NOCHES DEL BOTÁNICO

Glen Hansard trae su lado más creativo con un arsenal inapelable a Madrid

Glen Hansard. Fotos: Sarahi García

Necesitamos tu ayuda para seguir informando
Colabora con Nuevatribuna

 

Sarahi García | @Sarii15G

Tras cinco años, Glen Hansard regresó a la capital española con motivo del festival Noches del Botánico. Recinto ideal para sumergirnos en un show íntimo con la música folk irlandesa tan característica del cantautor.

Antes de aparecer sobre el escenario, la banda americana St. Paul and The Broken Bones nos deleitó con su soul durante poco más de una hora. A pesar de que el plato fuerte de la noche era el irlandés, la banda de Birmingham no defraudó, convirtiéndose en un telonero acertado para lo que se venía.

Siendo puntuales, Glen Hansard se presentó acompañado de su banda, con algunos ligeros cambios en su formación con respecto a su última visita. No habían comenzado a sonar los primeros acordes cuando algunos aficionados empezaron a gritar y corear su nombre, provocando que el cantante pronunciara en español “tranquilo” con una sonrisa. Acto seguido dio paso a la presentación de algunos de sus últimos temas del su reciente álbum, Sure As The Rain, Down On Our Knees y The Feast of St. John.

En el repertorio no faltaron canciones de sus cinco discos publicados en solitario, repasando toda su discografía para los más nostálgicos. Algunas de las escogidas fueron Time Will Be The Healer, Don’t Settle y Bird of Sorrow. En esta última aprovechó para hablar del cantante de Pearl Jam, Eddie Vedder, contando su buena relación con él y dedicándole dicha canción a Vedder y su madre.  Además, no se olvidó de algunos de sus mayores hits de su antigua banda The Frames como Fitzcarraldo y Revelate.

Hacia la recta final del concierto, Hansard optó por preguntar a su audiencia alguna canción en especial que quisiéramos que tocara, a lo que casi unánimemente se decidió la mítica Falling Slowly, ganadora de un Oscar.

Como una montaña rusa, la banda perfectamente coordinada, nos fue guiando en un viaje lleno de emoción, delicadeza, euforia, en el que terminamos preguntándonos si estábamos viendo al grandísimo Leonard Cohen resucitado o a Glen Hansard por su gran parecido en la voz y que tantas veces se le ha comparado por ser tan grave, profunda y poderosa.