TRIBUNA DE OPINIÓN

Las promesas incumplidas del trilero Puigdemont

Carles Puigdemont

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Si de algo se ha independizado Carles Puigdemont es del mundo real. Habita en uno de mentirijillas donde reina soberanamente su propia fantasía, como si fuera presa de sucesivos brotes psicóticos. Confunde su cobardía con algo tan valeroso y triste como el exilio político. Se siente perseguido por la justicia, cuando en realidad impone legislaciones para exonerar sus cuentas con la justicia, pese a lo cual se presenta como una víctima de la represión del Estado español. Imparte doctrina desde su dorado refugio europeo y sigue considerándose legítimo presidente de una República que amagó con proclamar aboliéndola un instante después. No parece muy de fiar.

Si de algo se ha independizado Carles Puigdemont es del mundo real

Quizá lo haya soñado, pero diría que Puigdemont habría prometido volver en varias ocasiones y nunca lo hizo. También dijo que, si no era investido presidente de la Generalitat, abandonaría la política para siempre. Pierde un órdago detrás de otro y luego pretende no haber apostado. Hace tiempo que se le habría expulsado del campeonato, en caso de jugar al mus. Pero en el terreno de la política todo parece valer para ciertos personajes que se consideran los protagonistas, cuando en realidad son meros figurantes en un decorado de cartón piedra.

Siempre cree ganar la partida pese a no tener buenas cartas y perder sus cada vez más rocambolescos órdagos

Gente así hace pensar en la conveniencia de someterse a una revisión que acredite no haber perdido por completo los papeles. Biden ha dejado de ser candidato por sus condiciones físicas, pero hay otros casos en donde la salud mental podría estar brillando por su ausencia. Los ejemplos menudean por doquier en todos los extremos del arco político. A cada cual se nos pueden ocurrir con suma facilidad varios nombres. Quizá no fuera tan mala idea someterse de oficio a un examen integral, que cubriera todas las facetas de la salud, a la hora de asumir altas responsabilidades políticas. Porque hay conductas que solo parecen explicarse por una falta de cordura.

La hipótesis alternativa es que Puigdemont fuera un consumado trilero, es decir, alguien que tiende a burlarse de los demás con engaños. El problema es que uno se llegue a creer sus propias añagazas y confunda la realidad con esos hechos alternativos. En ese punto se deja de ser un simple bribón y te conviertes en el responsable de tus propias alucinaciones. Por supuesto, en esa tesitura te crees que son los demás quienes mienten o distorsionan cuanto sucede. Comoquiera que sea, falta saber si Puigdemont recuerda la última de sus promesas incumplidas. Abandonar la política tras haber jurado que sería César o nada. Siempre cree ganar la partida pese a no tener buenas cartas y perder sus cada vez más rocambolescos órdagos. Es un pelín bochornoso.