jueves. 02.05.2024

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Angel Tomás Monedo López 

Son varios los países donde el contraste geográfico entre Norte supone un viaje entre dos tipos de desarrollo económico, cultural y social. Por razones de desarrollo industriales y económico zonas del norte han tenido una riqueza y una evolución diferente a otras del Sur. Una manera de percibir estas diferencias se percibe en las gentes que lo habitan; sus maneras de hablar, de vestir, su filosofía de vida y costumbres. Compartir una conversación con oriundo de Bilbao y un gaditano ayudaría a entender estos matices sociales, de la misma manera que recorrer las calles de Milán y Nápoles, Italia también lo es. Un recorrido de norte a sur en Italia supone una aventura y un descubrimiento que lleva al viajero a experimentar dos Italias diferentes. Otra manera de descubrir las diferencias es la literatura y el cine, los guiones del “Código da vinci” y “Gomorra” escenifican dos modelos sociales totalmente opuestos que ayudan a entender la idiosincrasia de un país marcado por contastes.

La geografía de Nápoles queda determinada por colinas y calles adoquinadas que no hacen fácil su paseo, aunque ahí también conserva su magia

Milán sirve de punto de partida de este recorrido, la primera parada es la obligada visita a la iglesia de Santa Maria delle Grazie, accesible después de un paseo ligero desde la Plaza del Duomo. En la pared del comedor de este antiguo convento dominico Leonardo da Vinci pintó el fresco de La Última Cena, una de las obras maestras de la historia del arte. Observar esa belleza pictórica necesita de una reflexión en las escenas y la simbología que Leonardo pintó, una de ellas, a la derecha de Cristo, aparece la que podría tratarse María Magdalena y de la que algunas teorías dicen que era la esposa de Jesús y que, además, fue uno de los hilos argumentales que utilizó Dan Brown en su famosa novela el código Da Vinci. Una visita de esta categoría merece un reposo disfrutando de un aperitivo, tradición culinaria que distingue a la capital lombarda, una opción muy recomendable es la terraza Aperol que con sus vistas del Duomo ofrece el mejor bde Milán. Junto al Duomo es obligada la visita a la Galleria Vittorio Emanuele, una galería que aglutina diversos atractivos: historia, arquitectura, glamour, ambientación y diversidad de oferta comercial. Sus dos arcadas cubiertas por una bóveda de vidrio dan la bienvenida a este impresionante paseo comercial donde cada gran marca tiene su local con vidrieras que sorprenden, al igual que los elevados precios. Dar la vuelta completa a esta galería supone una experiencia única que puede culminar con los ojos cerrados sobre el toro que se ubica en el mosaico central para pedir un deseo y buena suerte.

El viaje hacia el sur comienza en la Estación Central de Milán, llegar con anticipo a esta estación inaugurada en 1931 por Mussolini, otro de los lugares que ver en Milán, supone una inmersión en un espacio que combina los estilos Art Nouveau y el Art Decó y destaca por sus 24 plataformas cubiertas por cúpulas de acero y cristal, además de paneles de azulejos en las paredes que representan las principales ciudades italianas. En algo menos de 5 horas el tren de alta velocidad, con paradas en Bolonia y Roma, comunica el norte con el sur. El trayecto en tren es un viaje en sí mismo, desde la ventanilla se observan paisajes y detalles de las diferentes unidades geográficas que van marcando el territorio de un país con muchas similitudes a España, ambos de carácter mediterránea con marcados contrastes entre el norte más frio e industrial y el mediterráneo y cálido sur. La llegada a Nápoles supone un acercamiento a una ciudad que algunos definen como caótica, desordenada donde las motos y los coches se cruzan a toda velocidad sin apenas orden y lógica, pero que ofrece lugares y entornos con una personalidad única. Nápoles es una ciudad marcada por estereotipos como su vínculo a la Camorra que bien describió Roberto Saviano en su obra Gomorra, tan real que fue condenado a muerte por la Camorra y desde entonces su vida transcurre entre escoltas y secretismo (él mismo ha dicho que ojalá no hubiera escrito el libro). Saviano realiza un relato real del imperio empresarial y delictivo de la Camorra donde las mercancías “frescas”, bajo las formas más variadas (videojuegos, relojes, ropa de marca) llegan al puerto de Nápoles, y para ser almacenadas y escondidas se sacan de los gigantescos contenedores e invaden antiguos palacetes, previamente vaciados por completo. 

La adaptación de la obra a la televisión muestra una ciudad con barrios donde apenas entra la policía, donde la basura se acumula en las calles, los clanes venden droga en los edificios sometiendo a los vecinos, o donde los niños sin casco van en moto a modo de pequeños gánsteres, bajo las ordenes de una mafia que gestiona los servicios, infraestructuras y mercado laboral de cada barrio y municipio, generando una infraestructura alternativa a la oficial.

La Nápoles que enamora y más auténtica es testimonio del colonialismo español, donde a lo largo del siglo XVI se desarrolló gran parte del diseño urbano actual, y sin duda supuso uno de los periodos más esplendorosos de una ciudad. Tras la bancarrota genovesa de 1622 se perturbó profundamente la actividad económica del Imperio español, y de Nápoles en particular, donde los intereses genoveses eran importantes.

La geografía de Nápoles queda determinada por colinas y calles adoquinadas que no hacen fácil su paseo, aunque ahí también conserva su magia, único en el mundo por acoger en muchas esquinas pequeños templos a imágenes religiosas.

La primera visita, con la luz del día, es el Quartieri Spagnoli o barrio de los españoles, barrio edificado a lo largo de una colina donde las viviendas se encuentra a pie de calle y la vida fluye con una atmósfera donde las motos serpentean las calles de manera anárquica. La calle principal y comercial del barrio es Vía Toledo, una calle llena de antiguas iglesias, palacios y la parada de metro de Toledo es una experiencia única, bajando sus escaleras mecánicas se ve envuelto en una decoración de azulejos y teselas azules, lo que convierte al metro en una atracción turística digna de visita. 

No hay mejor propuesta para acabar un día que la subida al Castel Sant'Elmo, hay un funicular que facilita su acceso y un sendero para los valientes que lo suban a pie. Las vistas que se obtienen desde sus murallas son de las mejores de Nápoles especialmente en el atardecer con el Vesubio de fondo de postal. El final de la ruta lleva a conocer Pompeya, legendaria ciudad borrada por la furia del Vesubio en el 79 d.C, patrimonio de la Unesco en 1997. Excursión imprescindible desde Nápoles bien comunicada por el tren que deja a unos 1º minutos andando de la entrada principal. Este reciento arqueológico (aún hay excavaciones en marcha) es uno de los más importantes del mundo antiguo y uno descubre rápidamente el porqué. Cada calle, cada casa nos hace adentramos en la vida de los Pompeyanos e imaginar sus últimos instantes. De sus varias estancias el Lupanar, con habitaciones de plataforma de piedra con colchones, es un ejemplo de la pintura al fresco que sirve de muestra de la gran precisión en el dibujo y el cuidado trabajo artístico de los artistas de la época que decoraban las viviendas y estancias con un alto grado de detalle y escala adaptada a la superficie que se les asignaba. Mi guía me recuerda como diseñadores de manga japoneses observando pequeñas muestras de dibujos exclamaban el valor de esas viñetas que hoy se difunden en los cómics actuales. Para una visión panorámica del recinto es muy recomendable subir los escalones que llevan a lo alto de la torre que se levanta en la zona norte dentro de su recinto amurallado, desde esta atalaya se observa las dimensiones de un recinto que merece y mucho la visita a pesar de las riadas de turistas y la dificultad de movimiento por sus calles adoquinadas. Cierro los ojos y me imagino en la época romana poco antes de que lava sepultara esta hermosa ciudad y sueño en la herencia romana y su legado como algo que todos deberíamos mantener en nuestro ADN particular. 

Italia de Norte a Sur, un viaje del código da vinci milanés a la gomorra napolitana