martes. 17.09.2024
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Bancada del PSOE en el Congreso de los Diputados.

Estamos dando tan fácilmente por hecho que los presupuestos del Estado para el año próximo no se van a aprobar, que se nos escapan los movimientos de los contendientes. Con la dirección del PP no hay ningún problema de interpretación, su política es simple: Pedro Sánchez se come los perros y los gatos de los españoles, y ya está, no vamos a rompernos más la cabeza. Todo lo que valga para atacarlo es bueno, y si es a costa de los venezolanos pues como si es a costa de los tibetanos.

Fuera de Génova empieza la complejidad del mundo, y los dirigentes regionales de la derecha, que gobiernan en muchas comunidades autónomas, miran con preocupación hacia unas cuentas públicas de las que dependen sus propios movimientos electorales. En Huesca o en Valencia no se gana solo atacando a Moncloa, y por eso los líderes populares locales le dijeron a Ayuso que claro que van a ir a la Moncloa a hablar de dinero. De dinero es de lo único de lo que siempre van a estar dispuestos a hablar.

Creo que es a la luz de las cuentas públicas, esas que parece que no van a aprobarse, como hay que interpretar el movimiento del PNV votando esta semana junto a la derecha el reconocimiento de Edmundo González. Es verdad que en Caracas ha habido siempre una importante colonia vasca, y para el PNV lo que sucede allí es más importante que para otros, pero es que además la oportunidad había que aprovecharla para desmarcarse y llamar la atención. Si no hay negociación presupuestaria no hay nada que rascar, porque el PNV gobierna en Vitoria sostenido por los votos del PSOE, y no tiene margen para romper barajas. Su ocasión de avanzar es conseguir mejoras a través de la ley presupuestaria, y advierte, con no menos preocupación que el Gobierno, que si no hay presupuestos este año no tendrá nada que vender a su feligresía.

El PNV siempre ha mantenido la interlocución con Junts, y puede ser quizá la última baza para llegar a acuerdos

También por eso el toque de atención: oiga, estamos aquí, podemos ser molestos, pero también útiles. Porque el PNV siempre ha mantenido la interlocución con Junts, y puede ser quizá la última baza para llegar a acuerdos. De ahí que, cuando el histrionismo popular a cuenta de Venezuela hizo preguntarse a muchos qué hacían los vascos, el PNV tuviera que salir a decir en público que esto no cambia nada, que ellos siguen estando junto a la mayoría gubernamental. Toques sí, pero que no se nos vaya la mano.

Entretanto, y no será noticia, el ministro de Economía ha convocado la semana que viene a las autonomías a una cumbre para diseñar lo que se ha llamado coloquialmente “distrito 18”, un espacio común de regulación de licencias y permisos, que elimine las trabas que las empresas se encuentran al comerciar en los distintos mercados autonómicos. Un espacio, también, para que la ciudadanía, vía homogeneización reglamentaria, sea más igual en los distintos territorios del Estado. Esto es federalismo. Y no se podía ni intentar cuando no estaba Illa en Cataluña ni el PNV dependía del PSOE en Vitoria. Hay más cosas que perros y gatos en el debate público. Hay movimientos.

Movimientos