viernes. 27.09.2024
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Vicente I. Sánchez | @Snchez1Godotx

Hace aproximadamente un año, durante una charla en el Festival de San Sebastián, Albert Serra sorprendió a todos los presentes al revelar que estaba trabajando en un proyecto cinematográfico centrado en el mundo de los toros. No obstante, su interés no radicaba en la tauromaquia como tal, sino en la complejidad emocional y la fortaleza interior de los toreros: cómo gestionan sus emociones y enfrentan su valentía en la plaza. Durante aquella conversación, también mencionó que estaba filmando a dos diestros simultáneamente y que, dependiendo de los resultados y la calidad del metraje, uno de ellos podría quedar fuera del montaje final. Esta es una práctica habitual en el cine de Serra, un director catalán que no duda en eliminar partes de la historia, o incluso personajes completos, si lo considera necesario.

Un año después, Serra ha regresado al Festival de San Sebastián, esta vez para presentar Tardes de Soledad dentro de la Sección Oficial. El documental, ya desde su anuncio, ha estado envuelto en polémica, pues varios movimientos antitaurinos exigieron su retirada del festival, tachando la obra de sangrienta y señalando a Serra como un defensor de la tauromaquia. Lo cierto es que, en este sentido, el controvertido cineasta ha logrado su cometido incluso antes de estrenar la cinta. Y es que, si algo le gusta a Albert Serra, autor de películas como Pacifiction y La muerte de Luis XIV, es provocar y generar reacciones opuestas en su público. Estoy seguro de que estará encantado disfrutando de los "ofendiditos".

'Tardes de Soledad' es una obra mutante que desafía las clasificaciones sencillas

Porque seamos claros: Tardes de Soledad es una obra mutante que desafía las clasificaciones sencillas. Es, al mismo tiempo, un homenaje y una condena a la fiesta taurina, pero también no es nada de eso, ya que, por encima de todo, Serra busca filmar la belleza de los toros separándola de su propia esencia. Para ello, la cinta se centra en una de las figuras más importantes del toreo contemporáneo, el peruano Roca Rey, un diestro que despierta pasiones allá donde va.

El documental se adentra en el universo de los toreros, explorando cómo viven en un entorno impregnado de adulación y testosterona, donde la valentía y el fanatismo se entrelazan. Serra filma el proceso de la lidia en primeros planos con un teleobjetivo, deconstruyendo las corridas para mostrar al torero en su esencia más pura, casi desnudándolo en la arena. Gracias a que tanto Roca Rey como su cuadrilla llevan micrófonos, el espectador puede escuchar con todo detalle lo que se dice en la plaza y ver cómo la lidia se convierte en una experiencia mística. Esto crea una atmósfera extraña, en la que más que lidiar, parece que los protagonistas libran una batalla, lo cual, en cierto sentido, es lo que ocurre, ya que todos se están jugando la vida. Otra decisión curiosa es que la película deja fuera de campo a los espectadores, dando la sensación de que realmente los toreros están solos en la plaza, intentando sobrevivir a sus propios egos.

El documental de Albert Serra ​captura tanto la belleza del toreo como sus aspectos más crudos y violentos

El resultado de este experimento es una obra que captura tanto la belleza del toreo como sus aspectos más crudos y violentos. Tardes de Soledad no oculta en ningún momento el sufrimiento y la agonía de los toros, lo que convierte al documental en una experiencia visceral que desafía al espectador a seguir mirando. Serra se recrea en exceso en la lidia y muestra sin tapujos cómo el toro sangra, e incluso sigue vivo, medio moribundo, cuando es sacado de la plaza. Sin embargo, no es una película que pueda considerarse antitaurina.

Serra presenta a los toreros como seres enigmáticos, ajenos al miedo a la muerte, adorados casi como dioses por sus cuadrillas y sumidos en un misticismo del que no pueden escapar. Es un fanatismo casi religioso, como se aprecia en los trayectos en furgoneta en los que el director ha situado una cámara, capturando los momentos entre el hotel y la plaza de toros, mientras observamos a Roca Rey y su equipo prepararse para el ritual de la lidia. Es interesante notar que la cámara instalada en la furgoneta es visible para todos, e incluso el propio torero, en un momento dado, pregunta si puede apagarse. Esto genera una conexión curiosa entre el torero, consciente de que está siendo grabado, y el rol que debe desempeñar.

En otro momento del documental, Serra nos muestra cómo Roca Rey se viste antes de salir a la plaza, transformando su figura en algo similar a una drag queen, donde la fiereza y el valor se fusionan en un espectáculo visual lleno de pluma. Es probable que estas imágenes no sean del agrado del torero, aunque, paradójicamente, contribuyen a consolidar su imagen como una leyenda viviente.

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En definitiva, Tardes de Soledad es una obra de gran magnitud, cargada de ironía y una profunda calidad visual. Albert Serra busca la provocación en cada plano y, cuando parece que el espectador ha visto ya suficientes corridas y suficiente sangre, introduce dos nuevos toros en escena, haciendo que resulte casi imposible seguir mirando la pantalla. A lo largo del documental, Serra no nos ofrece pistas sobre la vida de Roca Rey fuera de este mundo cerrado: ni amigos, ni familia. Lo único que parece interesarle es mostrarnos esas tardes de soledad, donde los toreros se juegan la vida una y otra vez. El fanatismo nunca antes había sido retratado con tanta belleza.

'Tardes de soledad': Albert Serra desnuda la esencia del toreo