CINE

Hidden Strike: La extraña pareja

Francisco Nieto

 “Hay un plan, pero ellos no saben cuál es”, dice el tagline en el cartel de Hidden Strike, y bien podrían referirse perfectamente tanto a los hacedores del film, quienes se pierden en un maremágnum de set pieces donde el sentido y la razón brillan por su ausencia, o a la mediática pareja protagonista que deambulan por el desierto buscando con desespero un clavo interpretativo al que asirse. Y es que nos hallamos ante un film cuyo único objetivo es el de servir de vehículo de lucimiento de Jackie Chan y John Cena, y así de paso revitalizar esas coproducciones chino-estadounidenses que parecen haber perdido fuelle debido a las diferencias políticas entre ambas naciones. 

Cuando el idioma común es el del negocio puro y duro se apartan todas las diferencias ideológicas habidas y por haber y desde luego tener en cabeza de cartel al saltimbanqui oriental por excelencia y al exluchador musculitos con alma de picapredero debe de haber supuesto una apuesta más que lucrativa, habida cuenta de que Netflix es quien está detrás del asunto. Y lo cierto es que el espectador que ha pasado muy buenos ratos de entretenimiento liviano disfrutando de la extensa filmografía de ambos actores agradecemos verlos juntos en pantalla, aunque la química entre ellos no acaba de cuajar debido sobre todo a que no disponen de un libreto firme al que agarrarse. 

Un film que revitaliza las coproducciones chino-estadounidenses que parecen haber perdido fuelle debido a las diferencias políticas entre ambas naciones

Dirige Scott Vaugh, quien demuestra pulso a la hora de filmar las distintas y muy vistosas coreografías de acción además de proporcionarnos una puesta en escena y un diseño de producción muy madmaxiana salpicada con un par de persecuciones automovilísticas, que sirven para abrir y cerrar la función, realmente espectaculares. Y es que el cineasta ya había demostrado capacidad manifiesta de inyectar adrenalina en otros trabajos tan reivindicables como Need for Speed o el documental centrado en la célebre carrera todo terreno Tecate SCORE, donde ejerció labores de montador. 

La producción desecha desde un primer instante cualquier elemento externo que pudiera distraer de alguna manera del eje central de la trama, que no es otro que recrear una suerte de buddy comedy desértica donde cada linea de dialogo de los protagonistas es un chiste basado en las diferencias culturales de ambos. El problema estriba en que muchos de estos chascarrillos incitan más al sonrojo que a la risa, y cuando se arrancan a emular a actores del método se dan cuenta de que les funcionan mucho mejor los gestos y las muecas que las frases habladas, que tienen la misma profundidad que el Mar Muerto.

El resto de artistas que pululan por la pantalla funcionan como meros palmeros sin oficio ni beneficio, siendo necesario hacer hincapié en el nulo desarrollo de los personajes de las dos féminas que tienen algun rol destacable dentro del desarrollo de la acción. Ámbas solo sirven de contrapunto emocional en escenas de màxima tensión donde se apartan para no molestar dada su supuesta debilidad ante el aluvión de testosterona desparramado. La exploración de la dinámica familiar, por ejemplo, fracasa. Tanto Van Horne como Luo Feng tienen sus propios problemas familiares, y aunque Hidden Strike aborda y se basa en la relación de este último con su hija, el intento se siente un poco a medias. En el caso de Van Horne, su situación familiar es más una mención pasajera, lo que dificulta empatizar con su situación en ciertos puntos de la historia. 

La química entre Jackie Chan y John Cena no acaba de cuajar debido sobre todo a que no disponen de un libreto firme al que agarrarse

Se hubiera agradecido que tanto ellas como el villano de turno, aquí el también famoso actor danés Pilou Asbaekpudieran haber aportado algo más de empaque a una historia mínima cuyo único interés radica en servir de pausa entre escena y escena de acción. Pero Bueno, aquí no estamos precisamente para ver actuar a Marlon Brando en Un tranvía llamado deseo, y el alarde acrobático de Jackie Chan y de sus dobles lucen como en los viejos tiempos, siendo quizás la película más física del actor del último lustro por lo menos. Aunque puedan llegar a pasar desapercibidas, los encargados de coordinar cada combate se las ingenian para encontrar estrategias novedosas que cimenten el realismo de cada una de las luchas, y así si muchas escenas de otras películas similares pierden encato por el uso de las cuerdas invisibles, aquí se ven y se utilizan en primer plano para regocijo del respetable.

La historia no es nada del otro mundo, con una presentación muy directa de los eventos que se desarrolla de una manera predecible y directa. A veces, la trama trata de hacer más, pero solo parece innecesariamente enrevesada, subdesarrollada o forzada, pero aún así  la recomendamos encarecidamente porque su estructura tiene ese aroma a película ochentera desprejuiciada donde la única preocupación era la de no atragantarse con la ingesta continuada de palomitas de maiz.