CÓMIC

'Hitler ha muerto': ¿Qué ocurrió realmente el 30 de abril de 1945?

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Vicente I. Sánchez | @Snchez1Godotx

Durante años se ha especulado sobre lo que realmente ocurrió la noche del 30 de abril de 1945 en el Führerbunker de Berlín. Según la historia oficial, Hitler se suicidó disparándose en la cabeza junto a su esposa, Eva Braun, quien se envenenó con cianuro. Antes de su muerte, dejó claro a sus allegados que ambos cuerpos debían ser incinerados en el jardín de la Cancillería hasta quedar completamente carbonizados e irreconocibles, para evitar que sus restos fueran exhibidos como trofeos de guerra. De esta manera, buscaba evitar un destino similar al de Benito Mussolini, quien unos días antes había sido fusilado y su cuerpo colgado y ultrajado en la Plaza Loreto de Milán.

Desde el principio, esta versión de los hechos fue cuestionada, ya que los primeros en encontrar los cuerpos calcinados fueron los soviéticos, quienes manejaron la situación con extremo secretismo y escasa claridad. Pronto comenzaron a circular rumores sobre si Hitler realmente había escapado a Argentina en submarino, si estaba escondido en algún lugar de Alemania, o si, en lugar de dispararse, solo había ingerido cianuro, poniendo en duda la autenticidad del cuerpo carbonizado con un disparo en la cabeza encontrado por los soviéticos.

Jean-Christophe Brisard relata cómo logró obtener la autorización de las autoridades rusas para realizar análisis científicos sobre la mandíbula de Hitler

Para seguir explorando este controvertido momento de la historia, Norma Editorial ha publicado el cómic Hitler ha muerto, con guion de Jean-Christophe Brisard e ilustraciones de Alberto Pagliaro. Este interesante cómic analiza el papel del ejército ruso en las investigaciones sobre la muerte de Hitler, y cómo las luchas de poder y los intereses del partido fueron decisivos para enturbiar el asunto, anticipando las luchas internas que progresivamente llevarían al declive de la URSS.

Como se explica en el descriptivo epílogo que acompaña la edición, además de la mandíbula de Hitler, que fue extraída del cadáver carbonizado para ser analizada, la otra prueba decisiva de que Hitler se había disparado en la cabeza era un fragmento de cráneo encontrado en el lugar de los hechos, el cual presentaba daños compatibles con un disparo. Este fragmento permaneció oculto en los archivos secretos soviéticos durante años y, hasta el día de hoy, sigue siendo inaccesible.

Jean-Christophe Brisard relata cómo, tras años de gestiones e investigaciones, logró obtener la autorización de las autoridades rusas para realizar análisis científicos sobre la mandíbula de Hitler. Aunque no pudo analizar el fragmento de cráneo, fue un hito histórico desde 1945, ya que con los medios actuales se podía arrojar luz sobre el asunto. Tras realizar un análisis detallado con la ayuda de reputados forenses, los resultados fueron concluyentes: la mandíbula pertenecía a Hitler, confirmando que realmente murió junto a Eva Braun el 30 de abril de 1945.

Visualmente, es también un cómic crudo, algo sórdido, que no oculta la información ni la maldad de sus personajes, todos ellos con un cierto toque expresionista

Bajo este estímulo nace el cómic Hitler ha muerto, una detallada obra que analiza las luchas internas entre los equipos del NKVD (Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos de la Unión Soviética) de Beria y el SMERSH (departamento de contraespionaje de la Unión Soviética) de Abakumov por encontrar los restos mortales de Hitler. Estas dos unidades, al servicio de Stalin, debían haber colaborado en favor de la Unión Soviética, pero en realidad estaban enfrentadas por la obtención del poder, con cada una ofreciendo su versión de lo ocurrido, algo común en una URSS donde la desconfianza reinaba. Si se demostraba que alguna de las dos unidades había mentido, ello significaba un viaje directo a un gulag.

Para contar esta historia de poder, Jean-Christophe Brisard se ha basado en numerosos archivos y documentos, algunos incluso sin desclasificar, logrando ofrecer una visión bastante detallada y fiable del caos y la desconfianza que se vivían en aquella época. En resumen, cada parte trataba de sabotear a la otra, enredando el caso de la muerte de Hitler hasta límites insospechados. Curiosamente, estos son los aspectos más interesantes del cómic, pero también los que no terminan de funcionar del todo en la narrativa, ya que está tan lleno de personajes, sucesos, eventos e intrigas que, en determinados momentos, su lectura se torna compleja y es fácil que el lector pierda el hilo de lo que está ocurriendo. En resumen, es una obra ambiciosa y exigente en lo narrativo, para bien y para mal.

El dibujo de Alberto Pagliaro es muy acertado desde las primeras viñetas, ya que la obra juega con la estética y los colores de los años 40, situándose a medio camino entre lo vintage y lo moderno. Visualmente, es también un cómic crudo, algo sórdido, que no oculta la información ni la maldad de sus personajes, todos ellos con un cierto toque expresionista.

Finalmente, Hitler ha muerto es un cómic que ofrece una perspectiva distinta sobre las típicas historias de la II Guerra Mundial y Hitler, presentando una investigación que, sin duda, busca poner fin a las especulaciones sobre la muerte del dictador alemán.