MUJERES DE PELÍCULA

Tamara Łempicki, la pintora del art déco

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Nace en Varsovia el dieciséis de mayo del año 1898. Se piensa que podría haber nacido en Moscú. Se cree que este cambio de lugar de nacimiento se debió a sus orígenes judíos para así poder salir de Europa en el año 1939. Incluso se piensa que cambió su fecha de nacimiento.

Como vemos su biografía está llena de falsificaciones. Se sabe que odiaba el comunismo, ya que la revolución le rompió su vida aristocrática que llevaba en San Petersburgo y era el momento en que ella estudiaba arte. Los encuentros de sociedad y las recepciones sofisticadas dieron paso al encarcelamiento de su marido por parte de los bolcheviques y a una vida austera.

Odiaba el comunismo, ya que la revolución le rompió su vida aristocrática que llevaba en San Petersburgo y era el momento en que ella estudiaba arte

Su madre era Malwina Dekler, la típica mujer de sociedad judía. Su padre fue un abogado judío de origen ruso que trabajaba para una comercializadora francesa, llamado Boris Gurwik-Górski

The Model, año 1925
Tamara de Lempicka

Fue la segunda de tres hijos y asistió a un internado en la ciudad suiza de Lausana. Teniendo doce años pintó un retrato de su hermana que sería su primer trabajo. 

Este cuadro fue a raíz de que su madre pidiera a una famosa artista un retrato de cada uno de sus hijos, pero Tamara de Lempicka no quedó satisfecha con el resultado porque decía que no era ella en ese retrato. Esta artista trabajaba con colores pastel.

Tamara de Lemkipka se sentó quieta durante horas, fue una tortura. Más tarde, torturaría a otros que se sentarían para mí. Cuando terminó, no me gustó el resultado, no era preciso. Las líneas no estaban limpias. No era yo. Decidí que yo lo podía hacer mejor. No conocía las técnicas. 

Nunca había pintado, pero esto no era importante. Mi hermana tenía dos años. La obligué a sentarse y la pinté hasta que finalmente tuve un resultado. Era imperfecto, pero se pareció más a mi hermana que el que la famosa artista hizo de mí.

Nació en un ambiente de lujos y abundancia pues su familia era acaudalada. Fue educada en un entorno femenino por su abuela, su madre y su tía. Desde niña tenía un carácter autoritario. 

Durante su infancia viajó, tomó lecciones de arte y aprendió idiomas y buenos modales. Se casó con Tadeusz Łempicki en el año 1918, con quien se traslado a París, donde continuó sus estudios de pintura. Siempre Lempicka buscó representar la figura humana. Como dice Germain Bazin: 

Chica joven en verde, 1927-1930
Tamara de Lempicka

Un cuadro de Tamara se representa en general como un bajorrelieve de una sola figura de volúmenes poderosos que llena todo el campo del lienzo, hasta el punto en que, a menudo, la cima de la cabeza está cortada por el borde superior”.

Se traslada a Italia en el año 1911 para estar con su abuela. En este viaje descubrió su pasión por el arte. Fueron a ciudades como Roma, Florencia o Monte Carlo. Las visitas a los museos de Venecia, Florencia y Roma la llevaron a tener una gran pasión por el arte renacentista italiano, que predomina en sus trabajos durante los años veinte y treinta.

Sus padres se divorciaron en el año 1912 y Lempicka se mudó a San Petersburgo con su tía Stefa, una mujer bien acomodada en la sociedad rusa. Cuando su madre se casó por segunda vez, Tamara decidió irse a vivir por su cuenta y pronto encontró al hombre con el que se casaría. Sería con el abogado polaco Tadeusz Łempicki, que era diez años mayor que ella.

La familia de Lempicka le ofreció al abogado una gran dote para que se casara con ella y la boda tuvo lugar en la capilla de los Caballeros de Malta en San Petersburgo en el año 1916.

La pareja llevó una vida lujosa hasta que estalló la revolución de octubre del año 1917. Su marido fue encarcelado por los bolcheviques y Lempicka tuvo que buscarlo en varias cárceles. 

Grupo de cuatro desnudos,
1925 © Tamara de Lempicka

Tamara de Lempicka gastó mucho dinero e influencias personales en sacar de la cárcel a su esposo y conseguir un visado para escapar a Francia. Fue con la ayuda del cónsul sueco logró sacarlo de prisión para trasladarse a Copenhague. Posteriormente, se trasladaron a Londres y finalmente a París, donde también escapó su familia.

Se establecieron en París en el año 1918, donde nació Kizette, su única hija. La carrera de Tamara de Lempicka comenzaría en el año 1922. Allí, en París, se relacionó con personas asociadas al movimiento artístico art déco. 

Durante los años veinte, Lempicka asistió a clases con Maurice Denis en la Academia Ranson. Posteriormente, fue discípula del artista francés, André Lhote. 

Su éxito comenzó en el año 1925 con la celebración de la “Exposición Internacional de Artes Decorativas e Industriales Modernas”, que más tarde dio su nombre al estilo art déco. Expuso sus pinturas en dos de los salones más importantes: el Salón de las Tullerías y el Salón de las Mujeres Pintoras.

Sus cuadros fueron vistos por periodistas norteamericanos del Harper’s Bazaar y otras revistas de moda, y su nombre se hizo conocido. En ese mismo año tuvo su primera exposición importante en la ciudad italiana de Milán, organizada para ella por el conde Emmanuele Castelbarco. 

Para esta exposición Tamara de Lempicka pintó veintiocho nuevas obras en seis meses, un esfuerzo supremo considerando que cada retrato le tomaba cerca de tres semanas de trabajo.

Lempicka gana su primer premio importante en el año 1927. Es el primer premio de la Exposición Internacional de Burdeos por su retrato “Kizette en el balcón”. Otro retrato de su hija Kizette en su primera comunión, ganó una medalla de bronce en la Exposición internacional en la polacca de Poznan en el año 1929. 

Se divorcia de su marido Tadeusz en el año 1929. Ese mismo año conoce al barón húngaro Raoul Kuffner de Diószegh, que se convertirá en un coleccionista de su obra. Le encargó pintar a su amante, la bailarina española Nana de Herrera. Lempicka terminó el retrato, aunque no fue nada halagador. Lempicka se convierte en la amante del barón. 

Compró un apartamento en la rue Méchain en París y lo hizo decorar. Su hogar adquirió cierta fama en París, ya que los interiores austeros y funcionales aparecieron en varias revistas de decoración.

Viajó a los Estados Unidos por primera vez en el año 1929, con la finalidad de pintar un retrato de la prometida del petrolero estadounidense, Rufus Bush. Además, dedicó parte de su tiempo en organizar una muestra de su trabajo en el Instituto Carnegie en la ciudad de Pittsburgh. 

La exposición fue un total éxito. Sin embargo, pero el dinero que ganó con dicha exposición lo perdió, pues el banco donde deposito sus ganancias cuando quebró tras el colapso del mercado de valores del año 1929, más conocido como crack económico del año 1929. 

Las chicas, año 1930.
Tamara de Lempicka

La carrera de Lempicka alcanzó su punto álgido durante la década de los años 1930. Viajó a España en el año 1932 y pintó retratos del rey Alfonso XIII y la reina Isabel de Grecia. En esta época, los museos comenzaron a coleccionar sus obras. 

Viajó a Chicago en el año 1933, donde se mostraron sus cuadros junto a otros grandes pintores y pintoras. ​ A pesar de la Gran Depresión económica que sufre todo el mundo continuó recibiendo encargos y mostró su trabajo en varias galerías de París.

La esposa del barón Kuffner murió en el año 1933. Lempicka no tardó en casarse con él, celebrándose la boda el tres de febrero del año 1934, en la ciudad suiza Zúrich. Estaba alarmada por el ascenso de los nazis y convenció a su esposo para que vendiera la mayor parte de sus propiedades en Hungría y trasladara su patrimonio a Suiza.

Con el estallido de la II Guerra Mundial a finales del año 1939, Lempicka y el barón Kuffner se mudaron a los Estados Unidos, estableciéndose primero en Los Ángeles. 

La Galería Paul Reinhard organizó una muestra de su trabajo, y poco después se mudaron a Beverly Hills en el estado norteamericano de California, instalándose en la antigua residencia del director de cine King Vidor. Fue la artista favorita de muchas estrellas de Hollywood y se la denominó “la baronesa con pincel”.

Se organizaron exposiciones de su obra en la Galería Julian Levy en Nueva York, las Galerías Courvoisier en la ciudad californiana de San Francisco y el Instituto de Arte de Milwaukee, pero no tuvieron el éxito que esperaba. 

Su hija Kizette pudo escapar de la Francia ocupada y se unió a ellos en Los Ángeles en el año 1941. El barón Kuffner y de Lempicka se trasladaron en el año 1943 a la ciudad de Nueva York.

Mujer dormida (Kizette), año 1935. Tamara de Lempicka

En los años de la posguerra tuvo una importante continuó vida social, pero tenía menos encargos para los retratos de la sociedad. Su estilo art decó parecía anticuado en el período del modernismo de posguerra y el expresionismo abstracto. 

Su hija Kizette en el balcón,
año 1927.Tamara de Lempicka

Extendió sus temas para incluir en sus cuadros la temática de los bodegones y en el año 1960 comenzó a pintar obras abstractas y a usar una espátula en lugar de su suave pincelada. 

El barón Kuffner muere en el mes de noviembre del año 1961. Después de su muerte, Tamara Lempicka vendió muchas de sus posesiones e hizo tres viajes alrededor del mundo en barco. 

Se traslado a vivir a Houston en el año 1963, para estar con su hija Kizette y su familia. Se retiró de su vida como artista profesional. Continuó repintando sus trabajos anteriores. El interés por el art decó volvió a surgir a finales de la década de los años 1960 y vuelve a exponer la Galería Luxemburg en París en el año 1972 y tuvo buenas críticas.

Se trasladó en el año 1974 a la ciudad mexicana de Cuernavaca. Tamara Lempicka murió el dieciocho de marzo del año 1980. Siguiendo sus deseos, sus cenizas fueron esparcidas sobre el volcán Popocatépetl. Su última obra fue la cuarta copia de su pintura de San Antonio.

SU PINTURA

Su obra se centra en retratos femeninos y en desnudos de ambos sexos. Siguiendo la tendencia de la pintura art decó, pintaba mujeres etéreas, con ropajes flotantes y dedos largos, si bien dan una impresión férrea y escultural por la pincelada pulida y los marcados contrastes de luces y sombras. 

Tamara de Lempicka, L’éclat, caño 1932. Tamara de Lempicka

Sus influencias principales son los pintores italianos Boticelli, Bronzino, el retrato manierista y el cubismo, pero sin llegar al arte abstracto. Tamara de Lempicka empleaba este eclecticismo o fusión de estilos antiguos para representar temas actuales, donde las figuras visten ropajes y peinados de moda.

Tuvo también mucha influencia André Lothe, que le enseñó a seguir una forma de cubismo más suave y refinada que no sorprendía al espectador. Su cubismo estaba lejos de Picasso o Braque.

Tamara Lempicka era crítica con las obras de Picasso, tomó algunas influencias de sus creaciones para sus desnudos, especialmente de una obra llamada “Desnudo sentado”, pintada en el año 1923. 

También tuvo en cuenta a finales de los años 1920 la influencia de Cocteau, generando así unas pinturas en las cuales trataba de englobar lo moderno, lo ilustrativo y lo comercial. 

Autorretrato en un bugatti,
año 1929.Tamara de Lempicka

Tamara Lempicka combinó este suave cubismo con un estilo neoclásico, inspirado en gran parte por Ingres y su famoso cuadro “Baño turco”, con sus desnudos exagerados llenando el lienzo. ​ Su pintura “La Belle Rafaëlla” es un cuadro donde se puede observar la influencia de este pintor. 

La técnica de Lempicka era limpia, precisa y elegante, pero al mismo tiempo cargada de sensualidad. Los elementos cubistas de sus pinturas generalmente estaban en el fondo. Las texturas suaves de la piel y los tejidos igualmente lisos y luminosos de la ropa fueron los elementos dominantes de sus obras.

Tamara Lempicka pinta en el año 1929 una de sus obras más conocidas, “Autorretrato en Bugatti verde”, para la portada de la revista de moda alemana Die Dame. El cuadro la mostraba al volante de un coche Bugatti con un casco de cuero y guantes y envuelta en una bufanda gris, un retrato de belleza fría, independencia, riqueza e inaccesibilidad.

En esta obra, Tamara de Lempicka recuerda la trágica muerte de la bailarina estadounidense, Isadora Duncan, que murió estrangulada en el año 1927, cuando su largo chal se enredó en una de las ruedas posteriores de su Bugatti [1​]. Con este cuadro, De Lempicka quería expresar dos cosas: el auge de las industrias mecanizadas y el coche como símbolo de la emancipación de la mujer.

Aunque sus obras más populares son desnudos. También retrató a su hija Kizette y especialmente a aristócratas ricos de París y Nueva York. Los desnudos son generalmente femeninos, ya sea representados solos o en grupos; “Adán y Eva”del año 1931, presenta uno de sus pocos desnudos masculinos. 

Tamara de Lempicka pinto en esta época el glamour y la sofisticación, la elegancia y la modernidad, donde se ve totalmente reflejada la alta burguesía adinerada y la decadente aristocracia de entreguerras.

Se forja en esta época una gran leyenda. Era muy guapa amante del hedonismo, de las fiestas, orgías le gustaba la cocaína y era bisexual. Esta vida decadente le sirvió para la pintura de sus cuadros donde se ve perfectamente reflejada los vicios de las clases altas de al sociedad

Después de mediados de la década de los años 1930, cuando sus retratos art decó pasaron de moda y sufrió una grave crisis mística, combinada con una profunda depresión durante una recesión económica, provocó un cambio radical en su trabajo, comenzó a pintar temas menos frívolos en el mismo estilo. 

Maternidad, año 1928.
Tamara de Lempicka

Pintó varias Madonnas y mujeres con turbante inspiradas en pinturas renacentistas. También pinto cuadros tristes como “La Madre Superiora” en el año 1935, que es una imagen de una monja con una lágrima rodando por su mejilla y como el “Escape” del año 1940, que representa a refugiados.

Tamara de Lempicka muestra elementos del surrealismo en pinturas como “Mano Surrealista” del año 1947 y en algunos de sus bodegones, como “La llave” del año 1946. Entre los años 1953 y principios de la década de los años 1960, pintó abstracciones que tienen una similitud estilística con el purismo de la década de los años 1920.

Sus últimos trabajos, fueron pintados en tonos cálidos con una espátula, generalmente han sido considerados los menos exitosos.

Tamara de Lempicka tenía muy claro quién era y la impronta que esperaba dejar a su paso: “Fui la primera mujer que hizo pinturas claras y evidentes; y ese fue el secreto del éxito de mi arte. Entre cien cuadros, es posible distinguir los míos. Y las galerías me pusieron en sus mejores salas, siempre en el centro, porque mi arte atraía al público”.