martes. 08.10.2024

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España es un país singular con respecto a su historia, los últimos 100 años apenas se estudian en los colegios e institutos, especialmente los relativos a la guerra civil española y el franquismo, el mayor trauma de la sociedad española.

La inmensa tarea de los historiadores en este campo, con miles de libros publicados durante décadas sobre este periodo, no consigue disipar las dudas y bulos que instala la derecha y la extrema derecha sobre las décadas más represivas y oscuras de nuestra historia nacional. Tampoco parecen estar logrando que la sociedad española supere el trauma el trabajo de los gobiernos de Zapatero o de Sánchez con sus leyes de Memoria Histórica o Democrática. Cabe preguntarnos: ¿Qué nos queda entonces?

Ya no se esconden, ya no les da vergüenza que se les vincule con su pasado, no les supone ningún coste en una sociedad que cada día polarizan más con sus mentiras

En mi opinión, aplicar las leyes de memoria hasta sus últimas consecuencias y redoblar esfuerzos para colocar la memoria en el centro del debate público son actos muy valientes teniendo en cuenta que los poderes económicos, que no han cambiado tanto desde la dictadura franquista, se alinean con las tesis de PP y VOX en cuanto al rechazo sistemático de los conceptos de memoria y el olvido de las víctimas.

Un ejemplo claro es el de la fosa del cementerio de Fuencarral El Pardo, donde se está intentando por parte del ayuntamiento de la capital poner un cantón en donde es probable que descansen los restos de cientos de combatientes republicanos. No contentos con ello, tras la paralización de la construcción de dicho cantón, pone trabas para que el gobierno no pudiera encontrar a estas personas, que tienen todo el derecho a la restitución de su dignidad. Es más, ya tienen mucha más dignidad y han hecho más por España que quienes pretenden mantenerlos en la fosa.

Algunos incluso han tentado con eliminar del callejero al sindicalista Marcelino Camacho o a otros personajes relevantes como Largo Caballero

Sin ir mucho más lejos, y respondiendo al debate público generado en estos últimos años respecto al callejero franquista, muchos ayuntamientos madrileños siguen manteniendo en su callejero a militares franquistas y a personajes de lo más siniestro, como si el franquismo no hubiera sido más que un mal sueño. Algunos incluso han tentado con eliminar del callejero al sindicalista Marcelino Camacho o a otros personajes relevantes como Largo Caballero, cuya placa fue retirada y restituida por la vía judicial.

Ya no se esconden, ya no les da vergüenza que se les vincule con su pasado, no les supone ningún coste en una sociedad que cada día polarizan más con sus mentiras. Lo que me pregunto es como pueden vivir tan llenos de odio y sin pensar que el resto de sus iguales, los españoles, también tenemos derecho a restituir a las víctimas, porque si, son víctimas pese a no ser de su cuerda ideológica.

El PP y su nula conciencia democrática con la Historia