FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN

'El último suspiro': los dilemas que se plantean en la medicina paliativa

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Como nos recuerda Costa-Gravas en esta película, la medicina tiene tres vertientes, aunque solo la identifiquemos con su versión curativa. Esta es la que mueve más dinero con tratamientos farmacéuticos de larga duración, pruebas diagnósticas e intervenciones quirúrgicas, ingresos hospitalarios y consultas de todas las especialidades imaginables. De ahí que se promueva tanto en el sector privado.

Pero también hay una medicina preventiva, que tiene menos interés económico, al evitar recurrir a los fármacos y a todo lo recién descrito. La película versa sobre una tercera faceta. Se trata de la medicina paliativa, esa que comparece cuando no hay remedio para una situación irreversible donde solo hay lugar para el sufrimiento físico y mental.

El hilo conductor es el diálogo que mantienen un escritor y un médico. Al filósofo le han detectado una pequeña mancha y eso le hace interesarse por el mundo de los cuidados paliativos. Actrices como Charlotte Rampling y Ángela Molina encarnan sendas pacientes en fase terminal. Van planteándose los problemas fundamentales. Hay quienes no quieren saber nada o que sean sus allegados quienes lo ignoren. La opción de fallecer en el hospital o en la propia casa siempre tienes sus pros y sus contras.

¿Qué hay después de la muerte? Nadie sabe contestar a esa pregunta, por mucho que haya un vasto repertorio de creencias al respecto, entre las que se cuentan la resurrección, la reencarnación, la metempsícosis, la palingensia, el eterno retorno, un desperté del sueño vital, la nada o el reingreso en el estado anterior al nacimiento. Cada cual se consuela como puede. Pero no se trata de afrontar la muerte, sino de cómo cruzar ese umbral cuando no media un accidente o un desenlace repentino.

Morirse mientras uno duerme parece la opción más amable y el caso es que cabe inducirla, por muy duro que resulte fijar el momento adecuado. Dejarlo en manos de una u otra divinidad puede tener consecuencias fatales y generar múltiples trastornos. Recordemos la película ‘Camino’. Las posiciones fanáticas no deberían poder imponerse como una norma social estandarizada por mucho crédito que les concedan sus devotos.

El personaje principal ha teorizado sobre la vejez, pero ahora se ve implicado personalmente por su dolencia y cobra su interés práctico por el tema. No es lo mismo ver los toros desde la barrera que saltar al ruedo.

A sus noventa y un años Costa-Gavras continúa manteniendo su pulso fílmico, iniciado en 1969 con ”Z” y sigue incrementando una filmografía donde hay títulos memorables. Nunca ha dejado de tratar temas con una enorme repercusión social y es envidiable que siga haciéndolo. Una suerte para quienes apreciamos este tipo de cine. No solo ha dirigido la película. También es el autor de guion y responsable de su montaje. Fue premio Donostia en 2019 y ha participado en el Zinemaldia con cierta frecuencia.