La vigencia de Pasolini, cuarenta años después
El asesinato de Pier Paolo Pasolini cuando estaba en la cumbre de sus capacidades creadoras fue una conmoción en la Italia (y en Europa, y en el mundo) de los años setenta.
Nunca se ha conseguido probar quiénes fueron los autores porque, además, el poeta, narrador, cineasta, pensador, crítico o pintor, que nació en Bolonia el 5 de marzo de 1922, era uno de los mayores heterodoxos y provocadores artistas italianos, mal visto por los marxistas más ortodoxos y vituperado y condenado por la derecha más extrema. Su asesinato tuvo una vertiente política innegable. Fue en los años de plomo, años en los que la ofensiva terrorista de las Brigadas Rojas tenía como contrapartida el terror sembrado por los movimientos fascistas y una movilización social sin precedentes contra ambos terrorismos. Pasolini formó parte de la intelectualidad comprometida. Relacionado con el PCI, donde militó activamente, nunca se acomplejó por su implicación en la lucha política y social, además de la cultural.
El autor de películas que hoy son grandes clásicos del cine como Teorema, Decameron o Saló o los 120 días de Sodoma está siendo, a lo largo de 2015, el objeto y referente del calificado como "Año Pasolini".
Una de los grandes acontecimientos de ese “año” ha sido protagonizado por uno de los creadores que más ha trabajado desde el lado de las tinieblas, el cineasta Abel Ferrara (Nueva York, 1951) llevó a las pantallas su película titulada Pasolini, protagonizada por Willem Dafoe.
Junto a ello, en España se ha publicado, en castellano, una antología de ensayos inéditos del escritor. Se trata de textos radicales y trasgresores en los que aborda la cultura contemporánea. Han sido acogidos bajo el sello Errata naturae y con el título Demasiada libertad sexual os convertirá en terroristas. El libro ofrece un documento único: se trata de la última entrevista realizada al genial cineasta pocas horas antes de su muerte y que él mismo definió como «un testamento intelectual y espiritual»- En ella llegó a afirmar, casi de forma premonitoria e inquietante: «Mientras nosotros estamos aquí hablando puede que haya alguien en el bar planeando liquidarnos».
Otro de los libros del “Año Pasolini” ha sido editado por Nórdicas Libros. Se trata de su obra poética escrita entre 1957 y 1971 en edición bilingüe bajo el título La religión de mi tiempo, con traducción de Martín López-Vega, quien subraya en el prólogo la estrecha relación existente entre sus poemas y el resto de su obra, sea ensayística sea cinematográfica. En su momento, el poeta y crítico López-Vega destacó que en Pasolini "la poesía es, con todo, el sistema nervioso de toda su producción, el laboratorio donde todas sus ideas se decantan y quintaesencian para luego disolverse en las distintas formas narrativas". Además nos recuerda que Pasolini "solo podía encontrar la felicidad en la libertad..., un imposible en cuya búsqueda valía la pena perder la vida...". No en vano el propio artista afirmó, en un texto preparado para una antología de sus poemas, publicados en 1970, que también realizó su producción cinematográfica desde la óptica y el espíritu de " poeta".
Con el homenaje, a través de estas iniciativas, al gran director, poeta y pensador, se hace no sólo un acto de justicia, sino que se pone de relieve el decisivo valor que en las sociedades contemporáneas tiene el intelectual comprometido. Un ejemplo que debe mover a la reflexión a nuestros intelectuales de hoy, a los poetas, narradores y cineastas del siglo XXI, un siglo que amenaza ser tan duro y cruel como lo fuera el siglo XX y en el que la revolución tecnológica y las conquistas de Internet y de la globalización no pueden ocultar las grandes injusticias que, en gran medida, ya estaban ahí cuando Pasolini se encontraba en plena producción.