FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN

'La habitación de al lado': como en un cuadro de Hopper

Foto: Roberto R. Aramayo

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Los colores de las hamacas que sirven para tomar el sol e incluso el propio diseño arquitectónico de la casa del bosque parecen recrear un cuadro pintado por Edward Hopper. Como en sus pinturas, una imagen resume toda una historia. En este caso se cuentan varias historias, aunque haya una que sea el tema dominante: la eutanasia.

Es una tema este de la eutanasia que prolifera en esta 72. Edición del Zinemaldi. Desde diferentes puntos de vista lo tratan ‘El último suspiro’ de Costa-Gavras, ‘Los destellos’ y la primeriza ‘Mi verano eterno’, por señalar únicamente las que he podido ver. Resulta muy difícil seleccionar películas cuando hay una oferta que alcanza el cuarto de millar.

Almodóvar no siempre me ha convencido, pero desde luego sí consigue hacerlo en esta ocasión y entiendo que Venecia premiara esta película con el León de Oro. Mantiene un pulso narrativo intenso desde un principio y las tramas van desgranándose con mucha maestría. Manifiesta que ha impuesto contención a su estilo y eso le sienta bien. Toda la maquinaria funciona como un reloj suizo.

Los temas que desfilan son las relaciones paternofiliales o el cambio climático, imposible de parar mientras el neoliberalismo imponga sus depredadores a reglas con total hegemonía, según señala uno de los personajes. También comparecen los conflictos bélicos o las relaciones de amistad. Alguien al que no se veía desde hace tiempo, puede rendir mejor servicio que los habituales.

Tras cumplir setenta y cinco años, Almodóvar viene a recoger su Premio Donosti por sus treinta y tres películas filmadas

Confrontarse con la muerte nos va ocupando más con el paso de los años, al ir capeando enfermedades y despedirse de unos cuantos allegados. El testamento vital debería ser algo estipulado de oficio, aunque siempre cupiera revocarlo, tal como puedes apostatar del bautismo. Nos deberían bautizar civilmente con ese documento que permitiera elegir un desenlace cuando no hay esperanzas de revertir una enfermedad mortal y dolorosa. Que sea un crimen asistir a quien pide compañía en ese trance, refleja una patología social amasada por un integrismo fanático.

Tras cumplir ayer setenta y cinco años, Pedro Almodóvar viene a recoger hoy su Premio Donosti por sus treinta y tres películas filmadas, tras visitar el festival por primera vez hace cuarenta y cuatro años. Las dos protagonistas bordan sus papeles y engrosan la nómina de las chicas Almodóvar. Como ha dicho Conchita Casanovas es un clásico que sabe reinventarse para no perder actualidad. En este caso quiere definir su película como un elogio de la empatía y el acompañamiento. Como de costumbre, la libertad es el telón de fondo.