TRIBUNA POLÍTICA

El zugzwang de ERC y su ultimátum

Pere Aragonés y Marta Rovira

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“ERC da un ultimátum al PSC: nuevo pacto fiscal o repetición electoral”. Éste ha sido el titular de la mayoría de los periódicos de Catalunya, el lunes 22 de julio, en relación con la negociación que están llevando a cabo estos dos partidos para la investidura de Salvador Illa. Es evidente que no son pocas las dificultades y problemas que padece ERC para afrontar esta negociación. Y supongo que no son menores por parte del PSC.

Pero parece que quien más dificultades tiene para afrontar sus responsabilidades es ERC. Podríamos decir que está en un zugzwang”que es cómo se define en el ajedrez la posición de un jugador cuando está frente a la obligación de realizar una jugada y cualquiera de las opciones que elija le supondrá empeorar su situación precedente. Saben los dirigentes de este partido que están frente una situación envenenada, pero es en la que las urnas les han querido colocar, y que es ser la llave de facilitar la presidencia de Salvador Illao repetición de las elecciones en el mes de octubre. Y saben también que si alcanzan un acuerdo, Junts los atacará sin misericordia y presentará lo pactado como una rendición por insuficiente cualquiera que sea el resultado. 

Saben también que si alcanzan un acuerdo, Junts los atacará sin misericordia y presentará lo pactado como una rendición por insuficiente

Pero esto es la realidad de la política que saben bien los dirigentes de ERC, que ésta va inseparablemente unida a la decepción. Algo que no deberían olvidar estos días, porque hacer política es consustancial con renunciar a cualquier otro camino que no sea el de convencer a otros, algo que nunca está plenamente garantizado. Saben que negociar es arriesgado, lo han sufrido con críticas e incluso insultos de “traidores” en estos últimos años, pero, como ellos mismos nos recuerdan con razón, ahí están sus resultados y éxitos. Sí, negociar es arriesgado, por esto hay tantos dirigentes políticos que se niegan a hacerlo, porque tienen miedo de tener que renunciar a algo en la negociación. Pero la política es esencialmente un aprendizaje para saber gestionar la decepción, y quien no aprende esta lección fracasa en política y posiblemente en otros órdenes de la vida.

Por esto, cuando se habla de negociación y de pactos, casi siempre triunfa aquel que ha aprendido la lección de unir sus convicciones con la necesaria disposición al compromiso y la capacidad de dar por aceptables acuerdos que no satisfacen completamente sus aspiraciones. Es ahí donde reside una parte esencial de la diferencia entre unos líderes y dirigentes políticos que saben vivir con la renuncia y la frustración, que saben gestionar los límites, y trasladar estos con honestidad a sus seguidores; porque saben distinguir entre la «razón y lo razonable», y aquellos otros líderes y dirigentes políticos cuyo lenguaje se ciñe exclusivamente a los supuestos principios fundamentales y a sus líneas rojas y exigencias absolutas, irrenunciables y, por ello, son incapaces de negociar y más aún de pactar. Aunque al final, como nos explica con mucha claridad la historia y la experiencia política, estos últimos terminan no obteniendo nada, ni siquiera lo que podrían haber conseguido con una estrategia de conquistar lo «razonable», entendido este término como lo posible, lo negociado y lo aceptado como acuerdo con la otra parte. 

La política real en la gran mayoría de ocasiones son remedios, ajustes imperfectos y casi todos provisionales

La experiencia nos demuestra que los agentes políticos suelen dar lo mejor de sí cuando están apremiados por la necesidad de entenderse, como puede suceder en esta negociación entre PSC y ERC, una negociación que muchos ciudadanos y ciudadanas de Catalunya esperamos que culmine con acuerdo. Conscientes, como lo deberían estar los protagonistas, de que no existe la “gran solución. Al contrario, cualquier experto en negociación sabe que es precisamente ésta el principal enemigo en la mayoría de negociaciones, y también de las verdaderas soluciones. La realidad nos demuestra que la solución casi siempre está en una mezcla de arreglos, soluciones parciales y dilaciones que permitan madurarlas. 

Y no hace falta ser un profesional en la materia para entender que la política es también la capacidad de enfrentar problemas insolubles y situaciones con difícil arreglo definitivo, para las cuales no se dispone de los medios que permitan encontrar una solución total y definitiva.

Aunque suene muy poco épico e idealista, deberíamos reconocer que la política real en la gran mayoría de ocasiones son remedios, ajustes imperfectos y casi todos provisionales. Precisamente por esto una definición muy acertada de la política es la que la define como «el arte de desplazar hacia el futuro alguna parte de los problemas actuales”.

Esperemos que los dirigentes y militantes de ERC en esta negociación tengan la valentía y la inteligencia de saber gestionar su “zugzwang”, y no se castiguen, ni nos castiguen al conjunto de la ciudadanía de Catalunya, con otra repetición electoral porque no han conseguido “su gran solución”.