jueves. 27.06.2024
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Donald Sutherland en el Festival de Cine de San Sebastián en 2019.

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Celín Cebrián | @Celn4

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Novecento.

El actor Donald Sutherland murió este 20 de junio del 2024. Había nacido en Saint-John, Nouveau-Bruswick, Canadá, en 1934. De ascendencia escocesa e inglesa, siendo un niño sufrió de fiebre reumática, hepatitis y poliomielitis, hasta que a sus 14 años tuvo su primer trabajo como corresponsal de noticias para la radio local Estación CKBW en Bridgewater, Nueva Escocia. Y si fue capaz de superar esas enfermedades, también tenía la suficiente osadía como para meterse dentro de la piel de Attila Mellanchini, el capataz de la finca Berlingieri y cabecilla fascista que solucionaba todo a cabezazos, a cuyo alrededor crecían las injusticias contra los campesinos, que, llegado el momento, estallaron contra él haciéndole una máscara de mierda en la Plaza del Pueblo, una secuencia inolvidable de Novecento, dirigida por Bertolucci, en tanto no deja de sonar de fondo la música de Morricone.

Recibió un Oscar honorífico, a sus 82 años, con un discurso repleto de humor en el que, entre otras cosas, decía: ꟷ”No me merezco este premio, aunque tengo artritis y tampoco me la merezco. Me encantaría invitarlos a mi funeral. De momento, he conseguido llegar al cuarto de baño. Los retretes deberían estar más cerca”. Para él lo importante no eran los premios, sino su familia: es como si abres una puerta y entra un soplo de aire fresco en la habitación.

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Donald Sutherland y Jane Fonda en 'Klute'.

Es curioso que un actor como Sutherland, que ha participado en títulos memorables de la cinematografía mundial, con un sinfín de registros impresionantes, sin embargo, sea recordado como el presidente Coriolanus Snow en la franquicia Los juegos del hambre, como si los espectadores, sobre todo los más jóvenes, lo vieran como un señor con una melena blanca que procede del teatro o que hizo alguna serie en los años setenta, pero no se les ocurre pensar que fue el policía que investiga el asesinato de su amigo en el filme Klute 1(971) de Alan j. Pakula, en la que también sale Jane Fonda, que se llevó el Oscar por su fascinante interpretación haciendo de una prostituta que es perseguida por un psicópata. Una Jane Fonda inolvidable cuando sale con ese vestido tan sexy y brillante, tal y como lo recordaba el actor: ꟷ” Yo estaba acostado boca arriba cuando Jane salió del baño. Ella también estaba desnuda. Cuando la luz de la luna iluminó sus pechos perfectos, dejé de respirar”.

Donald Sutherland era ese tipo de actor que, con su sola presencia, hacía que mejorara cualquier largometraje

Por el contrario, para otros espectadores, los que conocen más su filmografía, Donald Sutherland era ese actor que con su sola presencia hacía que mejorara cualquier largometraje, independientemente de su trama. Consiguió muchos papeles en la Inglaterra de los setenta, aunque su primera película es italiana y data de 1964, Castle of the Living Dead, una película de terror, protagonizada por Christopher Lee. Hizo de bruja, un papel que le iba que ni pintado.

Tras varios años residiendo en las islas británicas y haciendo papeles en películas irregulares, por fin le llegó la oportunidad con Doce en el patíbulo, cuyo personaje, Vernon Pinkley, era uno de los más estrafalarios, encarcelado por ser homosexual y tendente a hacer el idiota en numerosas ocasiones, sin venir a cuento. La película se convirtió en uno de los éxitos del año, cuando corría 1967. Y a principios de 1970 se estrenó M*A*S*H, ambientada en la guerra de Corea, en la que interpretaba a Benjamín Hawkeye Pierce, un cirujano brillante, pero indisciplinado y rebelde. Robert Altman, director de esa sátira bélica, quería que en muchas secuencias reinase la improvisación, algo que a Sutherland se le daba bastante bien, pero, sin embargo, el actor canadiense no lo pasó en grande ni sus compañeros de reparto tampoco, ya que los métodos del director convirtieron aquello en un rodaje caótico y repleto de tensiones. Dado el éxito que tuvo esta obra, se hizo una serie de televisión en la que el papel de Donald lo hizo Alan Alda.

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Donald Sutherland  en 'Orgullo y prejuicio'

Próximos al verano de ese mismo año, se estrenó la tercera película bélica y en la que encarnaba a un militar muy peculiar. Se trataba de Los violentos de Kelly, concebida para que se luciera básicamente Clint Eastwood. En ella interpretaba a uno de los personajes más maravillosos de toda su carrera: el sargento Oddball, una especie de hippie mujeriego y vividor que se las arreglaba para pegarse la vida padre en el frente francés, rodeado de bellezas locales. Y aunque ya hemos dicho que se lo pasó en grande en ese rodaje, que tuvo lugar en Yugoslavia, no fue del todo cierto, ya que contrajo una meningitis que casi acaba con su vida. En la película, aunque era para exhibición de Clint, el protagonismo se lo robaban constantemente tanto Sutherland como Telly Savalas. A partir de aquí, nuestro héroe, comenzó a improvisar diálogos, tics, a inventarse frases, situaciones…, dado que Sutherland tenía unas dotes extraordinarias para la comedia, y esas improvisaciones se quedaron para siempre como una “marca de la casa”. ¡Y eso que al actor no le gustaba repetir personajes…!

Sutherland tenía unas dotes extraordinarias para la comedia y sus improvisaciones se quedaron para siempre como una marca de la casa

Y si aquí tenía pinta de hippie, más aún la tenía en Alex in Woderland, en la que interpretaba a un cineasta. Un filme dirigido por Paul Mazursky, que, dicho así, era descaradamente un remarque mediocre de 8 ½ de Fellini, quien incluso hacía un cameo. El actor canadiense se salvó de la quema porque su interpretación era, como siempre, brillante. Mucho mejor película fue Johnny cogió su fusil en la que hizo, nada más y nada menos, que de Jesucristo, y en la que se sabe que algunas secuencias fueron escritas por el mismísimo Luis Buñuel.

Luego vendrían Steelyard Blues, Amenaza en la sombra y El hombre que cayó a la tierra, hasta que llegó El día de la langosta, dirigida por John Schlesinger, en la que el personaje interpretado por Sutherland es Homer Simpson, una coincidencia, ya que el creador de Los Simpson usó el nombre de pila de su padre, y en la que es un hombre reprimido que se enamora de una aspirante actriz, papel interpretado por la maravillosa Karen Black.

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Donald Sutherland  en 'Casanova'.

Corriendo el tiempo, llegó el momento de volver a Italia para rodar Novecento a las órdenes de Bertolucci y el Casanova de Fellini, esta última con una banda sonora colosal de Nino Rota, en la que el protagonista, totalmente maquillado, defendía el papel con una exquisitez brillante. Dado que a Fellini le encantaban las mujeres de pechos grandes, se rodaron unas cuantas secuencias muy sugerentes y atrevidas con la actriz polaca Chesty Morgan, habitual en el cine de serie B. Así como Tinto Brass iba más lejos que el cine comercial, sin embargo en este caso se dejaron fuera en el montaje final.

Donald Sutherland ya era una estrella totalmente consagrada y, por aquel entonces, cometió uno de los mayores despropósitos financieros que se recuerden de un actor en la historia de Hollywood: Desmadre a la americana, dirigida por John Landis y destinada a la popularidad de John Belushi. Eran un sinfín de secuencias sobre el desmadre juvenil en la universidad. Para asegurar el cartel, porque no se fiaban de que Belushi atrajera él solo al público, le ofrecieron un importante caché y un tanto por ciento en taquilla, algo que rechazó. Subieron la oferta de la recaudación en taquilla a cinco veces más… Al final, a regañadientes, aceptó pero con la condición de que le pagaran por anticipado cincuenta mil dólares. Con ese montante se conformaba, quedaba cerrado el trato y renunciaba a futuros porcentajes. Ni qué decir que aquella película recaudó ciento cuarenta millones de dólares, de los que, de haber aceptado, le hubieran tocado más de veinte millones. Cosas de la vida…

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El ojo de la aguja

Y vinieron otros trabajos: La invasión de los ultra cuerpos, El gran robo del tren de Michael Crichton, El ojo de la aguja, un thriller en el que encarnaba a un espía nazi… Llegaron los ochenta con Una árida estación blanca… y ya, en los noventa, ese monólogo inolvidable de quince minutos en JFK de Oliver Stone, algo poco normal en el cine, un desafío que Sutherland llevó a término de manera espectacular, sin aburrir al público, con una sutileza y unas maneras exquisitas. Y aunque la película de Stone cuenta con una duración de tres horas, Donald Sutherland sólo aparece en una escena, como Mr. X, un personaje anónimo con un historial de alto rango en el gobierno de Estados Unidos. El tal Sr. X se encuentra con Garrison en Washington y se sientan en un banco del parque donde los dos hombres hablan de Kennedy y las circunstancias de su muerte. El Sr. X le revela a Garrison que su trabajo involucraba operaciones secretas como asesinatos, golpes de estado y grandes encubrimientos perpetrados por Estados Unidos. Garrison expresa su escepticismo sobre el asesinato de Kennedy. Es el momento en el que el Sr. X se embarca en un largo monólogo impresionante en el que afirma que Kennedy fue asesinado en un esfuerzo organizado para poner a Lyndon Johnson en la Oficina Oval y explica cómo este golpe implica a la CIA, al FBI, al propio Johnson, a la mafia estadounidense e incluso al Servicio Secreto, todos como conspiradores que se propusieron destronar a Kennedy debido a su deseo de retirarse de la Guerra de Vietnam.

Además participó en un telefilm de HBO: Ciudadano X. También en Buffy the Vampire Slayer, Disclosure y Space Cowboys.

Metidos en el siglo XXI, fue reconocido en su papel como el reverendo Monroe en Cold Mountain (2003) y en The Italian Job.

Siguió trabajando en otros proyectos como Fierce People, Pride&Prejudice, Fool´s Gold, Los pilares de la Tierra, The Hunger Games (2013-2015), la serie Trust (2018) y en 2022 la película Mr. Harrigan´s Phone.

Sea como fuere y ahora que ya se ha ido, él siempre afirmó que le encantaba su trabajo: “Amo hacerlo”, decía. Y con ese humor que tanto le caracterizaba afirmó: ꟷ”No puedo permitirme el lujo de jubilarme. Tengo tres hipotecas”.

Donald Sutherland, el camaleón canadiense capaz de meterse en la piel de Casanova