CINE

Las mejores películas del cine: la guerra de las listas

‘Jeanne Dielman, 23, quai du Commerce, 1080 Bruxelles’

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Celín Cebrián | @Celn4

Decía Orson Welles que “uno de los aspectos que te pueden llevar al cine es la ignorancia. Una película nunca es realmente buena, a menos que la cámara sea un ojo en la cabeza de un poeta”.

Hay listas de las 100 mejores películas de todos los tiempos, o de la historia del cine. También de las películas basadas en hechos reales, o esas otras cuyo tema es la  inteligencia artificial,  o el grupo LGTBI, o las que son dirigidas por mujeres… Listas y encuestas que se hacen también por países,  por géneros, pero, ¿quién hace las listas? El dinero, que interesado en dinamitar las redes sociales (en su día las noticias en prensa o radio) y hacer ruido, le  prende fuego a la polémica bajo el dictamen de las distribuidoras,  contratando a un batallón de críticos  hasta lograr aupar a lo más alto a una reliquia o a un bodrio. Esto no es nuevo, pero no siempre es así. El problema de la listas hoy en día no es otro que las productoras, los grandes estudios, el cine de palomitas, están perdiendo dinero y necesitan colocar sus productos lo más alto posible para evitar cada dos por tres un batacazo descomunal. El cine de aventuras, por si solo, ya no llena las salas. Pinchó Marvel, Indiana Jones y el Dial del Destino, Quantumania, Shazam, la furia de los dioses…, y tantas otras. El pastel no da para más. ¿Cuáles son las razones de que este tipo de películas se hundan en taquilla? Pues que la gente va menos al cine con el auge del streaming, que los presupuestos son desorbitados y también que hay una sobre dosis de franquicias y de eventos.

A partir del año 1952, cada década, la revista británica de cine Sight&Sound  le ha pedido a un grupo de críticos internacionales que voten por la mejor película. Incluso,  a partir de 1992, invitó  a que votaran también a los directores. En ese primer año participaron 53. Sin embargo, en el  año 2012 participaron 846 críticos y 358 directores. Algo había cambiado. El crítico estadounidense Roger Ebert  describió la lista como “la encuesta más respetada de todas las que se hacen y la película elegida como la única que se toman en serio”. Ese año 1952 encabezó la lista Ladrón de bicicletas (1948) de Vittorio de Sica con un total de 25 votos.

El problema de la listas hoy en día no es otro que las productoras, los grandes estudios, el cine de palomitas, están perdiendo dinero y necesitan colocar sus productos

Como ya hemos apuntado,  esta cita ineludible, dada su relevancia y prestigio, tiene lugar cada década. Este año a la hora de coronarse y llegar a la cima, el turno le ha tocado a una obra no muy conocida por el público. Se trata de Jeanne Dielman, 23, quai du Commerce, 1080 Bruxelles, un largometraje belga realizado en 1975 y dirigido por Chantal Akerman, con una duración de tres horas y veinte minutos en el que nos viene a contar cómo una madre viuda que realiza todas las labores del hogar, cuando llega la noche, se dedica a la prostitución. “Ésta y  no otra ha sido la película ganadora”, le dije a mi amigo Javier por wasap.  Al rato, me contestó: “Manda huevos… pero qué cojones me estás diciendo… ¡No me lo puedo creer!”. Cuando supe que estaba ya más tranquilo, lo llamé y le aconsejé que fuese a una librería y se comprase The Best, el libro que acababa de publicar José Luis Garci, sí, ése, el de Gijón,  que dirigió El Crack I y II, Volver a empezar, que es  un libro de tapa blanda  donde el autor viene a  preguntarse si “Jeanne Dielman, 23, quai du Commerce...", recientemente elegida Mejor Película de la Historia del Cine por la revista "SIGHT & SOUND", es la mejor película de todos los tiempos.  Sobre todo porque más abajo del título, en mayúsculas (y escribo tal cual aparece en la portada) pone lo siguiente: DEVANEOS SOBRE LA MEJOR PELÍCULA DE LA HISTORIA.

Pero vayamos al grano y  seamos sinceros: ¿Por qué se ha montado tanto lío, porque la película la dirige una mujer? ¡Qué va! Se ha montado tanto lío porque se han roto los cánones. Así de sencillo. ¿Qué quiere decir esto? Pues que se le ha dado el premio a una película fría, lenta, distante, un filme que no es comercial, un cine diferente, con una historia desafiante, provocadora, y que seguramente ha tenido muchas dificultades para llegar a la pantalla. Ya saben lo que decía Spielberg, el Rey Midas de Hollywood: ꟷ”La pantalla es un pesebre para aburridos”. Eso es lo que ha pasado, que han quedado fuera grandes cineastas, muy seguros de la rentabilidad de su cine. Y ya veremos  lo que sucede el día que le otorguen dicho premio a una película dirigida por un negro… ¡Seguramente que se montará la de Troya y la pondrán en la lista negra ! La cuestión es que todavía hay quienes no aceptan, y son muchos, que han cambiado los tiempos, y que  hay otras voces, otras miradas… 

‘Jeanne Dielman, 23, quai du Commerce...’, recientemente elegida Mejor Película de la Historia del Cine por la revista ‘Sight&Sound’

Ahora se habla de críticos. Hace años hablábamos de periodistas de cine, que tenían por costumbre crear un ranking de películas que fuera orientativo, divertido, incluso discutible. Una profesión o vocación que definió a las mil maravillas el escritor cubano Guillermo Cabrera Infante. Ambos oficios, el del cine y el periodismo, seguramente que nacieron porque estaban destinados a encontrarse y, al mismo tiempo, a encontrar un orden estético, también ético, que en muchas ocasiones ha saltado por los aires por diversas circunstancias e intereses. Ahora, cada uno va por su lado y se vende al mejor postor.

¿Quién o qué determina que una película es la mejor? ¿Cómo puede medirse su calidad? ¿Cuáles son los criterios objetivos a seguir? ¿Es suficiente la aceptación mayoritaria del público y de  la crítica para dar por buena una lista? ¿O quizá la estimación de una obra es algo profundamente subjetivo y depende del gusto y percepción personal de cada espectador? ¿El espectador está preparado, tiene criterio? Preguntas y más preguntas. Se vota la mejor película. ¿La mejor de qué? ¿La mejor con relación a qué o a quién? ¡Votad!!!!! Decía Borges que hay verbos que no soportan el imperativo. Entonces, ¿qué es una buena película y cómo se elige o cómo debería elegirse? Las listas son curiosas porque permiten este tipo de conversaciones, centradas en discutir sobre una determinada clasificación o calificación otorgada a una obra. Pero esto no va de listas. Pensemos que la película es un “discurso”, una selección que se hace de un “transcurso”, que es la vida, y que hay que estructurar, ordenar, montar para que funcione de alguna manera. Se trata de “construir a partir de…” y, entonces, no todo cabe, no todo vale. Independientemente del éxito de taquilla, está los logros técnicos. Hay películas buenas que por cuestiones de presupuesto técnicamente tienen algunos fallos. Y al contrario: hay películas malas que técnicamente son impecables. A una buena película se le puede pedir que sea emocionante, original y cohesionada, si bien, como todos sabemos, hay autores  que dan prioridad a la forma sobre el fondo, dejando la historia a un lado. Es decir, por muy rigurosos que queramos ser, no hay un criterio a seguir. Lo cual quiere decir, que nunca lloverá a gusto de todos y que la polémica continúa y continuará. 

A una buena película se le puede pedir que sea emocionante, original y cohesionada

Chantal Akerman

Jeanne Dielman, 23, quai du Commerce, 1080 Bruxelles,  lo que viene es a establecer un nuevo canon, nos guste o no, lo que supone un cambio de paradigma con respecto a las anteriores selecciones y una sorpresa más que evidente. Volvemos a la sinopsis: una mujer viuda, con un hijo estudiante que por las noches ejerce de prostituta. Cámara fija mientras ella pela patatas, lava los platos, come con su hijo o sale a la calle. La directora nos muestra al personaje haciendo labores domésticas de una forma casi robótica, mecánica, y en torno a ella articula el papel de la mamá y el de la puta, ya que esta señora debe prostituirse para mantener a su hijo, interpretado magistralmente por Delphine Seyrig. La película evita la denuncia social o ese cine maniqueo, panfletario. Estamos ante un discurso vigente, en una historia contada desde una abstracción incómoda y, al mismo tiempo, fascinante para el espectador. Un filme preciso, calculado,  con una precisión milimétrica de cada uno de los movimientos, ya sea viendo cómo dobla  la colcha la protagonista o descorre un visillo, ver cómo se quita la ropa, coloca los platos en la mesa. El plano aguanta el tiempo necesario para decir lo que quiere decir. Lo que sucede un día, sucede todos los días. Se trata de filmar las acciones rutinarias de una forma minimalista y, en ese contexto, crear una cierta neurosis, una experiencia desesperante, que nos transmita una angustia palpable al seguir el ritmo de esas acciones mecánicas que encierran toda la miseria de la vida.

Su directora es Chantal Akerman, una cineasta belga que se suicidó en el 2015 a los sesenta y cinco años debido a una enfermedad maníaco depresiva. La trama de sus filmes es mínima y sus elipsis marcas de la casa, de su identidad creadora. Quizás se le pueda emparejar con Godard o Wenders. Estamos ante un cine íntimo, de una precisión expresiva muy rigurosa, casi documental, aunque se trate de una ficción. Sus viajes vitales son azarosos, en interiores, llenos de silencios, planos quietos de una notable belleza, dentro de una monotonía, dentro de un mundo de reflexión, con referencias a Edward Hopper, a ese vacío que crea la modernidad en nosotros.