TRIBUNA DE OPINIÓN

La temporada

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Se nos acaban los temas. Ahora que la política se ha convertido en una sucursal de las plataformas digitales, los seriales que parece que van por la tercera temporada pierden fuerza, y el equipo de guionistas se resiente de las malas condiciones laborales. 

Por poner un ejemplo, Amnistía ha llegado a esa fase en la que aparecen y desaparecen personajes, se producen enredos legales y el espectador se pierde un poco y pierde el interés. Financiación singular arrancó de manera prometedora, pero es una serie para especialistas, con muchos números y argumentos técnicos, y las matemáticas nunca han sido el fuerte de los españoles. Peinando la Moncloa prometía por la cosa del glamour, pero los guionistas han entrado en fase imaginativa, interpretando hasta los silencios de los personajes, y la gente se aburre. 

Algunas fuentes dicen que les han prometido a los guionistas una prima extra si inventan una trama emocionante. No es preciso que tenga base en la realidad

No soy presidente porque no quiero, de la que ya hemos hablado en estas páginas, continuará sin duda porque es una comedia de situación clásica, con esos personajes de ojos fijos muy abiertos que hablan siempre sobre un fondo azul y monologan sin gracia sobre los males del infierno. Lo mismo ocurrirá con el culebrón Mi nación es mía, que ya va por el capítulo 15.000, en cadena nacional con versiones autonómicas, con la original incorporación de Madrid, rompecuernos de todas las Españas, pero esas son las series que solo ves cuando no tienes otra cosa que hacer. 

La temporada se presenta floja. Intriga en el Consejo, sobre la elección de un presidente de un órgano paritario, puede salir lo mismo miniserie que comedia bufa, y así no hay quien haga programaciones. La última vez se tiraron cinco años repitiendo el mismo capítulo, hasta que se quedaron totalmente sin público y hubo que renovar.

‘Intriga en el Consejo’, sobre la elección de un presidente de un órgano paritario, puede salir lo mismo miniserie que comedia bufa

La parrilla está tan deslavazada que alguno ya sugiere que tal vez habría que volver a las series clásicas, con argumento y con mensaje, con diálogos inteligentes y soluciones inesperadas. Aquellas viejas series que después de verlas te dejaban pensando. Se han encargado ya varias encuestas para ver qué opina el personal, pero lo más probable es que le pidan la solución a un logaritmo. Aquí, en este país, donde dos y dos nunca son cuatro.

Pero ojo: algunas fuentes dicen que les han prometido a los guionistas una prima extra si inventan una trama emocionante. No es preciso que tenga base en la realidad, ya está muy demostrado que hay algunos que se lo creen todo. Bastará con que pueda difundirse publicidad en redes, no harán falta más que dos o tres frases, que podamos volver a tener las calles llenas de gente protestando. Lo de los contenidos es una antigualla. Reduzcamos al mínimo el mensaje. Hug. 

Nunca descansan.