martes. 07.05.2024
CONFLICTO IRÁN-ISRAEL

La lógica de la geopolítica

Resulta incongruente que EEUU y la UE hayan reaccionado aplicando sanciones no a quien golpeó primero, Israel, sino a quién responde con clara intención de sólo amagar para avisar, Irán.

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El 1 de abril, Israel bombardea, por sorpresa, el consulado iraní en Damasco, produciendo ocho bajas mortales y numerosos daños materiales. Trece días más tarde (noche del 13 al 14 de abril), en represalia, Irán lanza un ataque hacia territorio israelí con drones, misiles y cohetes, que sólo produce el daño colateral no buscado de una pequeña beduina-palestina, cuya familia, para colmo de desgracias, acababa de ser expulsada de su vivienda habitual, desahuciada por las autoridades israelíes.

Pero en realidad, no puede decirse que la contestación iraní fuera una represalia, sino más bien una advertencia, una forma de recordar ¡eh, qué nosotros también podemos dar! pero sin dar; una forma de no quedar ante la comunidad internacional, ante sus aliados del Eje de Resistencia, ante los países con los que colabora en otros frentes, como Rusia, y, principalmente, ante el propio Israel como impotente, como incapaz de responder a este tipo de ataques, sino como un “puedo, pero no quiero” (al menos así y ahora). Esto es, al menos, lo que parece significar que se utilizaran drones (unos 170) de baja velocidad de crucero a baja cota fácilmente detectables en el largo recorrido (unos 1.800 kms) que debían efectuar hasta sus hipotéticos blancos y que se avisase con antelación a Jordania e Irak, cuyo espacio aéreo debían atravesar sus misiles y cohetes (unos 150 en total) camino de sus hipotéticos blancos en Israel, a conciencia de que esta información sería inmediatamente transmitida a Estados Unidos (y quizás directamente al propio Israel) y, a través de éste, a Israel.

Y, sin embargo, incongruente, pero no sorprendentemente, tanto Estados Unidos como la Unión Europea y sus Estados miembros han reaccionado aplicando sanciones no a quien golpeó primero con conseguida intención destructiva y provocativa, Israel, sino a quién responde con clara intención de sólo amagar para avisar, Irán. Incongruente, pero no sorprendente: es que es la lógica de la geopolítica.

Una lógica que es la que puede explicarnos que Estados Unidos, ante el temor a una nueva desmesurada (como acostumbra) respuesta israelí al placebo iraní de la noche del 14 de abril, que pudiera desencadenar una tormenta bélica en el área que acabara forzando su propia intervención, con la probabilidad de consecuencias como las que ya ha sufrido en sus intervenciones en Afganistán, Irak o Siria, y la consiguiente posible aparición en el conflicto generalizado de la propia Rusia o incluso, de alguna forma más o menos indirecta, de China, ha preferido aconsejar y forzar a su aliado Israel a que desahogue su furia y su ansiedad llevando a cabo la tan desaconsejada por toda la comunidad internacional (incluidos los propios Estados Unidos) ofensiva sobre la ciudad de Rafah, donde se hacinan más de millón y medio de personas, ya, a estas alturas, exhaustas, subalimentadas y sin apenas cobijos donde guarecerse.

Una propuesta que de llevarse a cabo, la lógica de la geopolítica hará que de nuevo el resto del mundo se alarme mientras mira para otro lado. Que hará que los propios Estados Unidos y los países europeos (sus Gobiernos, no siempre la mayoría de su población), que se autotitulan campeones de la democracia y de los derechos humanos, nos insistan en el carácter terrorista de los movimientos de liberación nacional palestinos, especialmente Hamás, y en que el democrático Israel tiene derecho a defenderse, como si la colonización y el apartheid que Israel ejerce en Cisjordania mereciera ignorarse solamente porque en Israel hay elecciones periódicas y mantiene un régimen de liberalismo económico. Como si el hacinamiento, la hambruna y el desarraigo que la población de la franja de Gaza lleva más seis meses soportando no tuviese nada que ver con los derechos humanos. Como si la situación de marginación social, laboral y securitaria que sufren los ciudadanos israelíes de origen palestino en el propio Israel no clamase contra las más elementales reglas de una democracia y contra la propia esencia de los derechos humanos.

Una lógica de la geopolítica y del relato que nos impone su propaganda que nos ha llevado a olvidar la victoria de Hamás (Resistencia Islámica Palestina) en las elecciones palestinas de enero de 2006 -internacionalmente refrendadas (1)- al Consejo Legislativo Palestino, el poder legislativo de la entonces Autoridad Nacional Palestina (hoy Estado de Palestina desde 2014), obteniendo el 44% de los votos válidos en Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este (74 escaños de 132 del Consejo Legislativo) frente al 41% de al-Fatah (45 escaños de los 132 del Consejo Legislativo) y al 15% (13 escaños de 132 del Consejo Legislativo) de otras fuerzas políticas, no tuviese validez porque ciertos países, que se han autoadjudicado el privilegio de decidir quién es y quién no es terrorista, han decidido, por razones de geopolítica, incluir a Hamás en sus legislaciones antiterroristas.

El derecho internacional se aplica en función de los intereses del más poderoso de los contendientes, de la lógica de la geopolítica

Porque, efectivamente, a pesar de la opinión favorable de la observación internacional de la limpieza de los comicios, tanto Israel, como al-Fatah y Estados Unidos, se negaron a aceptar el resultado de estas elecciones, facilitando desde entonces que al-Fatah mantuviera la administración (que no gobierno) de Cisjordania bajo ocupación israelí. A pesar de que Ismael Haniya, miembro de Resistencia Islámica Palestina (de la que es en estos momentos el máximo dirigente político) y cabeza de lista de ella, fuese nombrado primer ministro de la Autoridad Nacional Palestina por el Consejo Legislativo Palestino el 29 de marzo de 2006, pero que ante la imposibilidad de ejercerlo debido al boicot israelí, a partir de junio de 2007 tuvo que llegarse a la absurda decisión que de que haya dos primeros ministros, uno en Gaza, Ismael Haniya (al que nadie alude nunca como primer ministro, sino como máximo dirigente político de la milicia islamista terrorista Hamás, que es como lo conceptúa “el relato” de la lógica de la geopolítica) y otro (en estos momentos) Mohamed Mustafá en Ramala (capital administrativa del Estado de Palestina) en Cisjordania, bajo ocupación israelí. Estado de Palestina, cuyo presidente es Mahmud Abás, que lleva en el cargo desde 2005, negándose a celebrar nuevas elecciones, lo cual no parece que al relato, a la lógica, de la geopolítica democrática parezca preocuparle demasiado. 

Como tampoco parece preocuparle, al menos no lo suficiente como para tomar alguna medida al respecto, que se hayan descubierto en Gaza varias fosas comunes de civiles (no miembros de ninguna organización terrorista) palestinos, algunos de ellos menores de edad, asesinados por la Fuerzas de Defensa de Israel con, en algunos casos, signos de tortura o de inmovilización previa (esposados o maniatados, es decir, incapacitados para la lucha o la resistencia).

Necesitamos el derecho internacional y hay que luchar porque se respete, pero sin engañarnos, porque vemos que el derecho internacional se aplica en función de los intereses del más poderoso de los contendientes, de la lógica de la geopolítica.


(1) El propio expresidente estadounidense Jimmy Carter, jefe de la delegación observadora estadounidense, tuvo que presentar una queja formal por la detención injustificada por Israel de 15 aspirantes incluidos en las listas electorales.

La lógica de la geopolítica