, Wonka mantiene su confianza en sí mismo, un ingrediente esencial para conquistar los sueños. Con un tono jocoso, les dice a sus nuevos compañeros: "He pasado los últimos siete años viajando por el mundo, perfeccionando mi oficio. Verás, soy una especie de mago, inventor y chocolatero. Así que hablen mucho y escuchen poco. No. Al revés".

El desafío al que se enfrenta el joven Wonka es monumental: debe confrontar a una alianza corrupta que busca monopolizar el comercio del chocolate y que actúa rápidamente para sofocar la amenaza de la nueva competencia de Wonka. En un giro inesperado, la policía local confisca las ganancias del primer día de ventas de Wonka.

Esta situación del relato no es ajena a nuestra sociedad actual. Según la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), la cartelización es un acuerdo entre un grupo de competidores con el objetivo de limitar la competencia, lo que los convierte en un monopolio. Los carteles comerciales abusan de su posición dominante al establecer precios, cuotas de producción o repartir mercados, tal como ocurre en sectores como el petróleo, productos químicos, automotriz y tecnológico, entre otros.

Un eje de manipulación

La semiótica, que estudia la producción de sentido en el discurso, ha explorado una dimensión de los objetos y las cosas que aparecen ante los personajes, conocida como la dimensión pragmática. En esta dimensión se revela una pareja de manipulación: la tentación y la intimidación.

El Cartel del Chocolate tiene su base de operaciones oculta debajo de una parroquia, dirigida por el corrupto Padre Julius, donde se almacena una enorme reserva de chocolate. A través de la influencia de la tentación, el cartel garantiza el suministro de dulces a los monjes, convirtiéndolos en "chocoadictos". Además, crea adicción en el jefe de policía para alejar al nuevo competidor, Wonka. Utilizando la influencia de la intimidación, el cartel lleva a cabo un sabotaje para que los chocolates de Wonka produzcan un efecto amargo, arruinando así su fiesta inaugural.

Estas prácticas también existen en el mundo real del comercio, en que los carteles buscan corromper a los agentes institucionales a través de la influencia de la tentación, y neutralizan a los competidores mediante la intimidación.

Desde una perspectiva semiótica, la manipulación no se limita a que otros hagan algo, sino, como en este caso, a influir en que los manipulados no hagan o dejen de hacer algo, como la iglesia, la policía y el nuevo competidor.

Los arquetipos

En todo discurso narrativo se reiteran unas funciones o roles arquetípicos que pueden ser encarnados por cualquiera de los personajes y, como agentes de valores o antivalores, transmiten una energía específica de personalidad. Según Carl Gustav Jung habitan el inconsciente colectivo y por eso los reconocemos en nuestros sueños, pero también en las películas de cine.

En 'Wonka', la película destaca el papel arquetípico del antisujeto, aquel que se opone al proyecto del héroe. Este rol está encarnado en el cartel del chocolate, con una aliada particular: la señora Scrubbit. Por otro lado, el mentor, comúnmente representado por un anciano sabio, toma forma en la niña Noodle, quien aconseja a Wonka leer la letra menuda de los contratos, señala caminos y finalmente le enseña la herramienta del alfabeto.

Otro rol arquetipo presente en las historias es el del embaucador, que agencia las energías de la malicia, lo cómico y el deseo de cambio. En 'Wonka', este papel es desempeñado por el misterioso hombre naranja, un Oompa Loompa llamado Lofty, quien ha estado acechando a Wonka y robando sus chocolates para compensar una antigua afrenta en su tierra del cacao.

Christopher Vogler, en su obra 'El Viaje del Escritor' del año 2020, introduce un nuevo arquetipo para la comprensión del cine: el aliado. Este rol coadyuva tanto a la competencia y motivación del héroe como a la ejecución del recorrido heroico. En 'Wonka', personajes como la niña Noodle, el contador Abacus, la plomera Piper, el comediante Larry y la telefonista Lottie forman una alianza de resistencia heroica, mostrando una formidable competencia colectiva. En el camino de los héroes, nunca se camina en solitario.

La prueba máxima del valor

La motivación fundamental para asistir a una sala de cine radica en experimentar la puesta a prueba de nuestros valores más profundos a través de relatos cinematográficos, donde la posibilidad de que estos triunfen es palpable. La experiencia cinematográfica se convierte así en una poderosa herramienta de introspección y crecimiento personal.

Desde el llamado inicial a la aventura, nuestros valores se ven sometidos a una creciente tensión hasta llegar un momento de prueba máxima, donde parece que todo está perdido tanto para los héroes de la historia como para nosotros, los espectadores.

Es lo que ocurre cuando el cartel tienta a Wonka ofreciéndose a pagar todas las deudas de sus amigos a cambio de que abandone la ciudad y renuncie a su pasión por la creación de chocolate. Es un instante de renuncia a los sueños, de rendición a continuar en la verdadera vocación.

No obstante, el pequeño hombrecito naranja motiva a Wonka a seguir luchando para rescatar a Noodle y revelar la verdad sobre su origen familiar. La máxima prueba de valores se presenta cuando Wonka y Noodle se ven acorralados en las reservas de chocolate, enfrentándose a la posibilidad de ahogarse. En este momento crítico, son las astutas trampas del cartel con los chocolates del pequeño hombrecito naranja las que desatan su furia y le hacen liberar a ambos personajes del pozo de chocolate.

La victoria del valor

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Wonka y sus aliados finalmente logran exponer las prácticas contables engañosas del cartel del chocolate ante el jefe supremo de la policía y el público, antivalores que el pueblo condena. La multitud celebra la conquista heroica probando la fuente de chocolate de Wonka.

De esta manera, Wonka logra una transformación interior, elevando sus valores: de joven ingenuo se convierte en un líder corajudo, salda su deuda con el hombrecito naranja y nos recuerda que “Todo lo bueno en este mundo comienza con un sueño. Así que conserva el tuyo.”

En la última escena Wonka desenvuelve la barra de chocolate que perteneció a su madre y encuentra un boleto dorado acompañado de un último mensaje escrito por ella. En el mensaje, su madre le insta a compartir el chocolate. En este acto triunfal de los valores, que resuena profundamente en nuestros corazones, Wonka decide compartir el chocolate de su madre con todos sus amigos.

Sentimos así que vale la pena luchar por lo que queremos, guiados por nuestros más profundos valores.

James Fernández Cardozo | PhD Análisis del Discurso

'Wonka': un relato de corrupción y liberación a través de los valores