ENTREVISTA A HÉLOÏSE GUERRIER

'No tengo el chichi para farolillos': un viaje por las expresiones del español

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Vicente I. Sánchez | @Snchez1Godotx

Estar en el quinto pino, meter la gamba, darle la vuelta al jamón, llevarse el gato al agua, mojarse el culo… El español está lleno de expresiones populares cuyo significado se aleja totalmente de su imagen más literal. Para muchos extranjeros que vienen a España y están aprendiendo nuestro idioma, expresiones como “se te hace el culo Pepsi-Cola” se pueden convertir en auténticos laberintos para su entendimiento.

En todos los idiomas hay modismos y locuciones muy divertidas, pero la verdad es que el castellano es mucho más gráfico y surrealista

Con el objetivo de analizar y profundizar en la raíz de estas palabras, el dibujante David Sánchez y la filóloga Héloïse Guerrier han publicado No tengo el chichi para farolillos, un divertido diccionario editado por Astiberri Ediciones que se suma a una serie en la que ya podemos encontrar Con dos huevos y Cagando leches. Las claves de este proyecto, que ya ha vendido más de 20 mil ejemplares, son que indagan en el castellano de una manera divertida y muy original. Cada locución es descuartizada a conciencia, en un intento de descifrar su etimología, su cómo y su porqué. Además de una traducción en inglés y francés de la expresión, cada locución viene acompañada de una ilustración que busca jugar con la literalidad del término.

Con el fin de profundizar un poco más en la riqueza del castellano, hemos tenido la oportunidad de charlar con Héloïse Guerrier. Francesa de nacimiento y española de adopción, esta filóloga formada en la Sorbona de París ha dedicado muchas horas a profundizar en nuestro idioma.

Vicente I. Sánchez | No tengo el chichi para farolillos es el tercer libro de un proyecto que nació en 2014 y que ha cosechado mucho éxito. ¿Cómo surgió esta pasión por las expresiones?

Héloïse Guerrier | Empecé a interesarme por todas estas expresiones cuando llegué a España hace 20 años. Yo había aprendido el castellano en el colegio, en la escuela y luego en la universidad. Mi nivel era bueno, pero cuando empecé a vivir en Madrid, comencé a escuchar un montón de expresiones que no conocía, llenas de color y surrealismo. Allí empezó mi afición por la riqueza del castellano, y veinte años después son expresiones que uso a diario, de manera muy normal en mi día a día. 

La idea de este libro ha sido recoger la extrañeza que sientes cuando llegas a España por primera vez y escuchas esos modismos que son propios de la región y la lengua. A mí me llegaban los términos aislados, como por ejemplo, “montar un pollo”, que para mí era literalmente montar un pollo como si fuera un caballo. “O me cago en la leche”, que yo lo veía de manera literal sin entender el sentido figurado. Este es el origen de No tengo el chichi para farolillos, intentar encontrar el significado de las expresiones desde un punto de vista etimológico, pero al mismo tiempo que esté ilustrado de manera literal, para recrear la sensación que provoca a un extranjero.

¿Cómo ha sido el proceso creativo junto al dibujante David Sánchez?

Los tres libros de esta colección los ilustra David Sánchez y ha sido un auténtico placer trabajar con él. Yo hago la selección de las expresiones que más me gustan, y David tiene vía libre para crear y buscar nuevas imágenes. Yo en ocasiones le sugiero ideas, en plan si “pillar un ciego” será un camión que pille realmente a un ciego, pero a él se le ocurren otras ideas y tiene su propia visión. Me encanta cómo trabaja con el imaginario popular y cómo de otras expresiones salen otras. Es un universo gráfico muy personal.

Una de las claves del libro es que profundiza en el castellano y además ofrece su traducción al francés e inglés. De modo que alguien que no conozca bien nuestro idioma pueda encontrar el significado de expresiones tan variadas como, por ejemplo, “se te hace el culo Pepsi-Cola”.

Sí, la idea es que fuera un libro que pareciera un diccionario. Sobrio, sin colores muy llamativos. Un diccionario del siglo XVIII o XIX con letras en dorado. Una vez lo abres, el lenguaje es muy serio, pero luego contrasta con el contenido del libro y sus dibujos. 

La idea de poner la traducción en inglés y en francés de cada expresión es que además de la hilaridad, o la broma, puedas leer la definición. De esta manera, son libros que pueden gustar a los españoles, ya que indagamos en el idioma, pero también a los franceses o ingleses que buscan conocer nuestra cultura. Ojalá yo hubiera tenido un librito como este cuando llegué y era la típica guiri. Es muy útil poder acercarte a un idioma de una manera tan divertida.

Este es un trabajo en el que se profundiza en las raíces del lenguaje. ¿El español es más irónico que el francés?

En todos los idiomas hay modismos y locuciones muy divertidas, pero la verdad es que el castellano es mucho más gráfico y surrealista. Tiene un punto dadaísta, con imágenes muy crudas y locas. En francés también tenemos ese tipo de expresiones, pero tan contundentes, yo creo que no. Al final, estos libros recogen las expresiones muy de la calle, el argot más burro.

Entre broma y broma, el libro propone reflexionar sobre el lenguaje, algo que muy pocas veces nos paramos a hacer.

Sí, pero la idea es que sea un cómic divertido, el típico libro de baño que te lees de vez en cuando. No hace falta leérselo del tirón. Es ameno, pero sin ser una tesis indaga en las raíces de un idioma y propone reflexiones muy útiles. Al final sacas cosas, y puedes entender la raíz y el origen de muchas expresiones.

Gracias, Héloïse, por ayudarnos a reflexionar sobre nuestro idioma.