domingo. 19.05.2024

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En las últimas elecciones celebradas en Euskadi, la noticia que más atención mereció por parte de la prensa escrita, en especial la que más se escora a la derecha -es decir, casi toda ella, con pocas excepciones-, fue reproducir y comentar un día sí y otro también la negativa del aspirante a lehendakari por EH-Bildu a calificar ETA como “banda terrorista” y no condenar los asesinatos que cometió mientras estuvo operativa. El hecho que pidiera perdón a las víctimas fue irrelevante y, en algunos casos, su petición fue considerada un acto de cinismo. 

Las elecciones tuvieron lugar y no parece que dicho mensaje hiciera efecto en las urnas. BILDU y PNV obtuvieron el mismo número de representantes en la cámara vasca. Que influyera o no la negativa de Otxandiano en los resultados electorales nadie lo sabe. Sí es conocido el posterior rechazo del PNV formar gobierno con BILDU, entre otra razones por esa negativa de Otxandiano. Lo que no se lo cree ni nadie. Hay que ser muy ingenuo para creer que el PNV haya decidido formar gobierno con el PSE apelando a dicha “excusa”. ¿Cuándo las decisiones políticas a la hora de formar gobierno se rigen por criterios éticos? De hecho, el PNV no ha tenido ningún problema de apoyar, junto con BILDU, al gobierno de Sánchez. Y no creo que el BILDU de Madrid sea distinto al BILDU de Euskadi. El PNV, aunque sea un partido de derechas, es demócrata, pero eso no le salva de cometer y haber cometido errores de bulto en sus apreciaciones políticas con relación a ETA. Así que no presuma de la mansedumbre de un buey.

Fue entonces, ante el palestino Yasir Arafat, cuando Aznar “resignificó” a los terroristas de ETA llamándolos miembros del "Movimiento de Liberación Nacional Vasco"

Pongámonos en el asunto. ¿Acaso el PNV ha tratado siempre a ETA como una banda de asesinos, de terroristas o de criminales? Respuesta: no siempre el PNV llamó terroristas y criminales a los etarras.

Ahora podrán decir lo que quieran, pero la hemeroteca de Deia, portavoz informativo del Euskadi Buru Batzar del PNV, en 1978, está ahí para demostrarlo. 

Como preámbulo, recordaré que uno de los intelectuales nacionalistas más prestigiosos de la época, gran valedor del PNV, el jesuita José Ramón Scheifler decía que “la violencia de ETA era la contraviolencia” y que “mientras Euskadi no recobre todos sus derechos está padeciendo violencia, violencia de parte del Estado del Gobierno y de los partidos en el poder” (Deia, 26.10.1978). Básicamente esta era la tesis que funcionó durante esta década. Incluso así, no se decía que el terrorismo de ETA se enfrentaba contra el terrorismo de Estado. Scheifler utilizó la palabra violencia. ¿Y los burikides del PNV? Deia nos proporciona algunas declaraciones de quienes ese año de 1978 eran esos dirigentes.

Joseba Azcárraga sostuvo que “debe terminar en este maltratado Pueblo Vasco, todo tipo de violencia. No únicamente la violencia desatada por las organizaciones que emplean como método de recuperación de nuestros derechos la lucha armada, sino también esa violencia tan importante como la anterior, que es la violencia institucional” (ídem). Iñaki Anasagasti escribió: “Estamos solos ante los armados de ametralladoras de un bando y otro” (9.11.1978). Y quien fuera el gran gurú del PNV, el ex jesuita Arzalluz jauna: “Respetamos profundamente a los vascos que mueren por su pueblo” (18.1.1978). En ese momento, se refería a dos vascos de ETA que habían muerto en un enfrentamiento con la policía en Pamplona “en la avenida de san Jorge”. Aún sería más mucho más contundente en 1994 al decir que “los presos de ETA no son delincuentes, porque no matan para enriquecerse, sino por un ideal político”. 

En 1996, primer año de legislatura, Aznar autorizó 33 traslados de etarras, los dos siguientes bajaron a 26, pero en 1999, el año de la tregua, se acercaron 105 etarras

Como se aprecia, en ningún momento aparecen las palabras “banda terrorista”, “terroristas” y “terrorismo” menos todavía asesinos y criminales. Si ello era signo inequívoco de cierta tolerancia hacia el uso de la violencia y de la muerte para conseguir unos fines políticos, no soy quién para afirmarlo. 

Desde luego, el PNV no fue el único especialista en utilizar la retórica del eufemismo para evitar en su discurso el uso de términos como terroristas y asesinos aplicados a los miembros de la “banda armada”.

La derecha olvida que Aznar habló nada más y nada menos que del Movimiento de Liberación Nacional Vasco (MLNV). En 1995, como aspirante a la Moncloa, prometía no negociar con ETA jamás: "Con un gobierno del PP no hay negociación posible con los terroristas", aseguraba. Conquistado el poder, dirá: "Si los únicos que han sido inflexibles, inmovilistas e irracionales tomasen la decisión de dejar de serlo, de dejar la violencia, yo sabría ser generoso", afirmaba en marzo de 1998. De dejar la violencia. No el terror, ni el crimen. Y eran tan solo inflexibles, inmovilistas e irracionales. No asesinos, ni terroristas.

Las personas no son ni lo que piensan, ni lo que dicen que han pensado, sino lo que hacen

Después de que las fuerzas nacionalistas vascas firmaran en Lizarra un acuerdo que hablaba de “conflicto político" -ahora se dice que nunca hubo dicho conflicto-, ETA declararía un alto el fuego indefinido y sin condiciones. Fue entonces, ante el palestino Yasir Arafat, cuando Aznar “resignificó” a los terroristas de ETA llamándolos miembros del "Movimiento de Liberación Nacional Vasco". Luego vinieron los gestos del Gobierno del PP -que tampoco quieren recordar las derechas-, empezando por el acercamiento de presos. En 1996, primer año de legislatura, Aznar autorizó 33 traslados de etarras, los dos siguientes bajaron a 26, pero en 1999, el año de la tregua, se acercaron 105 etarras. Y todo ello gracias a Aznar, el Generoso.

Rechazar e incriminar una opción política porque esta se niega a decir lo que uno quiere oír se parece mucho a lo que hicieron los inquisidores y los torturadores con sus víctimas. Al final, después de que esos inquisidores escucharan lo que querían oír, cogían al desgraciado, lo subían al tripalium y lo desjarretaban vivo. 

Se olvida que las personas no son ni lo que piensan, ni lo que dicen que han pensado, sino lo que hacen. Y, aunque se considere que este desbarajuste es cosa de trileros o de cínicos, en realidad lo llevamos en el AND. En cuanto al uso que hacemos del lenguaje para hacer con él lo que nos conviene, no hace falta leer, -aunque sí muy aconsejable-, el ensayo de Víctor Klemperer, La lengua del III Reich, y conocer el uso fraudulento de la semántica. Basta con que cada uno se analice a sí mismo y compruebe lo que puede dar de sí el uso que hace de la lengua a la hora de tergiversar, ocultar, deformar, alterar, en definitiva, mentir con tal de conseguir lo que pretende. Si eso lo hacemos a nivel individual, ¿qué hará con dicho lenguaje quien domina los resortes del poder? A fin de cuentas, las palabras significan lo que diga quien manda. 

Refugiarse en los pretendidamente “malos”, que siempre son los otros, para alardear de lo “buenos” que somos nosotros es una táctica despreciable y ruin. Máxime si nos basamos en un acto de habla en el que nosotros mismos, al igual que esos llamados “malos”, hemos incurrido en el pasado. Estaría bien que, a la hora de dar lecciones morales y éticas a los demás, tuviéramos asegurada bien la retaguardia. Y eso, antes de hablar, repasen la hemeroteca. Con frecuencia da inigualables sorpresas que, en lo tocante a los políticos, les podría ayudar a no ser tan lengudos. Es posible que así, no sólo vieran la paja en la pupila ajena, sino, también, el tablón que llevan en la propia. 

ETA no nació por generación espontánea. El fascismo, tampoco. 

Hace bien poco, me hubiera atrevido a afirmar que sólo una democracia fuerte, arraigada en el respeto absoluto a la ciudadanía y en los poderes del Estado de Derecho que derivan de la soberanía popular, nos evitarían sufrir distorsiones como la aparición de grupos terroristas, independentistas o no, y movimientos fascistas, como los que actualmente se mueven en Europa y en España, con una derecha que da miedo, porque cada día que pasa es menos democrática.

Así que si, hoy lo hiciera, seguro que pecaría de ingenuo.

¡Esa memoria, políticos!