CINE

‘In water’: mismos temas con un enfoque distinto

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Fran Nieto

Desde 2017, el director coreano Hong Sangsoo, con inquebrantable puntualidad, ha presentado sus ya habituales dos películas por temporada, todas ellas estrictamente a través de las pantallas de los grandes festivales europeos, especialmente el de Berlín, a menudo recompensados ​​con diversos premios y reconocimientos.

Es cierto que Hong siempre ha sido uno de los directores menos "coreanos" entre los directores de su país debido a las claras influencias que sufrió sobre todo de los autores franceses de la Novelle Vague, pero no es menos cierto que ahora goza de gran estima y un gran número de aficionados en Europa que esperan sus nuevas obras como cita fija del año cinematográfico.

‘In Water’ es la primera de las dos películas dirigidas este año por Hong, presentadas en la Berlinale, mientras que unos meses después se podía ver en Cannes la segunda película del año, ‘In Our Days’; y como suele ocurrir, aunque parece contar siempre la misma historia y de la misma manera, esta obra muestra varias novedades tanto desde el punto de vista narrativo como técnico.

Haber reducido la duración de la película a poco más de una hora, casi lo que puede llegar a durar un mediometraje, haber elegido una historia aún más minimalista de lo habitual y, sobre todo, haber optado por una técnica de rodaje que también influye en su estilo habitual, casi puede hacer que pensemos en un giro del autor hacia un tipo de cine más experimental. 

Hong siempre ha sido uno de los directores menos "coreanos" entre los directores de su país debido a las claras influencias de los autores franceses de la Novelle Vague

La historia se desarrolla a lo largo de unos días en un lugar cercano a la playa donde un actor que quiere probar suerte en la dirección y su mini equipo formado por una actriz y un operador se quedan a la espera de rodar lo que se le pueda ocurrir al director, que en estos días pasa por una crisis en cuanto al proceso creativo se refiere. Para encontrar inspiración los tres deambulan por las calles y junto al mar esperando a que al director le vengan a visitar las musas; miran los muros de piedra seca, observan el entorno que los rodea, caminan por la orilla del mar y plantean hipótesis sobre cómo podrían ser los planos en función de la luz y las sombras.

Como buen equipo con presupuesto exiguo, no pueden permitirse nada más que comida para llevar o pizzas; incluso al principio faltan las proverbiales bebidas de soju, y se tiene que conformar con algunas Coca Colas, pero lo que sí no se echa a faltar en esas largas sobremesas son los debates sobre el cine y el papel que tienen el director y los actores a lo largo del rodaje. Finalmente, una mañana el director, al ver a una chica recogiendo basura de las rocas, parece que le viene un arrebato de creatividad y se disponen a comenzar la filmación al día siguiente. 

Si en esencia ‘In Water’ continúa la ya interminable reflexión de Hong sobre la figura del director y sobre el cine en general que se prolonga desde hace décadas, en la que la referencia autobiográfica es muy clara, también es cierto que, sobre todo desde un punto de vista técnico , la película presenta algo nuevo que merece ser interpretado: en algunas escenas con un encuadre fijo como es típico en Hong, especialmente en exteriores, las imágenes aparecen borrosas, creando un extraño fenómeno como si uno estuviera mirando desde el interior del agua lo que está afuera. Como consecuencia de esto, los zooms típicos del cine del director coreano se reducen precisamente teniendo en cuenta esta elección de rodaje.

Lo que hace apreciable esta obra de Hong, como las que produce desde hace siete u ocho años, es la sinceridad de la perspectiva y de la mirada, la profunda empatía que demuestra hacia sus personajes

En algún momento se ha querido interpretar esta elección como una referencia a la patología ocular que compromete la visión del director o como una manera de acentuar esa sensación de indecisión, de incapacidad de mirar las cosas con claridad, que parece apoderarse del protagonista de la película como si estuviera en el agua, tal y como sugiere el título de la película. 

El caso es que en sesenta minutos el firmante de obras maestras como lo son En la playa sola de noche, Ahora sí, antes no o En otro país nos ofrece su conciso compendio de cine personal, dando la impresión de estar cada vez más encerrado en su propio reducto, donde no hay lugar para nadie más, teniendo en cuenta que Hong cuida todos los aspectos, dirección, fotografía, música y hasta montaje.

Incluso para su querida e inspiradora musa Kim Min-hee esta vez no hay espacio en pantalla, y tan sólo escuchamos su voz en el teléfono durante unos instantes y también en una canciónpostrera, en un cine que ha alcanzado ahora un grado de solipsismo minimalista cercano al hermetismo. 

Lo que hace apreciable esta obra de Hong, como las que produce desde hace siete u ocho años, es la sinceridad de la perspectiva y de la mirada, la profunda empatía que demuestra hacia sus personajes, y probablemente hacia sí mismo, y la temática ecológico-ambiental, aunque mediante una valoración superficial uno podría llegar a considerar cada obra como una misma trama vuelta y vuelta mil veces.